El Gobierno confirmó que la Televisión Pública no comprará los derechos de transmisión del Mundial 2026, que se disputará en Estados Unidos, México y Canadá. La decisión, inédita en más de medio siglo, deja a los argentinos sin acceso gratuito al evento deportivo más importante del planeta.
Desde la Casa Rosada justificaron la medida con un argumento estrictamente económico: “No vamos a gastar siete millones de dólares en fútbol”, señalaron fuentes oficiales. Aunque aún existe plazo hasta diciembre para revertir la decisión, todo indica que la determinación está tomada.
La medida se inscribe en la política de ajuste sobre los medios estatales, que en los últimos meses ya atravesaron retiros voluntarios, despidos y el vaciamiento de señales culturales y educativas como Encuentro, Pakapaka y Deportv, incluso con versiones de posibles cierres.
El contraste con el pasado es evidente. En Qatar 2022, la inversión del canal estatal rondó los u$s10 millones, pero logró recuperarlos con ingresos publicitarios cercanos a los u$s12 millones, demostrando que no se trataba solo de un “gasto” sino también de una inversión rentable y de fuerte impacto social.
La decisión actual rompe una tradición iniciada en Alemania 1974, cuando la TV Pública transmitió por primera vez la Copa del Mundo. Desde entonces, cada edición contó con cobertura estatal, total o parcial, que garantizó el acceso universal y gratuito a millones de espectadores, sin importar su poder adquisitivo.
El ajuste económico del gobierno de Milei se mete así en la cancha del fútbol, quitando a la sociedad un derecho cultural que se había transformado en patrimonio colectivo: ver a la Selección en un Mundial por la pantalla de todos.
Mientras la Argentina sueña con ser sede parcial en 2030, en 2026 los argentinos deberán recurrir a la TV privada para seguir a Messi, Di María o los nuevos talentos que defiendan la camiseta celeste y blanca. Por primera vez en 52 años, el Estado se baja del mayor espectáculo deportivo del mundo.
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