El gobierno de Javier Milei se hunde cada día más en su propio laberinto de corrupción, desorden y peleas internas. La investigación judicial por coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis) y en la droguería Suizo Argentina sumó un capítulo explosivo: allanamientos en las sedes de ambas instituciones, la incautación de computadoras y documentación sensible, y, sobre todo, nuevas grabaciones que comprometen directamente a Karina Milei.
Los audios difundidos en las últimas horas no solo refuerzan las sospechas de recaudación ilegal sino que confirman que la propia hermana del Presidente también está bajo la lupa. En las cintas, atribuidas a Karina, se la escucha hablar de su jornada en la Casa Rosada y de la necesidad de mantener la unidad en medio del caos interno. El detalle no menor es que el propio vocero presidencial, Manuel Adorni, admitió que las grabaciones habrían sido realizadas dentro de la sede gubernamental. Es decir, la principal funcionaria del círculo íntimo de Milei fue espiada en el corazón del poder.
El fiscal Franco Picardi y el juez Sebastián Casanello avanzan contra viento y marea, mientras la familia Kovalivker –accionistas de Suizo Argentina– intenta frenar la investigación denunciando la supuesta ilegalidad de las grabaciones. Una jugada desesperada, mientras se niegan a entregar correos electrónicos y ponen a sus abogados a bloquear el acceso a pruebas. La justicia, por su parte, ordenó secuestro de celulares, bloqueo de cajas de seguridad y levantamiento de secretos bancarios, buscando cercar a empresarios y funcionarios.
La crisis golpea de lleno en el núcleo duro libertario. Diego Spagnuolo, exjefe de la Andis y abogado de Milei, aparece en los audios denunciando que Karina y “Lule” Menem se “llevaban todo”. Hoy se muestra abatido y con la posibilidad de convertirse en arrepentido, lo que abriría un nuevo frente para el oficialismo. Mientras tanto, el celular que entregó “casualmente vacío” alimenta más suspicacias sobre el encubrimiento oficial.
En paralelo, el show del desconcierto oficial se repite. Milei primero validó a la empresa implicada, luego intentó descalificar a Spagnuolo, después amenazó con denuncias por calumnias que nunca presentó. Adorni, en un lapsus monumental, terminó reconociendo que las grabaciones ocurrieron en la mismísima Casa Rosada, lo que pulveriza la fábula de la “operación kirchnerista”.
El Gobierno que prometió transparencia se hunde en la corrupción más burda y en una guerra interna que hace crujir a Balcarce 50. Con audios que comprometen a la propia hermana del Presidente, un fiscal que estrecha el cerco judicial y un clima de paranoia que desborda, la “casta” resultó ser Milei y los suyos.
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