El diario británico analizó la derrota electoral en la provincia de Buenos Aires y señaló que la gestión libertaria atraviesa su etapa más frágil, marcada por la recesión, la fuga de capitales y un creciente descontento social.
Con un desplome bursátil, reservas en caída, denuncias de corrupción y una desaprobación ciudadana que ya supera el 50 %, el gobierno de Javier Milei enfrenta un escenario crítico que desnuda las contradicciones de su proyecto. El optimismo que alimentan Trump y Musk desde el exterior contrasta con una Argentina golpeada por salarios bajos, desempleo y la falta de respuestas frente a la crisis.
La derrota de Javier Milei en la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo obtuvo el 47 % de los votos frente al 34 % de La Libertad Avanza, no fue solo un traspié electoral: fue un golpe político que expuso la debilidad estructural de su proyecto. El diario británico The Times lo describe como el momento más delicado del gobierno libertario, una etapa donde se cruzan la fragilidad económica, el desgaste político y el malestar social.
El relato del oficialismo sobre “éxitos” en la baja de la inflación o el ajuste fiscal convive con una realidad que arde en la calle. Según la encuesta citada por el medio, la desaprobación de Milei ya trepa al 54 %, alimentada por la pérdida del poder adquisitivo y la falta de mejoras palpables en la vida cotidiana. La gente reconoce que la inflación cedió, pero también asegura que los sueldos no alcanzan y que la mayoría sobrevive en condiciones de precariedad.
A esto se suma el golpe de los mercados. La Bolsa de Buenos Aires, que en 2024 fue la estrella mundial, hoy se derrumba con una caída de un tercio, posicionándose como el peor índice global. El peso se encuentra bajo una presión insoportable: en apenas tres días, el Banco Central quemó más de 1.000 millones de dólares de sus escasas reservas líquidas para sostenerlo, un intento que apenas logró retrasar el deterioro. ¿Dónde quedó la promesa de estabilidad y confianza para los inversores?
Como si no alcanzara, el escándalo de corrupción que salpica a Karina Milei golpea de lleno en la narrativa anticasta que llevó a su hermano a la presidencia. Los audios filtrados sobre supuestos sobornos en contratos públicos dejaron al descubierto un modus operandi que, lejos de destruir la vieja política, la reproduce con otro rostro. La reacción del presidente, echando a un funcionario y negando todo, no alcanza para frenar la erosión de su imagen. La gente que votó para “terminar con la corrupción” ve hoy cómo esa bandera se deshilacha a toda velocidad.
En el frente internacional, Milei busca oxígeno. La reunión con Donald Trump en Nueva York y la negociación de un crédito de emergencia con Estados Unidos revelan hasta qué punto depende del aval externo para sostener su gobierno. El The Times lo sintetiza con crudeza: el éxito o fracaso de estas gestiones será la prueba de fuego para saber cuánto apoyo real tiene el presidente argentino más allá de los halagos mediáticos de Musk o de los gestos de Trump.
Sin embargo, la clave está en casa. La sociedad argentina no come promesas de superávit fiscal ni se conforma con discursos rimbombantes en foros internacionales. El hambre, los salarios pulverizados y el desempleo marcan el pulso cotidiano. Y ahí es donde la motosierra, que en campaña fue slogan, hoy se convierte en un boomerang que golpea al propio gobierno.
The Times advierte que Milei no sabe reconocer la derrota y que su reacción ante los tropiezos es redoblar la apuesta. Tal vez esa estrategia sirvió en los negocios financieros, pero en política es dinamita. En un país donde la paciencia social tiene límites, la obstinación puede ser el camino más rápido al abismo.
El supuesto faro libertario que inspiraba a la derecha global hoy se tambalea en la práctica. Entre promesas incumplidas, fuga de capitales y corrupción, el gobierno de Javier Milei está frente a su hora más crítica. Y lo que está en juego no es solo su futuro político, sino la estabilidad de un país que ya no aguanta más experimentos fallidos.
Fuente
The Times advierte que la “economía de motosierra” de Milei se tambalea





















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