La Casa Rosada incluyó en el proyecto de Presupuesto 2026 la eliminación de la actualización automática de la Asignación Universal por Hijo y las asignaciones familiares; la medida, ligada a un pedido del FMI, convierte un derecho en una asignación discrecional fijada por el Ministerio de Capital Humano.
El gobierno no dio explicaciones públicas convincentes. Expertos y organizaciones sociales alertan que desenganchar la AUH de la movilidad jubilatoria equivale a un recorte encubierto: la inflación terminará devorando los montos y lo que hoy es un derecho podría terminar siendo, con los años, “un bono” insuficiente para garantizar la alimentación y el cuidado de la niñez más vulnerable.
El Presupuesto 2026 que envió la Casa Rosada al Congreso trae, escondida entre números y partidas, una decisión con consecuencias inmediatas y a largo plazo: la eliminación de la actualización automática de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y de las asignaciones familiares. Lo que hasta ahora se ajustaba mes a mes por la movilidad jubilatoria —anclada al índice de precios al consumidor— pasaría a depender de la discrecionalidad del Ministerio de Capital Humano. En cristiano: la inflación dejaría de ser el referente que protege el poder adquisitivo de los ingresos destinados a la infancia. Eso no es un detalle técnico; es un cambio de paradigma que reduce un derecho a la categoría de dádiva administrada.
Que la medida aparezca en el Presupuesto no es casualidad: fuentes vinculadas al proceso explican que se trata de una de las condiciones exigidas por el FMI para avanzar en la revisión del acuerdo. Es decir: el ajuste sobre quienes menos tienen se negocia en un escritorio con el Fondo, mientras el gobierno evita dar argumentos claros a la sociedad. Y si quedan dudas sobre el alcance político de la jugada, alcanza recordar que en el primer año de gestión Milei duplicó el monto de la AUH y amplió la Tarjeta Alimentar: medidas que, por cierto, ayudaron a sostener la gobernabilidad. Hoy, sin embargo, el mismo oficialismo plantea desarmar el mecanismo que garantiza que esos aumentos no se diluyan ante la inflación.
La advertencia no es retórica: el diputado y ex ministro Daniel Arroyo sintetiza el riesgo con claridad analítica y política: “esto significa romper el esquema del derecho”, afirmó. Desenganchar la AUH de la movilidad —añade— implica que, con el tiempo, la asignación terminará asemejándose a un bono que se ajusta a la voluntad administrativa y no a la realidad económica. Es un paso atrás en la protección social, y el antecedente está a la vista: en diciembre de 2023 el Gobierno desenganchó el Potenciar Trabajo de la actualización del Salario Mínimo. Aquello convirtió a un salario social en una suma que perdió relevancia: hoy el Potenciar ronda los 78 mil pesos, una cifra que confirma cómo la desindexación pulveriza ingresos.
La Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) detectó la movida y la puso en un informe que prende otra alarma: el gasto en servicios sociales previsto en el Presupuesto 2026 es un 15,9% más bajo que en 2023. Aunque el dossier reconoce que las cifras destinadas a la AUH y a la Tarjeta Alimentar se mantienen en términos nominales, el cambio en la regla de actualización puede transformar esa aparente estabilidad en pérdida real de recursos para las familias. No es menor: si la inflación sigue comiéndose los ingresos, las partidas fijas terminan siendo parches.
En los barrios populares la noticia provocó indignación y miedo. Norma Morales, de Barrios de Pie, describe situaciones que no dejan espacio a tecnicismos: “nuestras niñeces hace meses que no pueden acceder a alimentos básicos como pollo, carne, yogur, queso, leche, cereales o frutas —dice—. Son esos niños y niñas de los barrios populares los que se van a dormir con la panza vacía”. Es conmovedor y escandaloso a la vez que, en pleno proceso presupuestario, quienes gobiernan negocien los ingresos de la infancia como si fueran números intercambiables en una mesa de préstamos.
Conviene no simplificar: la AUH tuvo en la gestión de Milei un aumento real respecto a gobiernos anteriores —investigadores destacaron que fue, en ciertos momentos, más alta que en administraciones previas—, y esa mejora fue clave para evitar que la indigencia trepara aún más. Pero esa paradoja —subir montos mientras se desarman reglas de actualización— revela una lógica electoral y contingente: se amplía para contener ahora y se relaja el mecanismo para ahorrar mañana. Es una política de corto plazo que hipotecará la protección social de la niñez.
Ante el anuncio, organizaciones sociales ya plantean dos vías: exigir al Congreso que garantice la actualización automática de la AUH como política de Estado intocable, y considerar presentaciones judiciales. Es la última línea de defensa cuando el Ejecutivo parece más pendiente de las exigencias de sus acreedores que de las necesidades básicas de millones de hogares.
Queda, además, una incógnita política y ética: ¿hasta qué punto un Gobierno que negocia el ingreso de la infancia con el FMI puede justificar ante la ciudadanía que su prioridad es el cuidado de los sectores más vulnerables? El Ejecutivo aún no ofreció una explicación pública que sostenga el cambio técnico y, en ese vacío, crece la sospecha de que la desindexación no responde a una estrategia de rigor fiscal transparente sino a concesiones para mantener un crédito externo que, según analistas, buscaría sostener el tipo de cambio hasta las elecciones de octubre.
En un país donde la inflación sigue devorando salarios y bolsillos, desarmar la protección automática de la AUH no es una reforma administrativa: es una decisión política que marca a quién se protege y a quién se deja a la intemperie. Y para quienes hoy ven cómo se acorta la comida en la mesa de sus hijos, eso no es teoría: es hambre, incertidumbre y, por sobre todo, una sensación profunda de abandono. El Congreso y la justicia tendrán que decidir si ponen un freno o permiten que la discrecionalidad remplace a la garantía de derechos.
Fuente:
.https://www.pagina12.com.ar/859672-a-pedido-del-fmi-milei-proyecta-un-ajuste-en-la-auh-y-las-as





















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