La guerra que no perdona ni a los templos: Israel bombardea la única iglesia católica en Gaza y hiere al párroco argentino
El ataque contra la Iglesia de la Sagrada Familia dejó muertos y heridos, incluyendo al sacerdote argentino Gabriel Romanelli, en medio de denuncias internacionales por la ofensiva indiscriminada de Israel sobre la población civil palestina.
La ofensiva israelí sobre Gaza sumó este jueves un nuevo capítulo de horror: un bombardeo alcanzó la Iglesia de la Sagrada Familia, único templo católico en el enclave palestino. El ataque, que dejó al menos cuatro muertos y varios heridos —entre ellos el cura argentino Gabriel Romanelli—, fue condenado por el Patriarcado Latino de Jerusalén y por el propio Papa León XIV, quien reiteró su llamado a un cese inmediato del fuego. La comunidad internacional, incluida la primera ministra italiana Giorgia Meloni, también repudió el hecho y cuestionó el accionar del gobierno de Benjamín Netanyahu, que continúa su ofensiva militar sin atender las advertencias humanitarias.
Un ataque contra la fe, la humanidad y los refugios
El bombardeo de este jueves 17 de julio impactó de lleno en uno de los pocos espacios de contención que aún subsisten en Gaza. La Iglesia de la Sagrada Familia —único templo católico en el enclave— funcionaba no solo como lugar de culto, sino también como refugio humanitario para unas 500 personas desplazadas por la guerra, según confirmó Caritas Jerusalén.
Entre los heridos se encuentra el párroco argentino Gabriel Romanelli, reconocido por su labor pastoral y social, y por haber mantenido una estrecha relación con el fallecido Papa Francisco en torno al conflicto palestino-israelí. Romanelli sufrió heridas en las piernas y fue trasladado de urgencia. Otros siete heridos, dos de ellos en estado crítico, completan el trágico saldo del ataque, que también dejó al menos cuatro personas muertas.
El Patriarcado Latino de Jerusalén emitió un comunicado urgente donde expresó su repudio: “Rezamos por el descanso de sus almas y por el fin de esta guerra salvaje. Nada puede justificar los ataques contra civiles inocentes”. En la misma línea, el Papa León XIV sumó su voz para exigir un alto el fuego inmediato y reiteró su esperanza de que se abra un camino de diálogo y reconciliación.
Israel: entre el silencio, las excusas y el fuego cruzado
Mientras las bombas siguen cayendo sobre Gaza, la respuesta de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se limitó a un comunicado ambiguo: “Estamos al tanto de los informes relativos a los daños causados a la Iglesia de la Sagrada Familia y las víctimas en el lugar. Se están examinando las circunstancias del incidente”. La estrategia de “investigación posterior al ataque”, habitual en otros episodios similares, vuelve a repetirse en un contexto en el que la población civil palestina sufre un asedio sostenido, sin garantías mínimas de protección.
La primera ministra italiana Giorgia Meloni fue contundente: “Los ataques que Israel lleva meses llevando a cabo contra la población civil son inaceptables. Ninguna acción militar puede justificar semejante actitud”. Su declaración no solo amplifica el reclamo internacional, sino que expone el aislamiento creciente de Israel frente a las consecuencias humanitarias de su ofensiva.
¿Objetivos militares o blancos civiles? Una línea cada vez más borrosa
El hecho de que el ataque haya impactado en una iglesia católica que brindaba refugio a civiles, incluidos niños, ancianos y mujeres, vuelve a poner en el centro del debate la falta de proporcionalidad y el carácter indiscriminado de los bombardeos israelíes. Incluso si se tratara de un “error militar”, el costo humano es innegable y brutal.
Israel sostiene que su objetivo es la desmilitarización total de Gaza y la seguridad de su territorio. Sin embargo, los hechos desmienten cualquier narrativa que pretenda justificar ataques a lugares de culto, hospitales, escuelas y centros humanitarios. Mientras tanto, la comunidad cristiana en Gaza, ya en peligro de extinción, recibe un golpe devastador que pone en riesgo su mera existencia.
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Una guerra que no respeta ni lo sagrado
El bombardeo a la Iglesia de la Sagrada Familia marca un punto de inflexión. Si los lugares destinados al auxilio espiritual y humanitario son blanco de ataques, ¿qué queda para el resto de la población civil atrapada en Gaza? La figura del padre Gabriel Romanelli, herido pero vivo, se vuelve un símbolo de resistencia y compasión en medio de un infierno que parece no tener fin.
Desde Roma hasta Jerusalén, desde Buenos Aires hasta Gaza, el clamor por la paz resuena con más fuerza que nunca. Pero mientras no se respeten las reglas mínimas del derecho internacional humanitario —como la protección de los civiles y de los lugares de culto—, la guerra seguirá devorando todo a su paso. Hasta lo más sagrado.
Fuente:
El estado de Israel bombardeó una Iglesia Católica en GazaIsrael,
























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