El Wall Street Journal y el Financial Times describieron a Karina Milei como un factor que erosiona la credibilidad del Presidente, señalando que su protagonismo y las denuncias de corrupción no solo golpean a La Libertad Avanza en las urnas, sino que amenazan con desatar una crisis de confianza en los mercados y complicar las elecciones de octubre.
El gobierno de Javier Milei quedó expuesto en la arena internacional tras los cuestionamientos del Wall Street Journal y el Financial Times contra Karina Milei. Ambos medios financieros, que suelen marcar la agenda de los grandes inversores globales, apuntaron a la Secretaria General de la Presidencia como un lastre para la credibilidad del oficialismo. Las acusaciones de coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad, sumadas a la derrota electoral en la provincia de Buenos Aires, colocaron a la hermana del Presidente en el centro de la tormenta política y mediática.
El Wall Street Journal fue lapidario: describió a Karina Milei como la “copresidenta” de facto, con más poder que cualquier ministro, pero envuelta en un escándalo que podría arrastrar al propio Presidente. El artículo remarcó que las presuntas coimas de laboratorios farmacéuticos, a cambio de contratos públicos, no solo dañan la imagen de Javier Milei como un outsider de la política, sino que explican en parte la caída electoral de La Libertad Avanza en Buenos Aires. La nota incluso recordó la endeble base política del mandatario y advirtió que la confianza depositada en su hermana, quien llegó a la gestión sin experiencia más allá de vender tortas en Instagram, puede ser un factor de inestabilidad en un país donde las crisis sociales han tumbado presidentes en cuestión de días.
El medio estadounidense también puso en relieve su rol de “primera dama” en el escenario internacional, acompañando al libertario en encuentros con Donald Trump y otros líderes mundiales. Este doble papel, de gestora de la maquinaria política y figura pública del entorno presidencial, despierta resistencias internas y rechazo social, según los analistas consultados.
Por su parte, el Financial Times advirtió que el oficialismo atraviesa “la mayor crisis de su mandato”. Tras un año inicial en el que la caída de la inflación fortaleció la narrativa de la austeridad como camino de éxito, los últimos meses golpearon duramente al gobierno. La prensa británica vinculó el deterioro político a los escándalos de Karina Milei y anticipó que, si la administración no logra recuperarse rápido, se expone a una corrida cambiaria y a un fracaso electoral en las legislativas de octubre.
El señalamiento simultáneo de ambos diarios no es un dato menor: son voceros de los capitales financieros internacionales que hoy desconfían del rumbo argentino. El hecho de que las críticas ya no provengan únicamente de la oposición local, sino de medios que marcan el pulso de Wall Street y la City londinense, desnuda la fragilidad del proyecto libertario. El gobierno de Javier Milei, que se autoproclamó como una revolución contra la casta, enfrenta el costo político de apostar a la concentración del poder en manos de su hermana, ahora sospechada de coimas y de ser la responsable de un tropiezo electoral que amenaza con extenderse a nivel nacional.
El escándalo vuelve a poner sobre la mesa la contradicción central del mileísmo: mientras prometía purgar a la política tradicional de la corrupción y el acomodo, la figura más influyente de su gabinete es hoy cuestionada por los mismos vicios que decía combatir. El relato del outsider que venía a limpiar la política choca de frente con la realidad de un oficialismo que no puede sostener ni su propia base electoral sin recurrir a prácticas que, de confirmarse, lo harían parte de esa casta repudiada.
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