¡Pero la inflación está bajando! YPF aumentó el 3,5% los combustibles y quieren que carguen en madrugada

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YPF volvió a subir la nafta y lanzó el “autodespacho”: ¿beneficio o estrategia encubierta? Con la petrolera estatal bajo gestión libertaria ensaya una jugada doble: ajuste con marketing.

La empresa de bandera argentina que durante décadas fue símbolo de soberanía energética, hoy parece hablar el idioma de las consultoras financieras. Este martes 1 de julio, en el marco de una política económica profundamente recesiva, la petrolera estatal comandada por Horacio Marín aplicó un nuevo aumento del 3,5% en sus combustibles. La medida se suma a la ya larga lista de incrementos que vienen golpeando el bolsillo de trabajadores, pymes, transportistas y usuarios en general desde que Javier Milei llegó a la Casa Rosada.

Según el nuevo cuadro tarifario, la nafta Súper pasó a costar $1.228, la Premium $1.454, el gasoil $1.233 y el Euro $1.423. Sin embargo, para disfrazar el impacto, YPF decidió lanzar una novedad que el marketing corporativo denomina “autodespacho”, pero que muchos ya consideran una forma encubierta de responsabilizar al cliente por su propia crisis: si el usuario carga de madrugada, de 00 a 6, y usa una app, puede pagar un 5% menos. Claro, siempre que no viva en Buenos Aires, La Pampa o Jujuy, donde por cuestiones legales esta modalidad está prohibida.

Para acceder al supuesto ahorro, el cliente debe tener descargada la YPF App, seleccionar tipo y monto de combustible frente al surtidor, y pagar desde su celular. Sin personal. Sin servicio. Sin derechos laborales para quien antes cumplía ese rol. ¿La promesa? Un descuento del 5%. ¿La realidad? Una privatización de facto de la experiencia del usuario, disfrazada de modernidad.

Así, los precios nocturnos quedan de la siguiente manera: Súper a $1.166,60, Premium a $1.381,30, gasoil a $1.171,35 y Euro a $1.351,85. El beneficio, por ahora, no está disponible en tres provincias por razones legales, aunque YPF ya anticipó que buscará extenderlo a todo el país. ¿El plan libertario es eliminar el trabajo humano hasta en las estaciones de servicio?

Desde la empresa se justifica el aumento bajo los ya clásicos “parámetros conocidos”: cotización internacional del crudo, variación del tipo de cambio, impuestos a los combustibles y precios de biocombustibles. Una fórmula ya repetida que nunca toma en cuenta los ingresos locales ni la situación social de un país donde el 50% de la población no llega a fin de mes.

Mientras tanto, el gobierno nacional sigue profundizando su política de desregulación, desinversión y privatización silenciosa, al tiempo que pretende convertir cada necesidad en un negocio. En este marco, el aumento de los combustibles no es una medida aislada, sino parte de una estrategia más amplia: transferir los costos del ajuste a las mayorías, mientras se beneficia a sectores financieros y grandes inversores.

Esta nueva suba en el precio de la nafta se da a horas de que el presidente Javier Milei culpara, una vez más, a sus antecesores por todos los males y asegurara que la economía está “encaminada”. Lo cierto es que los combustibles ya aumentaron más de un 80% en lo que va del año, encareciendo no solo la movilidad individual sino toda la cadena logística, desde los alimentos hasta el transporte público. La narrativa de “la libertad avanza” choca con la realidad de un país donde el precio de llenar el tanque supera los $80.000 en muchos vehículos, mientras el salario mínimo apenas araña los $234.000.

En nombre de la eficiencia, el gobierno impulsa una economía que castiga al usuario, premia la resignación y margina a las provincias. El “autodespacho” no es solo una nueva modalidad de pago: es el símbolo de una época. Una época donde el que no tiene celular, no carga. El que no puede desvelarse, no accede al “descuento”. Y el que no se adapta, queda fuera.

Más que modernidad, lo que se ofrece es un modelo sin rostro humano, sin derechos laborales, y con cada vez menos presencia del Estado. Un modelo que, como advirtió Cristina Fernández de Kirchner días atrás, podrá encarcelar ideas, pero no evitará que el experimento libertario fracase estrepitosamente. Mientras tanto, el surtidor sigue subiendo, aunque no haya quien lo atienda.

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