La fiscalía confirmó que el trader e influencer cripto Camilo Rodríguez Blanco recibió millones de dólares de Hayden Davis, transfirió parte a otros acusados y obtuvo ganancias como insider de la estafa $LIBRA. Tras conocerse su nombre, cerró sus redes sociales.
El caso $LIBRA, que ya sacude al ecosistema financiero y político, sumó un nuevo protagonista: el divulgador cripto Camilo Rodríguez Blanco. Según los fiscales, participó activamente del esquema financiero ilegal y obtuvo beneficios directos. Su reacción inmediata fue borrar su cuenta de Twitter, apenas un día después de haber dado una charla sobre finanzas personales aplicadas al mundo cripto.
El entramado del caso $LIBRA, una de las mayores investigaciones financieras de los últimos años, continúa expandiéndose y sumando nombres del universo cripto. Esta vez, la lupa judicial apunta a Camilo Rodríguez Blanco, conocido trader e influencer especializado en inversiones digitales, que hasta hace poco era una voz habitual en eventos y conferencias del sector.
De acuerdo con información oficial de la fiscalía, Rodríguez Blanco habría recibido en febrero casi seis millones de dólares provenientes de Hayden Davis, figura central de la trama financiera en investigación. Lo que más llama la atención es el destino de esos fondos: una parte habría sido transferida a Terrones Godoy y Novelli, ambos previamente mencionados en la causa por su rol en la canalización y dispersión de capitales hacia cuentas offshore.
Pero el dato más revelador no se limita a la transferencia de fondos. La fiscalía también sostiene que Rodríguez Blanco actuó como insider del proyecto $LIBRA, aprovechando información privilegiada para realizar operaciones con la criptomoneda Solana (SOL). Esa maniobra le habría dejado una ganancia estimada en 928.25 SOL, equivalentes a unos 180 mil dólares al momento de la operación.
La secuencia temporal resulta sugestiva. Apenas un día antes de que su nombre apareciera en los documentos judiciales, Rodríguez Blanco participó en un evento público titulado “Finanzas personales aplicadas a Crypto”, donde se presentó como referente de la “transparencia y la educación financiera en el entorno digital”. Al conocerse los datos de la fiscalía, su cuenta de Twitter fue desactivada el sábado, un movimiento que muchos interpretaron como una reacción preventiva ante el escándalo.
El cierre repentino de sus redes no pasó desapercibido entre colegas del ecosistema cripto. Algunos lo defendieron, sugiriendo que podría tratarse de “una confusión” o “una operación mediática”, mientras otros recordaron que el anonimato digital es un arma de doble filo, y que quienes construyen reputación sobre la confianza de sus seguidores deben rendir cuentas cuando su nombre aparece vinculado a maniobras financieras sospechosas.
La situación de Rodríguez Blanco podría agravar la posición de Hayden Davis, principal imputado en la causa, ya que el envío de millones de dólares a terceros confirma la existencia de una red de intermediarios con roles específicos en el esquema. En este sentido, la justicia avanza para determinar si esos fondos estaban destinados al lavado de activos o si formaban parte de un circuito paralelo de inversión en criptoactivos con origen ilícito.
El impacto reputacional para el ecosistema cripto argentino también es significativo. Desde el auge de las inversiones digitales durante la pandemia, numerosos traders y asesores financieros construyeron su influencia en redes sociales bajo el lema de la “libertad financiera”. Sin embargo, la causa $LIBRA está dejando en evidencia la falta de regulación, los vacíos legales y la opacidad del sector, donde operaciones de millones de dólares pueden realizarse con un par de clics y sin controles adecuados.
En el caso de Rodríguez Blanco, la fiscalía evalúa solicitar un embargo preventivo sobre sus cuentas y activos digitales, además de exigir el detalle de las wallets que utilizó en las operaciones. Según trascendió, el Ministerio Público tiene rastreos concretos de movimientos entre exchanges internacionales, lo que complica cualquier intento de argumentar desconocimiento o error involuntario.
Mientras tanto, el propio Rodríguez Blanco guarda silencio. Ni él ni su entorno han emitido declaraciones públicas, y su última aparición registrada sigue siendo la conferencia del viernes. En redes, su nombre comenzó a circular acompañado de hashtags como #CasoLIBRA, #CriptoEscándalo y #RodríguezBlanco, convirtiéndose en tendencia entre la comunidad que hasta hace poco lo consideraba un referente del análisis financiero descentralizado.
El caso vuelve a poner sobre la mesa una pregunta incómoda: ¿cuánto de la promesa de “autonomía” y “libertad financiera” del mundo cripto encubre mecanismos de especulación y blanqueo? El silencio de los protagonistas parece confirmar que, detrás del discurso del emprendedurismo digital, hay una red más amplia de connivencias y ganancias no declaradas.
El próximo 18 de noviembre, la comisión investigadora del Congreso presentará el informe final sobre la estafa $LIBRA, en el que podrían revelarse nuevas conexiones entre el circuito cripto y funcionarios del poder político. Si el nombre de Rodríguez Blanco figura en ese documento, no solo quedará expuesto como parte del entramado, sino como símbolo de una época donde la codicia y el relato del éxito digital se impusieron sobre la ética y la transparencia.



















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