Nuevas imágenes revelan movimientos sospechosos del empresario amigo del Presidente en bóvedas bancarias días antes de que estallara la estafa

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Los videos muestran a Mauricio Novelli, socio de la fallida criptomoneda $Libra, junto a su madre y hermana, trasladando mochilas y bolsos en la bóveda del Banco Galicia, justo antes de que se desplomara el proyecto promovido por el propio Milei. Mientras la justicia intenta desentrañar el destino de fortunas volátiles, crece el manto de sospecha sobre maniobras patrimoniales y mecanismos de impunidad que podrían salpicar al corazón del gobierno libertario.

Mauricio Novelli aparece en las nuevas imágenes de las cámaras de seguridad del Banco Galicia como si fuera el protagonista de un thriller financiero. Se lo ve entrando, diez días antes del estallido del escándalo de $Libra, con su madre y su hermana, cargados de mochilas y bolsos, directo a la bóveda. No se trata de una escena banal. Es la pieza que faltaba para hacer más turbia la historia de un empresario cripto que no es un desconocido cualquiera, sino alguien con acceso privilegiado a los pasillos más poderosos del país: la Casa Rosada y la quinta de Olivos. Un hombre que, además, dio clases en la academia de negocios de Javier Milei.

La sola lectura del expediente y la descripción casi cinematográfica de las cámaras bancarias invitan a la suspicacia. No es para menos. Porque cuando hablamos de Novelli no hablamos sólo de un joven trader con ínfulas de tiburón financiero. Hablamos de alguien que en 2024 conectó al Presidente de la Nación con el estadounidense Hayden Davis, creador de la criptomoneda $Libra. Hablamos de un personaje que entró nueve veces a la Casa Rosada y tres a Olivos, con la bendición de Karina Milei, la hermana del mandatario. Hablamos de reuniones de alto nivel en la sede de gobierno donde se cocinaban negocios que, según los organizadores, vendrían a “tokenizar” la economía argentina. Suena rimbombante, pero terminó en tragedia financiera para miles de argentinos que confiaron en la ilusión libertaria.

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El 4 de febrero —cuatro días después de uno de esos cónclaves con Davis en la Rosada— Novelli abrió dos cajas de seguridad en la sucursal Martínez del Banco Galicia. Llevaba a su madre, María Alicia Rafaele, y a su hermana, María Pía Novelli. Las cámaras lo muestran en maniobras casi coreográficas: abre cofres, los intercambia, se mete en box privados. Van y vienen mochilas y bolsos. Nadie sabe qué había dentro. Quizás efectivo. Quizás documentación. Quizás pendrives cargados de información valiosa o comprometedora. Y es justamente la imposibilidad de saberlo lo que convierte estas imágenes en dinamita política.

Diez días más tarde, estalla el escándalo de $Libra. El token, que prometía revolución y riqueza, sube como espuma y se desploma en cuestión de horas. Un puñado de billeteras virtuales con información privilegiada se lleva millones. Y el resto —los pequeños ahorristas, los emprendedores que soñaron con salvar su negocio— se quedan mirando la pantalla vacía de sus celulares, con los dólares evaporados. Fue apenas tres días después de que Javier Milei promocionara la criptomoneda en sus redes sociales, para luego borrar el tuit seis horas más tarde. Una jugada tan sospechosa como cruel para los damnificados.

Las maniobras bancarias de Novelli y su familia no terminan el 4 de febrero. El 17, apenas tres días después de aquel famoso tuit de Milei, la madre y la hermana del empresario retiran el contenido de las cajas. Bolsos vacíos entran. Bolsos llenos salen. Y el 20, Rafaele vuelve al banco, esta vez para sacar un turno y visitar la gerencia. ¿A qué fue? Misterio. Pero los investigadores están convencidos de que algo había que sacar de allí antes de que la justicia se apareciera.

Es cierto que resulta difícil imaginar que se trate exactamente de fondos provenientes de la estafa, porque todo se gestó en los meses previos, en esos encuentros privados entre Novelli, Terrones Godoy, Davis y empresarios del universo cripto. Pero la coincidencia de fechas y la danza de mochilas y cofres no deja lugar para la ingenuidad. Y si algo aprendimos en la Argentina es que cuando se habla de cajas de seguridad y funcionarios poderosos, la historia casi nunca termina bien para el pueblo llano.

Mientras tanto, la causa penal que lleva adelante el fiscal Eduardo Taiano crece en volumen y en secretos. Las querellas estiman que hubo maniobras patrimoniales para esconder dinero o documentos comprometedores. Un dato encendió las alarmas: Binance habría informado operaciones por 250.000 dólares en una cuenta de María Pía Novelli, una joven de 26 años que, según registros, sólo colaboraba en el Tech Forum, la empresa de Novelli y Terrones Godoy. ¿De dónde salió semejante suma para una chica sin antecedentes laborales más allá de ese evento? ¿Y por qué la empresa Tech Forum, que organizó en octubre un gran congreso cripto donde cerró el mismísimo Milei, terminó con oficinas allanadas y libros contables vacíos?

No son preguntas menores. Porque mientras la justicia sigue los rastros digitales y bancarios, el gobierno de Milei exhibe un silencio incómodo. Desde la Secretaría General de Presidencia contestaron al fiscal Taiano que no se hizo ninguna actuación interna sobre el Tech Forum, pese a que el Consejo de Asesores del Presidente había recibido advertencias sobre sus vínculos con fraudes cripto. Incluso hubo llamados de Demián Reidel, el jefe del Consejo de Asesores, a programadores como Maximiliano Firtman, para averiguar quiénes eran estos personajes. Firtman no dudó en calificar el evento como “raro, a puertas cerradas, con el presidente como orador y dos organizadores que tienen denuncias por maniobras defraudatorias”.

Mientras tanto, las fichas del tablero se siguen moviendo. El fiscal Taiano prorrogó 90 días más el congelamiento de los bienes de Novelli, su familia y sus socios. La Dirección de Recupero de Activos sostiene que, dadas las circunstancias, hay fuertes sospechas de que lo que se ocultó en esas cajas de seguridad es producto del delito. Y no es sólo una cuestión de criptomonedas. Es, sobre todo, una cuestión de poder.

Porque detrás del humo cripto, lo que asoma es la fragilidad moral de un gobierno que, mientras predica libertad, se codea en reuniones privadas con empresarios que prometen milagros digitales y terminan generando ruina para miles. La misma administración que supo subirse a la ola libertaria para vender futuro, hoy se tropieza con sus propios fantasmas. Y lo hace, además, intentando blindarse: la Oficina Anticorrupción, lejos de investigar, emitió una resolución casi hecha a medida para desligar a Milei del escándalo $Libra, bajo el argumento de que era “una actividad personal” y sin inversión estatal. Los diputados Ferraro y Frade lo denunciaron por encubrimiento, abuso de autoridad y omisión de deberes. Otro síntoma de que, en este país, la transparencia suele tener precio.

Mientras tanto, el diputado Juan Marino no logra que el Ministerio de Justicia le abra las puertas de la información pública sobre lo que investiga la Unidad de Tareas de Investigación (UTI). Todo es secreto. Todo es “reservado”. ¿Si aquí no ha pasado nada, qué esconden?

Queda flotando, como una sombra, la misma pregunta que late en cada reunión del gabinete libertario, en cada pasillo del Congreso y en cada charla de café: ¿cuánto sabía Milei de todo esto? Porque si no sabía, estamos ante un gobierno peligrosamente ingenuo, gobernado por improvisados que se dejan engatusar por el primer vendedor de humo digital. Pero si sí sabía, la cosa es muchísimo más grave. Y entonces lo que está en juego no es sólo el dinero perdido por miles de ahorristas. Está en juego la credibilidad de un proyecto político que prometía libertad y terminó cercado por la mugre de sus propios negocios.

Hoy las imágenes de Novelli y su familia cargando mochilas y bolsos en la bóveda del banco son mucho más que simples filmaciones. Son la postal perfecta de un gobierno que juega a la transparencia mientras, puertas adentro, guarda secretos en cajas de seguridad. Y en el caso $Libra, esas cajas podrían esconder algo más peligroso que dólares: podrían esconder la verdad.

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