El meme científico que descolocó a la política argentina. En un país devorado por la polarización, un simple organismo marino hallado por el CONICET logró unir a los argentinos bajo una misma emoción colectiva.
El último sondeo nacional de la consultora Zuban Córdoba y Asociados dejó en evidencia una paradoja dolorosa para la dirigencia política. Mientras la clase gobernante, encabezada por Javier Milei, acumula desaprobación y fragmenta la opinión pública en trincheras irreconciliables, un hallazgo científico transmitido en vivo logró alcanzar lo que parece imposible: entusiasmo, orgullo y consenso. La protagonista de esta historia es la ya célebre “Estrella Culona”, un espécimen marino que apareció en la exploración del fondo del Mar Argentino realizada por el CONICET. Un meme nacido de un organismo de las profundidades terminó superando en imagen positiva al propio Presidente de la Nación.
El informe revela que la “Estrella Culona” cuenta con un nivel de aceptación del 68,6%, una cifra que directamente pulveriza a cualquier dirigente político argentino. La comparación es letal: Milei arrastra un 57,8% de desaprobación a su gestión, un dato que confirma la desconfianza y el desencanto social. En cambio, un ser invertebrado que jamás prometió nada ni firmó decretos logró convertirse en símbolo de un consenso inesperado.
El fenómeno no es anecdótico ni superficial. De acuerdo al estudio, más del 93% de los encuestados se enteró de la transmisión del CONICET. Un 37,3% vio el evento en vivo, un 39,7% lo consumió en resúmenes y un 16,8% al menos escuchó hablar de él. Es decir, casi no hubo argentino que quedara ajeno a la experiencia. Y lo más revelador es que, en lugar de despertar grietas o peleas, generó orgullo. Ese mismo orgullo que el gobierno libertario desprecia cuando se trata de ciencia pública, investigación estatal o inversión en conocimiento.
Mientras la Casa Rosada predica ajuste brutal, desfinanciación de organismos y reducción del rol estatal, la sociedad encontró en una transmisión científica la posibilidad de emocionarse colectivamente. La “Estrella Culona” es un espejo incómodo para Milei: demuestra que el pueblo argentino no rechaza lo público per se, sino que se aferra a aquello que le da identidad, sentido de pertenencia y, en este caso, una sonrisa compartida.
La consultora define al fenómeno como una “inexpugnable capacidad de construir consensos” a partir del orgullo por la ciencia nacional. En criollo, significa que la gente se unió en torno a algo que funciona, que emociona y que no tiene la carga tóxica de la política tradicional. Es casi grotesco que, en medio de un contexto de hambre, inflación y caída del salario real, la figura con mejor imagen positiva en el país no sea un líder político, ni un referente social, ni un empresario exitoso, sino un animal marino que, de manera fortuita, quedó registrado en cámara.
La Estrella Culona es, a su modo, un símbolo de resistencia frente a la decadencia política. Mientras Milei insiste en dividir al país en bandos irreconciliables, la ciencia pública lo desarma con una simple transmisión. El contraste es brutal: el Presidente apenas logra sostener una base identitaria de “anti”, como muestra la encuesta, con un 53% que se identifica con el “anti-mileísmo” y un 49,9% con el “anti-kirchnerismo”. La política se construye a partir del odio, mientras la ciencia convoca desde la curiosidad y el humor.
El episodio invita a reflexionar sobre la crisis de representación en Argentina. Si una estrella de mar supera a la máxima autoridad del país en imagen positiva, es porque algo está roto en el vínculo entre gobernantes y gobernados. La ciudadanía parece preferir el silencio de las profundidades marinas al ruido vacío de la política. Y esa preferencia es un cachetazo a Milei, quien se jacta de interpretar a “la gente” pero no logra generar adhesiones genuinas más allá de la bronca contra sus adversarios.
El meme no nació de un laboratorio de marketing político, sino de una transmisión científica sin maquillaje. Esa autenticidad explica parte de su fuerza: nadie lo manipuló, nadie lo forzó, simplemente apareció y se volvió viral. En cambio, la política de Milei, saturada de discursos violentos, fake news y promesas de ajuste eterno, no despierta alegría ni orgullo, sino rechazo. Allí radica la diferencia entre lo espontáneo y lo impostado, entre lo genuino y lo artificial.
Que un meme científico sea más querido que el Presidente debería alarmar a toda la clase política. Pero en lugar de tomar nota, Milei se encierra en su propio relato, convencido de que la desaprobación es culpa de “la casta” o de conspiraciones inexistentes. La realidad, sin embargo, le devuelve una imagen devastadora: su figura genera más rechazo que simpatía. En contraste, una estrella marina que no habla, no promete y no miente se convierte en referente positivo para una sociedad harta de engaños.
La Estrella Culona no es, por supuesto, una alternativa política. Pero su popularidad señala un camino que Milei se niega a ver: la gente todavía puede unirse alrededor de algo que inspire orgullo, curiosidad y risa. Lo que no tolera es el cinismo de un gobierno que desprecia la ciencia, destruye la educación pública y somete a la población a un ajuste sin fin. El hallazgo submarino es un bálsamo frente al veneno cotidiano que brota de la Casa Rosada.
En definitiva, la paradoja está servida. En un país donde el Presidente divide, una estrella de mar une. En una Argentina donde la gestión de Milei se hunde en las encuestas, un meme científico flota en la superficie de la popularidad. Y en un tiempo en que la política parece incapaz de despertar esperanza, el CONICET demuestra que incluso desde las profundidades del mar puede emerger algo que devuelva orgullo a una sociedad castigada. La Estrella Culona no habla, pero su sola presencia dice más sobre la decadencia del gobierno libertario que mil discursos presidenciales.





















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