La UCA advirtió que en 2024 la pobreza infantil alcanzó su nivel más alto desde 2001, con un 67,3% en el primer semestre. Aunque los aumentos en la AUH y la Tarjeta Alimentar dieron un respiro parcial, la desigualdad territorial se profundizó y expone la crudeza del modelo económico.
El Observatorio de la Deuda Social de la UCA reveló que más de la mitad de los niños y niñas del país viven en hogares pobres. El informe muestra que la situación en el NOA y el NEA es crítica, con ciudades donde tres de cada cuatro chicos están bajo la línea de pobreza. La política de ajuste del gobierno de Javier Milei se presenta como una condena generacional.
En la Argentina de Javier Milei, la infancia paga la factura más cara del ajuste. El último informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA detalla que la pobreza infantil llegó a un récord del 67,3% en el primer semestre de 2024, el nivel más alto desde la crisis de 2001-2002. Aunque en el segundo semestre el índice descendió al 52,8% gracias a un freno en la inflación y algunos refuerzos en la AUH y la Tarjeta Alimentar, el alivio fue apenas un parche: millones de chicos siguen atrapados en una realidad de privaciones estructurales.
La situación es brutal. Los hogares pobres tuvieron ingresos 42,6% por debajo de la Canasta Básica Total durante el primer semestre de 2024, cuando la inflación acumuló un 62,4%. Ese dato no es un número frío: significa que familias enteras quedaron imposibilitadas de cubrir alimentación, vestimenta y vivienda básica. Y que, en la práctica, millones de niños crecieron con hambre, falta de oportunidades y un futuro hipotecado por políticas económicas que priorizan la austeridad a cualquier costo.
La desigualdad territorial es aún más elocuente. Mientras en la Ciudad de Buenos Aires la pobreza infantil alcanza el 27,1%, en Concordia trepa al 75%, un contraste que revela un país fracturado. En el NOA y el NEA la situación es directamente desesperante: Gran Salta, Formosa, La Rioja, Gran Paraná y Gran Resistencia muestran niveles muy por encima del promedio nacional. Ni siquiera la mejora estadística de fin de año logró revertir esa condena.
El gobierno presume de estabilidad macroeconómica, pero la pregunta incómoda es quién paga el precio de ese equilibrio. El informe de la UCA muestra que el ajuste recayó con mayor crudeza sobre los más pobres, con la infancia como principal víctima. Ni los aumentos de la AUH —100% en enero, 27% en marzo, 41% en junio— ni la ampliación de la Tarjeta Alimentar lograron compensar la pérdida del poder adquisitivo. Lo que se presenta como asistencia social fue apenas un salvavidas en un océano de privaciones.
La lectura más cruda del documento es clara: mientras algunas regiones —como el AMBA, el Centro o la Patagonia— lograron mejoras parciales, la mitad de los aglomerados del país empeoraron. El rebote no fue homogéneo; hubo ganadores y perdedores. Y entre los perdedores se cuentan millones de chicos que no tienen voz para reclamar, pero que serán los herederos de un presente de hambre y desigualdad.
La pobreza infantil no es solo un problema estadístico, es un crimen social. Y en la Argentina de Milei, el número más alto desde 2001 es también la radiografía de un modelo que no ofrece futuro.
Fuente
.https://www.ambito.com/economia/la-pobreza-infantil-alcanzo-su-mayor-nivel-2001-2024-pero-dos-politicas-ayudaron-contenerla-n6156768




















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