Fundación Huésped y Fundación de la Hemofilia en crisis por el ajuste de Milei

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El ajuste brutal del gobierno nacional comienza a cobrarse víctimas concretas en el corazón del sistema sanitario: instituciones históricas como Fundación Huésped y la Fundación de la Hemofilia enfrentan su peor crisis por el desmantelamiento de subsidios clave. El relato oficial habla de eficiencia, pero la realidad en carne viva es otra: laboratorios cerrados, pacientes desprotegidos y trabajadores despedidos. El Estado se retira, la salud retrocede y el ajuste recae, una vez más, sobre los más vulnerables.

En la Argentina de Javier Milei, las palabras “libertad” y “ajuste” se han convertido en una especie de mantra distorsionado que justifica desde despidos masivos hasta la demolición metódica de las redes de contención social. Y si había un terreno donde el impacto del desguace estatal iba a ser inmediato y brutal, ese era el de la salud pública. Hoy, dos instituciones emblemáticas —Fundación Huésped y la Fundación de la Hemofilia— alzan la voz para advertir que están atravesando una de las peores crisis de su historia. El factor común: la retirada feroz del Estado bajo el argumento de “achicar gastos”.

Fundación Huésped, con casi cuatro décadas de trabajo incansable en la prevención del VIH, enfermedades infecciosas y la promoción de derechos sexuales y reproductivos, enfrenta un escenario crítico. Con una reducción drástica del financiamiento por parte del Estado, se vieron obligados a cerrar laboratorios, discontinuar servicios clave y despedir a un número significativo de profesionales de la salud. La organización, que supo ser un pilar en la lucha contra el SIDA y en campañas masivas de concientización, denuncia hoy que se encuentra transitando “el momento más complejo de su historia”.

Esto no es un relato apocalíptico ni una proyección alarmista: es la consecuencia directa de políticas públicas que se jactan de “recortar privilegios” pero que en la práctica cortan con bisturí oxidado los nervios sensibles de la sociedad. Mientras los voceros del gobierno celebran balances fiscales o superávit “heroicos”, las organizaciones que garantizan el acceso a tratamientos y diagnósticos tempranos para miles de personas son llevadas al abismo por el desfinanciamiento.

Pero la tragedia no termina ahí. La Fundación de la Hemofilia, que desde 1944 se dedica a brindar atención integral a personas con trastornos de coagulación, también se encuentra en una situación terminal. Su presidenta, Silvina Chernizki, advirtió que la eliminación de los subsidios por parte del Estado nacional deja a la institución en la cuerda floja. Y lo dijo sin rodeos: “Estamos en una situación crítica. No es alarmismo, es la realidad”.

Esta fundación atiende a más de mil pacientes, muchos de ellos niños y niñas que necesitan tratamientos costosos y continuos para poder vivir con dignidad. La interrupción de los aportes estatales implica no solo el riesgo de cierre, sino la condena a cientos de personas a una vida sin acceso a medicamentos esenciales. Se trata de un retroceso civilizatorio. De un abandono deliberado. De una política que no entiende (o no le importa) que detrás de cada número recortado en el Excel hay una historia, un cuerpo, una vida.

Resulta obsceno escuchar a los funcionarios libertarios hablar de «ineficiencia estatal» mientras se desmantelan instituciones que, precisamente, vinieron a cubrir las falencias históricas del sistema público. Porque si algo hizo Fundación Huésped en todos estos años fue llenar el vacío que el Estado muchas veces dejó en materia de prevención, diagnóstico y acompañamiento. Lo mismo la Fundación de la Hemofilia, que durante décadas garantizó tratamiento, contención y seguimiento clínico a personas que, de otro modo, hubieran sido arrojadas a su suerte.

La pregunta es brutal y necesaria: ¿qué Estado decide dejar morir así a las organizaciones que salvan vidas? La respuesta está en la lógica del ajuste salvaje, en esa idea primitiva de que el mercado puede resolver lo que el Estado desatiende. Pero el mercado no tiene corazón, ni compromiso, ni vocación. Y mientras Milei declara guerras culturales y se regodea en provocaciones mediáticas, el país real se desangra en silencio.

En este contexto, la palabra “crisis” ya suena a eufemismo. Es desmantelamiento. Es abandono. Es una política de Estado cuyo objetivo parece ser no solo achicar el gasto, sino también doblegar a quienes durante años ofrecieron alternativas solidarias y efectivas al colapso del sistema sanitario. No se trata solamente de un recorte presupuestario: se trata de un proyecto ideológico que desprecia todo lo que huela a solidaridad, a comunidad, a Estado presente.

Hoy la Fundación Huésped y la Fundación de la Hemofilia son apenas dos ejemplos —visibles, dolorosos, concretos— de lo que significa vivir bajo un gobierno que pone al “déficit cero” por encima de las personas. Mañana, si el rumbo no se modifica, vendrán otras instituciones, otros hospitales, otras redes sociales que verán cómo se evaporan los fondos, los recursos, el respaldo. Lo que está en juego no es solo el presente de estas organizaciones: es la salud pública como derecho, como política de Estado, como pilar de una sociedad que alguna vez pretendió ser inclusiva y equitativa.

No hay ajuste sin consecuencias. No hay milagro económico sin víctimas. Y lo que estamos viendo es que esas víctimas ya tienen rostro, nombre, diagnóstico y, por ahora, muy pocas respuestas.

Fuente:
https://www.pagina12.com.ar/845886-fundacion-huesped-en-crisis-es-el-momento-mas-complejo
https://diariohoy.net/politica/nuevo-golpe-a-la-salud-fundacion-huesped-enfrenta-su-peor-crisis-272429
https://www.abcdiario.com.ar/nacionales/la-fundacion-de-la-hemofilia-al-borde-del-cierre-por-la-eliminacion-de-subsidios-del-gobierno/

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