Anulan el beneficio de libertad condicional a genocida condenado por la Masacre de Margarita Belén

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El caso Losito revela las fisuras en la administración de justicia cuando se trata de crímenes de lesa humanidad. La decisión de revocar su libertad condicional no es solo un acto jurídico: es una declaración política y ética frente a los horrores del terrorismo de Estado.

Horacio Losito, ex coronel del Ejército Argentino, condenado a prisión perpetua por su participación directa en la Masacre de Margarita Belén y otros crímenes de lesa humanidad, ya no gozará del beneficio de la libertad condicional que le había sido otorgado en diciembre de 2024. La Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal decidió, por mayoría, revocar esa resolución escandalosa por carecer de sustento jurídico y ético. No fue un simple revés técnico. Fue una corrección urgente frente al intento de rehabilitar a un verdugo.

Losito no es un nombre más en la nómina del horror. Es uno de los responsables de uno de los crímenes más siniestros de la dictadura: el fusilamiento encubierto de 15 militantes políticos detenidos el 13 de diciembre de 1976, en un operativo conjunto entre el Ejército Argentino y la Policía del Chaco. Aquella matanza —disfrazada burdamente de “intento de fuga”— fue en realidad una ejecución planificada. A más de cuatro décadas de ese hecho, la Justicia —lenta, sí, pero aún viva— vuelve a alzar la voz: no hay lugar para indulgencias en delitos que ensangrentaron la historia del país.

El juez de Ejecución Juan Manuel Iglesias había decidido otorgarle la libertad condicional al considerar que Losito había cumplido dos tercios de su condena, e interpretando de forma benévola un informe del Equipo Interdisciplinario de la Cámara de Casación. En otras palabras: se le concedió una puerta de salida a quien jamás mostró arrepentimiento, a quien ni siquiera reconoce que sus actos constituyeron delitos de lesa humanidad. No fue un error de cálculo, fue una afrenta.

Y fue también una bofetada para las víctimas, para sus familias, y para toda una sociedad que todavía carga con las cicatrices del terrorismo de Estado. El fiscal general Raúl Pleé, junto con los auxiliares Horacio Rodríguez y Diego Vigay, apelaron la medida con argumentos tan sólidos como inapelables: la supuesta rehabilitación de Losito no contaba con un pronóstico certero ni con una mirada introspectiva de sus crímenes. Pero lo más grave, quizás, fue el desprecio por las voces de las víctimas, una omisión intolerable en cualquier sociedad que se precie de democrática.

El juez Alejandro Slokar, en su voto para revocar la libertad condicional, fue contundente: el fallo original incurrió en “deficiencias de fundamentación” y exhibió una visión arbitraria que rozaba la impunidad. Subrayó, con razón, que Losito no ha mostrado ni un atisbo de comprensión del daño causado ni respeto por el orden legal. Y como si esto fuera poco, dejó claro que la concesión anticipada de beneficios penitenciarios en estos casos puede convertirse en un atajo directo hacia la impunidad.

Los delitos por los que fue condenado Losito —incluyendo torturas, asesinatos y desapariciones— están tipificados como crímenes de lesa humanidad. No prescriben, no se olvidan y no se perdonan. Esa es la vara con la que debe medirse cada decisión judicial que los involucra. La Cámara entendió que el fallo que benefició a Losito, lejos de cumplir con la normativa, ignoró incluso los principios establecidos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que exige que toda flexibilización en la ejecución de penas por violaciones graves a los derechos humanos tenga fundamentos sólidos, verificables y compatibles con la Convención Americana.

La camarista Ángela Ledesma también dejó su firma en esta reparación judicial. Apuntó que el juez de Ejecución resolvió sin contar con la información adecuada, y que el informe técnico que se usó como sustento no pronosticaba de manera clara una reinserción positiva. Al contrario: Losito seguía negando la gravedad de sus actos, rechazaba la calificación de lesa humanidad y no asumía responsabilidad por sus crímenes. Así, el represor seguía siendo fiel a su pasado de silencio y arrogancia.

Recordemos: Losito fue condenado en 2008 a 25 años de prisión por crímenes cometidos en el Regimiento N.º 9 de Corrientes, y en 2011 recibió prisión perpetua por su rol en la Masacre de Margarita Belén. Ambas condenas fueron unificadas, y durante años cumplió prisión domiciliaria. Fue dado de baja del Ejército por el ministro de Defensa Luis Petri recién en 2025, cuando la sentencia quedó firme en la Corte Suprema. ¿Recién entonces el Estado decidió cortar vínculos con un asesino serial de uniforme?

El juicio por la Masacre de Margarita Belén no fue un mero trámite judicial. Se desarrolló durante once meses, con casi 60 audiencias y más de 100 testigos. Fue un ejercicio de memoria activa. Los imputados —a diferencia de sus víctimas— contaron con todas las garantías procesales. No hubo torturas, no hubo fusilamientos. Lo que hubo fue justicia. Y esa justicia dictó prisión perpetua por “homicidio agravado por alevosía y por el número de partícipes” en 11 casos, además de privación ilegítima de la libertad en otros cuatro. Ocho militares fueron condenados; un policía fue absuelto. La verdad judicial finalmente alcanzó a los asesinos, y con ello vino la confirmación de lo que la historia ya sabía: el supuesto “enfrentamiento” fue un fusilamiento planificado, un crimen de Estado en toda regla.

En la audiencia final, los familiares de las víctimas —aquellos que caminaron décadas exigiendo justicia— celebraron cantando, llorando y levantando los brazos en alto. Frente a los gritos nacionalistas de los familiares de los represores, ellos respondieron con el Himno. Fue una escena de profunda carga simbólica: la memoria venciendo al olvido, la verdad desarmando el cinismo.

Revocar la libertad condicional de Horacio Losito no borra el dolor, ni devuelve a las víctimas. Pero reafirma que, incluso en tiempos oscuros, hay instituciones que siguen sosteniendo el pacto democrático básico: los crímenes de lesa humanidad no pueden ser negociados. No hay espacio para los grises cuando se trata del terrorismo de Estado. Ni ayer, ni hoy, ni nunca.

Fuente:
https://www.fiscales.gob.ar/lesa-humanidad/resistencia-revocaron-la-libertad-condicional-del-coronel-losito-condenado-por-la-masacre-de-margarita-belen-y-otros-crimenes-de-lesa-humanidad/
https://cpm.chaco.gov.ar/sitio/juicio-por-la-masacre-de-margarita-belen/

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