En La Paternal reclaman la expropiación de un baldío para construir una plaza pública y patio escolar

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Vecinos, familias y docentes de La Paternal reclaman la expropiación de un predio abandonado para transformarlo en un espacio verde de uso público y escolar. Un proyecto de ley presentado en la Legislatura busca saldar una deuda histórica con una de las comunas más carentes de superficie verde por habitante. La pulseada con la especulación inmobiliaria y la indiferencia oficial está en marcha. A metros de la Escuela Provincia de Mendoza, un baldío en ruinas resume años de desidia, promesas incumplidas y una necesidad vital: más espacio verde y recreativo para una comunidad que ya no espera, sino que lucha.

Desde hace décadas, una esquina del barrio de La Paternal se convirtió en un símbolo mudo del abandono, la negligencia y la desigualdad urbana. En Donato Álvarez 2174, una parcela de más de 800 metros cuadrados —ubicada en el cruce con Juan A. García y Espinosa— permanece tapiada, cubierta de malezas, basura acumulada y silencio institucional. A pocos metros, la Escuela N.º 15 D.E. 14 Provincia de Mendoza continúa su jornada diaria entre aulas saturadas, un patio techado donde el sol apenas se filtra y niños que aprenden en un entorno que no les ofrece ni sombra ni juego al aire libre. La combinación de estos dos elementos —la ausencia y la necesidad— dio lugar a una propuesta concreta: que ese terreno baldío se convierta en una plaza pública y patio compartido. Un espacio verde que sirva a toda la comunidad y, al mismo tiempo, salde una deuda histórica con los chicos del barrio.

La comunidad educativa, junto a vecinos y vecinas de la Comuna 15, presentó un proyecto de ley en la Legislatura porteña para declarar de utilidad pública y expropiar el terreno en cuestión. No se trata de una ocurrencia aislada ni de una reacción espasmódica. La iniciativa viene gestándose hace años, con el apoyo de familias, docentes, alumnos y organizaciones barriales. Incluso, alumnos de séptimo grado de la escuela participarán del programa “La Legislatura y la Escuela”, donde recrearán una sesión legislativa para debatir y votar simbólicamente su propio proyecto: recuperar un espacio ocioso, insalubre y potencialmente peligroso para convertirlo en un oasis urbano con función pedagógica.

No es un capricho ni un gesto romántico. El artículo 80 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires faculta expresamente a la Legislatura a calificar bienes como de utilidad pública y sujetarlos a expropiación. La Ley 238 reglamenta el procedimiento. El instrumento legal existe. La voluntad social también. Lo que falta, como siempre, es voluntad política.

La directora de la escuela, Karina, lo explica sin rodeos: «Es una esquina totalmente desaprovechada, lindante a la escuela, que permitiría un doble beneficio: patio descubierto para los chicos y plaza para el barrio». Hoy, los estudiantes de la Escuela Provincia de Mendoza no cuentan con un solo metro cuadrado de suelo absorbente. El edificio tiene un patio central techado, donde el sol no entra y las actividades recreativas son limitadas. En cambio, ese terreno, si se recupera, permitiría desarrollar una huerta, actividades al aire libre, experiencias pedagógicas en contacto con la naturaleza. Y, más allá del horario escolar, ofrecería un espacio de encuentro, juego y descanso para toda la comunidad.

La propuesta contempla un diseño participativo y comunitario. No se trata de imponer un proyecto desde arriba, sino de construir entre todos. El predio sería parquizado, con forestación nativa, accesibilidad universal, iluminación antivandálica, cámaras de seguridad y mobiliario urbano de calidad. También se integraría paisajísticamente con la plazoleta Raymundo Gleyzer, ubicada a pocos metros. La señalética prevista lo dice todo: «Este espacio fue logrado por la lucha de los vecinos y vecinas del barrio. Por favor, respetar la convivencia urbana». No es solo una plaza; es una conquista social.

En los últimos meses, cientos de firmas acompañaron la nota de adhesión que respaldó el proyecto presentado en la Legislatura. El escrito no deja lugar a dudas: «Su recuperación como plaza y patio compartido con la escuela es una necesidad urgente». Y añade un dato clave: La Comuna 15, que incluye a La Paternal, Villa Crespo, Chacarita, Agronomía, Parque Chas y Villa Ortúzar, apenas cuenta con 1,7 metros cuadrados de espacio verde por habitante, muy por debajo de los estándares internacionales. Un déficit crónico que impacta directamente en la salud física, el bienestar emocional y la seguridad de los vecinos. Porque donde no hay árboles, hay cemento. Donde no hay bancos, hay rejas. Donde no hay plazas, hay edificios.

Y sí, el fantasma de la especulación inmobiliaria sobrevuela el lugar como un cuervo. En más de una oportunidad aparecieron carteles de venta con renders de edificios en altura. Emprendimientos que, afortunadamente, no se concretaron, pero que mantuvieron en vilo a la comunidad. En este momento, el terreno pertenece a la empresa LMP Administradora Fiduciaria SRL, cuyos dueños —según se sabe— ni siquiera residen en el país. Mientras tanto, la parcela sigue acumulando basura, alimañas y riesgo sanitario. El Gobierno porteño ha intimado en reiteradas ocasiones a los propietarios a realizar tareas de desmalezamiento y limpieza, sin mayor resultado. La inacción es evidente.

Como paso inicial, la comunidad propone que el predio sea reacondicionado bajo el modelo de «Plaza de Bolsillo», una iniciativa ya implementada en otros barrios que permite intervenir terrenos ociosos con obras de bajo costo y alto impacto social. Es una forma de empezar, de ganar tiempo y de mostrar que cuando hay voluntad, se pueden transformar ruinas en vida.

En tiempos donde el cemento avanza como plaga y las prioridades de la Ciudad parecen dictadas por desarrolladores inmobiliarios antes que por las necesidades reales de los vecinos, esta iniciativa se alza como un grito de sentido común. ¿Cómo puede ser que en pleno siglo XXI una escuela pública no tenga un patio al aire libre? ¿Cómo se justifica que una manzana entera esté clausurada al disfrute social por el capricho de quienes ni pisan el barrio?

Este proyecto no es solo un acto de justicia urbana. Es un acto de amor comunitario. De cuidado hacia la infancia. De respeto hacia los espacios públicos. De resistencia frente a un modelo de ciudad que expulsa, encierra y privatiza. La lucha por esta plaza no es menor. Es una pelea por el derecho a respirar, jugar, aprender y convivir. Porque en La Paternal, lo que está en juego no es solo un terreno baldío. Es la dignidad del espacio común.

Fuente:

Todo Paternal, Prensa Vecinal. Año34,Número 409, Julio 2025

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