La crisis estadística del gobierno libertario sumó un capítulo inesperado —y escandaloso— luego de que un informe privado expusiera que el Indec de Marco Lavagna habría “dibujado” datos clave de actividad económica para impedir que el país entre oficialmente en recesión técnica. La consultora Analytica no se anda con vueltas: afirma que el organismo incorporó cifras “muy inusuales” de crecimiento en los sectores de “intermediación financiera” y “hoteles y restaurantes”, alterando deliberadamente la curva del EMAE para dar vuelta un trimestre que, de otro modo, hubiese sido letal políticamente para Javier Milei.
Los datos que difundió el Indec esta semana ya habían generado sospechas. Como reveló LPO, el organismo sorprendió a analistas y consultoras al presentar un septiembre mucho mejor que lo anticipado, acompañado de una corrección al alza de los datos de agosto, julio, junio y otros meses del año. El resultado final fue quirúrgico: el tercer trimestre dejó de ser negativo y, por milagro estadístico, la economía evitó caer en recesión técnica, un golpe que habría derrumbado el relato de “recuperación” montado por la administración libertaria. Sin embargo, lo que parecía una simple revisión se convirtió en un boomerang: la realidad económica —cierre de empresas, achicamientos generalizados, derrumbe del consumo, récord de despidos y ocupación informal creciente— desmiente de manera brutal la foto optimista que intenta vender el gobierno.
El informe de Analytica pone cifras donde antes había solo intuición. Según la consultora, el cambio de tendencia del EMAE se explicó por la introducción de datos tan llamativos como difíciles de justificar. En “Hoteles y Restaurantes”, el índice original aumentó 3,8% respecto de la versión previa, una corrección histórica que, para colmo, no se limitó a un mes sino que se distribuyó a lo largo del año. En un contexto de caída generalizada del turismo interno, restaurantes vacíos y cierres de locales gastronómicos, la maniobra llama la atención por su falta de correlato con la vida real.
Pero el caso más obsceno es el de “Intermediación Financiera”. Analytica encontró que el sector mostró una suba mensual del 11,9%, la más alta desde que existe la serie en 2004. Para dimensionarlo: el máximo previo había sido de alrededor del 5%. Y esto ocurrió en un mes en el que el crédito al sector privado cayó 1,8% en términos reales y en el que los bancos —Galicia, BBVA, Supervielle— presentaron balances desastrosos ante la CNV. Es decir: la economía financiera se desplomaba, pero el Indec la hacía volar. Un imposible fáctico.
La consultora explica esta anomalía a partir de la metodología: si la tasa de referencia usada para calcular la actividad bancaria no se ajustó para reflejar el verdadero costo del dinero —afectado por el aumento extraordinario de encajes que impuso el BCRA en los últimos meses—, entonces el margen entre tasas activas y pasivas se habría ampliado artificialmente. En otras palabras: un cálculo mal hecho, o deliberadamente maquillado, amplifica el supuesto dinamismo del sector. Y desde agosto, los encajes se llevaron a máximos de décadas, con impacto pleno en septiembre. El resultado es un espejismo estadístico construido sobre la base de una economía real que no da señales de vida.
La manipulación queda aún más en evidencia cuando Analytica calcula qué hubiese ocurrido si estos datos inflados se removieran: la actividad económica habría caído 0,2% en septiembre y acumularía cuatro bajas en los últimos cinco meses. Sin trucos ni maquillaje, lo que aparece es una economía estancada desde marzo, y con un nivel de actividad 0,7% por debajo del de diciembre del año pasado. No solo hay recesión técnica: hay recesión a secas.
El escándalo golpeó de lleno a Marco Lavagna, quien tuvo que salir a dar explicaciones tras la oleada de críticas de analistas, consultoras y economistas que detectaron los cambios abruptos en la serie. Pero el daño político ya está hecho. La frase final del informe de Analytica es lapidaria: las revisiones recientes se explican por “un conjunto acotado de actividades”, es decir, un puñado de sectores que fueron manipulados para alterar el resultado general. La sospecha de intervención política sobre las estadísticas públicas —un fantasma que Milei agitó sin descanso durante años— ahora estalla en su propio gobierno.
Economistas cercanos al propio Milei, como Carlos Rodríguez y Diego Giacomini, terminaron exponiendo involuntariamente el corazón del problema. Giacomini, citando datos duros, recordó en X que los sectores que más empleo generan —comercio, industria, transporte, construcción, restaurantes y hoteles— son justamente los más castigados por el modelo libertario. “Todos les va muy mal con el modelo de Milei”, escribió al respaldar una crítica similar de Rodríguez. Y añadió algo decisivo: esos sectores representan 6 de cada 10 empleos de la economía argentina. Es decir: las actividades que sostienen el trabajo en el país se están derrumbando, mientras el Indec inventa un repunte en turismo y banca para sostener un relato que no resiste el menor contraste con la calle.
En definitiva, la cirugía estadística no solo no logró ocultar la recesión: abrió un debate público sobre la calidad y la honestidad de los datos económicos en tiempos de Milei. Lo que debía ser un truco para evitar un cimbronazo político terminó desnudando la fragilidad del modelo económico libertario, donde el crecimiento es apenas una ficción sostenida por planillas de cálculo y no por producción, empleo o consumo real.
El “Milagro Milei” vuelve a mostrar su verdadero rostro: un país que se achica, un Estado que miente y una economía que solo crece en el Excel del Indec. Mientras tanto, la vida cotidiana de millones sigue cayéndose a pedazos.
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