De la motosierra al delirio: Bertie Benegas Lynch acusa a la UBA de tener prostíbulos sin pruebas

El diputado libertario lanzó una nueva provocación contra la universidad pública, esta vez con una acusación insólita y sin fundamento. Consultado por la fuente, se limitó a responder: «Googléalo».

En su cruzada contra la educación pública, el diputado de La Libertad Avanza, Bertie Benegas Lynch, aseguró en una entrevista que “la UBA tenía prostíbulos en el subsuelo a la noche”. La afirmación, de una gravedad institucional alarmante, no vino acompañada por ninguna prueba ni investigación. Cuando se le preguntó por el origen de semejante denuncia, respondió con liviandad: “Googléalo”. Esta declaración no solo refleja un desprecio por el rol del conocimiento y la evidencia, sino que expone una estrategia de ataque sistemático a las universidades públicas, pilar fundamental del pensamiento crítico y el ascenso social en Argentina.

La guerra del gobierno de Javier Milei contra la universidad pública no da tregua. Esta vez, el protagonista fue el diputado oficialista Bertie Benegas Lynch, quien dejó atónita a la audiencia al afirmar en una entrevista que “la UBA tenía prostíbulos en el subsuelo a la noche”. La frase, propia de un sketch de humor negro, fue lanzada con la seriedad de quien cree que la realidad puede moldearse a gusto con tan solo una declaración mediática.


Lejos de presentar pruebas, documentos o al menos un testimonio mínimamente serio, Benegas Lynch se refugió en la retórica de la posverdad. Cuando el periodista le pidió la fuente de esa acusación gravísima, la respuesta fue tan insólita como irresponsable: «Googléalo». Una actitud que desnuda el desprecio de ciertos sectores libertarios por la investigación rigurosa, el periodismo responsable y la verdad ñ
Este tipo de declaraciones no son aisladas. Se inscriben en una estrategia deliberada del oficialismo por instalar una narrativa de desprestigio hacia las universidades públicas, a las que acusa de “adoctrinamiento”, “gasto innecesario” o “nichos de corrupción”, sin jamás ofrecer evidencia concreta. Como si no bastara con el brutal recorte presupuestario, ahora se apela directamente a la difamación sin escrúpulos.

Cabe recordar que la Universidad de Buenos Aires, blanco de esta acusación delirante, es una de las instituciones educativas más prestigiosas de América Latina. Reconocida por formar profesionales de excelencia, con cinco premios Nobel entre sus egresados y miles de investigaciones científicas publicadas, la UBA representa un orgullo nacional. Y justamente por eso, molesta tanto a un gobierno que considera al conocimiento un enemigo.

La frase de Benegas Lynch no sólo es una falta de respeto a la UBA y a su comunidad, sino también una expresión de una lógica que busca reemplazar el debate público por el escándalo, la prueba por el meme, el argumento por el algoritmo. Lo más preocupante es que detrás de estos exabruptos hay decisiones políticas concretas: ajuste brutal, desfinanciamiento, vaciamiento.

Este episodio deja en evidencia el peligro de naturalizar discursos sin fundamento en los espacios institucionales. Cuando un legislador nacional puede acusar a una universidad de encubrir prostíbulos sin que se le exija rendición de cuentas, estamos ante una degradación grave del debate democrático. El “googléalo” como respuesta no es solo un insulto a la inteligencia, es también un símbolo de cómo se pretende reemplazar la evidencia por el prejuicio.

Las universidades públicas no solo educan: investigan, desarrollan tecnología, salvan vidas, generan pensamiento crítico y promueven la movilidad social. Defenderlas no es una cuestión ideológica, es una necesidad nacional. Por eso, ante cada ataque sin pruebas, cada mentira repetida y cada intento de deslegitimación, la respuesta debe ser contundente: más presupuesto, más verdad, más universidad.

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