El gobierno de Javier Milei atraviesa una tormenta política que ya nadie puede minimizar. Primero fueron los audios de Diego Spagnuolo revelando un esquema de retornos en la compra de medicamentos en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS). Ahora, una nueva filtración sacude el corazón del poder: la voz de Karina Milei, la hermana presidencial y jefa de la Secretaría General, grabada en plena Casa Rosada.
El oficialismo reaccionó con nerviosismo y contradicciones. El vocero Manuel Adorni primero sembró dudas sobre la veracidad del material, pero en la misma línea terminó admitiendo que los audios fueron grabados en la Casa Rosada, lo que confirma una vulnerabilidad inédita para un gobierno que se jacta de blindar cada acceso a su líder. La filtración, de 50 minutos en total aunque apenas se difundieron segundos, expone algo más que un “escándalo sin precedentes”: deja en evidencia la fragilidad de un dispositivo político sostenido en la lealtad de una sola familia y corroído por internas feroces.
Karina Milei no habla de la corrupción en la ANDIS, pero sí de la interna libertaria. Sus frases, aparentemente inofensivas —“tenemos que estar unidos”, “yo entro a las 8 de la mañana y me voy a las 11 de la noche”—, en realidad revelan un estado de paranoia permanente y la obsesión por controlar cada movimiento dentro de la Casa Rosada. La preocupación no pasa por la transparencia institucional sino por la disciplina de la tropa.
Que alguien haya logrado grabar a “El Jefe”, como llaman a la hermana presidencial, dentro del sancta sanctorum libertario, constituye lo que en la propia jerga del oficialismo sería un “pecado capital”. El círculo íntimo de Milei no solo teme a la oposición, sino también a las puñaladas internas y a las filtraciones de sus propios aliados.
El vocero intentó amortiguar el impacto con una maniobra doble: denunciar una “operación orquestada” y, al mismo tiempo, dramatizar la filtración como “el primer espionaje a un funcionario dentro de la Casa Rosada en la historia argentina”. Esa ambivalencia desnuda el desconcierto: si los audios fueran falsos, bastaría con desmentirlos; si son verdaderos, la crisis de seguridad interna es mayúscula.
En paralelo, el gobierno convocó de urgencia a un cónclave en el salón Martín Fierro. Estuvieron presentes Adorni, Santiago Caputo, el viceministro de Justicia Sebastián Amerio y el abogado libertario Santiago Viola. El hermetismo fue total, pero la preocupación quedó a la vista: la filtración golpea en el corazón mismo del dispositivo electoral, a apenas 10 días de los comicios en la provincia de Buenos Aires.
Los empresarios, que ya habían digerido con fastidio el escándalo de las coimas en Discapacidad, ahora ven con alarma cómo se multiplican las pruebas de caos en el oficialismo. En privado hablan de la “voracidad” de Karina Milei, que concentra poder y maneja la caja política como si fuese una empresa familiar. La reacción inmediata fue congelar decisiones de inversión hasta que la tormenta amaine. En la jerga del Círculo Rojo, eso significa dejar al gobierno colgado de la soga financiera en pleno calendario electoral.
“Karinagate” ya no es solo un hashtag o un chimento político: es el síntoma de un poder corroído desde adentro. La combinación de negocios turbios, grabaciones clandestinas, internas libertarias y operaciones cruzadas configura un escenario de guerra de nervios que amenaza con implosionar en el momento más delicado para Milei.
El oficialismo intenta victimizarse denunciando conspiraciones, pero la verdad es que la propia dinámica de poder que construyó Javier Milei —cerrada, familiar, paranoica y sin controles institucionales— es la que hoy lo expone a la desestabilización. El enemigo ya no está afuera: está adentro de la Casa Rosada, con un celular en la mano y la grabadora encendida.
Fuente:
Para Adorni el Karinagate «es un escándalo sin precedentes «





















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