Dueño de un avión utilizado por Javier Milei, con embargos millonarios y denuncias por explotación laboral, Olmedo encarna la contradicción entre el discurso de la “cultura del trabajo” y la práctica de evadir impuestos y beneficiarse del aparato político.
En la Argentina de Javier Milei, donde el gobierno se presenta como el adalid de la meritocracia y el látigo contra “los vagos” que viven del Estado, hay personajes que parecen vivir en un universo paralelo. Alfredo Olmedo, el político salteño conocido por su campera amarilla y su muletilla “¡agarren la pala!”, es uno de ellos. Con un prontuario financiero que haría sonrojar a cualquier contribuyente común, Olmedo no solo mantiene intacta su presencia mediática sino que ahora aspira a una banca en el Senado por La Libertad Avanza.
Según datos oficiales, su deuda con el fisco supera los 21 millones de pesos solo en concepto de impuesto a las ganancias y cargas personales. A eso se le suma un embargo estatal por 35 millones de pesos, dictaminado por la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación, que detalla con precisión quirúrgica las sumas reclamadas: más de 30 millones de capital y otros 4,5 millones en intereses y costas. Sin embargo, el hombre de la campera amarilla parece impermeable a cualquier presión judicial o moral.

El historial no termina ahí. De acuerdo con el ARCA, Olmedo se encuentra en la categoría más baja de calificación crediticia: riesgo E. En el Banco Central figura como deudor del sistema financiero, con compromisos impagos en varias entidades: Banco Macro, Banco Masventas, Banco Patagonia y Banco Nación. Con uno solo de ellos —Macro— la deuda trepa a la escandalosa cifra de 604 millones de pesos. Un récord para cualquiera, pero no para quien, desde los sets de televisión, pide sin sonrojarse que “a los que no trabajan se les corte el chorro”.
El contraste entre su prédica y su práctica es obsceno. Olmedo repite como un mantra que el país se salva “trabajando” y que hay que “agarrar la pala”, mientras él mismo evade obligaciones básicas para cualquier ciudadano: pagar impuestos y cumplir con las leyes laborales. Porque sí, también hay antecedentes en este último terreno. Fue denunciado por la UATRE, tras una inspección en La Rioja junto al Ministerio de Trabajo, por someter a sus empleados a condiciones indignas: comida en el piso, baños tipo letrina y trabajadores durmiendo en chozas improvisadas. Escenas propias de un pasado que, se supone, la Argentina había dejado atrás.

En el ámbito político, Olmedo se mueve con soltura. Es diputado del Parlasur y mantiene una cercanía evidente con el presidente Milei. No solo comparten afinidad ideológica y estrategias de comunicación, sino también transporte: uno de los pasajeros de su avión privado fue el propio Milei, trasladado desde San Fernando a Salta en vuelos que costaron casi 14 millones de pesos. Un negocio redondo para Olmedo, que alquila su aeronave a otros políticos mientras evita pagar los impuestos correspondientes.
La campaña electoral de este año le dio un nuevo escenario para desplegar su estilo personal. Recibió 29 millones de pesos de la Justicia Electoral para financiar sus actividades proselitistas en Salta, pero describió ese monto como “un vuelto” que “no le sirve para nada”. Decidió entonces entregarlo en efectivo a ciudadanos, pero no sin antes pedirles todos sus datos personales para —según admitió— “armar una base de datos para la campaña”. Un ejercicio de populismo cash, con un curioso método de fidelización: comprar apoyo con billetes aportados por el Estado. En uno de sus spots, se lo ve entregando “premios” a una joven, dándole a elegir entre 100 dólares o su equivalente en pesos, en un show de billetes que no disimula su intencionalidad electoral.
Olmedo no es un outsider improvisado. Empresario sojero de larga trayectoria, ha buscado siempre un lugar en la vida política, con un discurso conservador y frases que rozan lo extremo. “No faltan cárceles, sobran delincuentes”, dijo alguna vez, mientras hacía un gesto de corte de cuello para explicar lo que, según él, merecen los ladrones. En otra ocasión afirmó que “merecemos cobrar en dólares” y que “un pueblo que trabaja sostiene a otro que no lo hace”, posicionándose como un cruzado contra la “vagancia” que, paradójicamente, se financia con recursos públicos y evita cumplir sus obligaciones tributarias.

Su designación como candidato libertario fue impulsada por Eduardo “Lule” Menem, operador clave del entorno presidencial, en lo que parece ser un movimiento estratégico de La Libertad Avanza para blindar su presencia legislativa en la Cámara Alta. La elección de Olmedo como figura de peso en este armado político revela una contradicción central del mileísmo: el doble estándar para medir la “honestidad” y la “cultura del trabajo” cuando se trata de aliados.
A pesar de las deudas, embargos y denuncias, el político multideudor se mantiene imperturbable. Sabe que mientras conserve su personaje de campera amarilla, su micrófono abierto y la bendición presidencial, puede seguir acumulando beneficios sin que la justicia fiscal o la indignación social lo alcancen. Así, en un país donde el ciudadano de a pie es perseguido hasta por una factura impaga, Olmedo encarna el privilegio más obsceno: el de predicar con severidad lo que él mismo nunca está dispuesto a cumplir.
Fuente: https://www.adnweb.com.ar/politica/otro-politico-que-no-paga-los-impuestos_a6893b1eea1dcdfaf10ded7b2





















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