YPF se endeuda para venderle dólares baratos al Banco Central y sostener el modelo de Milei

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El gobierno libertario repite el manual del macrismo: endeuda a empresas públicas para simular solvencia y sostener la ficción del éxito económico. Esta vez, YPF fue la carnada: le vendió divisas al BCRA a un precio inferior al del mercado para «maquillar» reservas. Una jugada peligrosa, desesperada y opaca.

Mientras el discurso oficial repite que la economía argentina se encamina hacia una recuperación milagrosa y que el ajuste “ya fue pagado”, los engranajes ocultos del modelo libertario comienzan a crujir bajo el peso de una verdad incómoda: el gobierno de Javier Milei está desesperado por sostener una imagen de estabilidad que no se condice con la realidad material de la mayoría de los argentinos. Y para mantener ese espejismo, está dispuesto a hipotecar el futuro de una de las empresas más estratégicas del país: YPF.

Según reveló el medio especializado La Política Online, la petrolera bajo control estatal realizó una operación que difícilmente pueda interpretarse de otra forma que no sea como un acto de saqueo disfrazado de “colaboración institucional”. En concreto, YPF vendió 90 millones de dólares al Banco Central a un tipo de cambio artificialmente bajo: unos 940 pesos por unidad. Este precio no solo fue inferior al del dólar contado con liquidación (que ronda los 1.300 pesos), sino que además implicó una pérdida evidente para la compañía en comparación con las condiciones reales del mercado.

¿Qué significa esto? Que mientras el Gobierno se jacta de haber acumulado más de 8.000 millones de dólares en reservas, lo hace gracias a maniobras poco transparentes y cada vez más peligrosas para la salud económica del país. En este caso, forzando a una empresa estatal clave a desprenderse de sus divisas a un precio irrisorio para engordar artificialmente las arcas del Central. Un maquillaje contable que, en lugar de fortalecer la macroeconomía, erosiona los activos estratégicos de la Nación.

El mecanismo detrás de esta maniobra es más perverso de lo que aparenta. YPF accedió a endeudarse en el exterior para hacerse de los dólares necesarios para cubrir la operación con el Banco Central. La lógica, en apariencia, sería funcional: “conseguir dólares afuera para inyectarlos acá”. Pero lo que se esconde detrás es un drenaje peligroso: la petrolera toma deuda a tasas internacionales para entregar divisas a un valor menor que el real. Un negocio redondo para el BCRA, ruinoso para la empresa.

No es la primera vez que se observa este tipo de movimientos bajo gobiernos de corte liberal-conservador. Durante la gestión de Mauricio Macri, la utilización de empresas estatales como “prestamistas forzados” del Tesoro o el Central fue una práctica frecuente. Ahora, con la excusa de la “libertad de mercado” y el “achicamiento del Estado”, Milei y Caputo replican el modelo, esta vez con una retórica aún más brutal, pero con los mismos métodos.

La pregunta que inevitablemente surge es: ¿por qué YPF accede a una operación tan perjudicial para sus propias cuentas? La respuesta, aunque incómoda, es obvia: por presión política. Bajo la conducción de Horacio Marín —quien fue nombrado por este mismo gobierno y responde directamente al Ejecutivo—, la petrolera se convirtió en una herramienta dócil para sostener las fantasías económicas del Presidente. En lugar de defender su patrimonio, su desarrollo productivo o su rentabilidad, ahora sirve de plataforma para alimentar una ficción que no se sostiene sin sacrificios invisibles.

Esto no es una simple operación financiera. Es una decisión política con consecuencias profundas. Endeudar a una empresa del tamaño y la importancia de YPF para conseguir dólares baratos es hipotecar su capacidad de inversión, su autonomía financiera y su rol estratégico en el entramado energético del país. Y todo eso, a cambio de alimentar por unas semanas un número de reservas que no se corresponde con una mejora genuina de la economía real.

Más preocupante aún es el contexto en el que se da esta maniobra. El gobierno de Javier Milei eliminó prácticamente toda intervención estatal en los precios del petróleo y el gas, benefició a las grandes exportadoras con un tipo de cambio favorable y ajustó brutalmente el gasto público en sectores clave. Sin embargo, al momento de “hacer caja” para sostener la narrativa del éxito, recurre a métodos propios del populismo financiero: usar empresas públicas como salvavidas del modelo.

Lo que se evidencia aquí es una contradicción flagrante en el discurso del oficialismo. Mientras se demoniza todo lo que huela a estatal, se utiliza a la mayor empresa bajo control del Estado como sostén de una política cambiaria opaca y artificial. Mientras se habla de “libertad”, se impone a una firma con accionistas privados una estrategia que claramente lesiona su valor.

Además, el detalle más escandaloso es la total falta de transparencia con la que se ejecutó esta operación. No hubo comunicación oficial, ni explicación pública, ni justificación técnica. Todo salió a la luz gracias a una filtración. Un mecanismo que ya se vuelve habitual en la gestión libertaria: gobernar a espaldas de la sociedad, escondiendo decisiones que comprometen recursos estratégicos.

Esta venta de dólares por parte de YPF al BCRA no es un hecho aislado ni menor. Es una pieza más de un rompecabezas peligroso: el gobierno está desesperado por mantener la calma cambiaria y sostener una narrativa de “éxito” que no tiene correlato en la calle. Para eso, no duda en rifar activos públicos, postergar pagos, ocultar cifras y endeudar a quienes deberían estar generando riqueza real, no salvando ficciones monetarias.

En definitiva, el “ajuste más grande de la historia” no lo está pagando la casta, ni los ñoquis, ni los burócratas. Lo están pagando las empresas estratégicas del Estado, transformadas en garantes de un experimento económico que ya da señales de agotamiento. YPF, una vez más, es usada como el comodín de turno para sostener la economía del Excel, en detrimento de su verdadero rol: liderar el desarrollo energético soberano de la Argentina.

La historia juzgará este tipo de decisiones. Lo cierto es que, mientras los funcionarios celebran el supuesto superávit y los periodistas amigos aplauden el “orden macroeconómico”, se sigue vaciando el motor productivo del país. YPF merece mucho más que ser la billetera de un gobierno que prometió dinamitar el Estado pero no tiene problemas en manipularlo cuando le conviene.

Fuente:
https://www.lapoliticaonline.com/economia/ypf-le-vendio-dolares-baratos-al-gobierno/

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