Silencio cómplice y cobardía institucional: el Consejo Superior de la UBA le da la espalda a Cristina

Mientras miles de estudiantes toman facultades y exigen una universidad comprometida con la democracia, el órgano máximo de la UBA se alinea con el statu quo judicial y político. Una oportunidad histórica desperdiciada.

En una decisión que pasará a la historia como una claudicación moral y política, el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires rechazó por abrumadora mayoría un proyecto que buscaba expresar solidaridad con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, tras la confirmación de su condena por parte de una Corte Suprema cuestionada nacional e internacionalmente por su accionar arbitrario y su falta de imparcialidad. El mismo proyecto también impulsaba un repudio a los supremos magistrados, protagonistas centrales de lo que muchos describen como una clara maniobra de persecución judicial con fines proscriptivos.

El rechazo, con 22 votos negativos sobre 28, revela no solo la tibieza de una dirigencia universitaria cómoda en su zona de confort institucional, sino también la desconexión total con las bases estudiantiles y con los sectores sociales que hoy reclaman justicia, memoria y democracia real. En un país atravesado por una ofensiva reaccionaria contra los derechos conquistados, que tiene en Javier Milei a su máximo exponente, la UBA —una universidad históricamente vinculada con las grandes gestas democráticas— eligió el camino del silencio, la complacencia y el cálculo político.

La UBA le suelta la mano a la democracia

Que el órgano máximo de gobierno de la universidad más grande del país prefiera mantenerse «neutral» frente a una condena que muchos juristas consideran jurídicamente insostenible y políticamente motivada, no habla de autonomía: habla de cobardía. Habla también de complicidades. La defensa de Cristina no es un tema personal ni partidario: es la defensa de un modelo de país, de un proyecto político que incluyó a millones, y que hoy es perseguido por los mismos poderes fácticos que operaron históricamente contra toda transformación social.

La propuesta de apoyo fue presentada por sectores ligados al kirchnerismo, entre ellos representantes estudiantiles y decanos de las facultades de Exactas, Sociales y Filosofía y Letras. Es decir, por actores que todavía creen que la universidad debe ser algo más que un claustro académico: debe ser una trinchera política y cultural, una institución al servicio del pueblo y no del Poder Judicial colonizado por intereses económicos.

Una votación que expone a la dirigencia universitaria

La excusa de «no involucrarse institucionalmente» es tan hipócrita como funcional. La UBA no dudó en pronunciarse en otras oportunidades: lo hizo frente a hechos de represión, en defensa de la educación pública, incluso con homenajes institucionales a figuras políticas. ¿Por qué ahora decide callar? ¿Por qué se retrae frente a una condena que claramente busca proscribir a una de las líderes políticas más importantes de la historia argentina?

¿No es un posicionamiento político acaso mirar para otro lado mientras se consuma un atropello judicial que afecta no solo a Cristina Fernández de Kirchner, sino a todo el pueblo que representa? El “no pronunciamiento” es, en los hechos, un aval. La equidistancia en tiempos de persecución es complicidad. Y eso es lo que eligió la mayoría del Consejo Superior: ser funcional al lawfare.

Estudiantes movilizados, autoridades inmóviles

Mientras los pasillos de Sociales, Filosofía y Letras y Ciudad Universitaria están tomados por estudiantes que exigen una UBA activa, presente, políticamente viva, los miembros del Consejo Superior prefieren la comodidad de la inacción. Rechazaron un pronunciamiento mínimo, simbólico, pero potente. Un gesto que hubiera mostrado que la universidad no está desconectada de los tiempos que corren, que no vive en una burbuja de meritocracia técnica y supuesta neutralidad académica.

Pero no. Prefirieron el rol de burócratas. De tecnócratas funcionales al status quo. Le dieron la espalda a la historia.

Una oportunidad perdida (y una decisión que no será olvidada)

La defensa de Cristina Kirchner es hoy, como lo fue en otros momentos con líderes populares perseguidos, una cuestión de principios. No se trata solo de ella, sino de la democracia, del derecho a elegir sin proscripciones, del derecho a no ser condenado por pertenecer a un proyecto que incomoda al poder económico. Se trata del futuro de la universidad pública también: ¿será una aliada del pueblo o una institución que solo reacciona cuando peligra su presupuesto?

El Consejo Superior de la UBA, con esta decisión, marcó su posición. No fue neutral: fue parte. Se alineó —por acción o por omisión— con un poder judicial desprestigiado, y eligió el mutismo frente a la injusticia. Lo hizo en nombre de una supuesta «autonomía», cuando en realidad lo que puso en evidencia fue una sumisión vergonzosa a los mandatos del poder real.

Pero no todo está perdido. La universidad sigue siendo de quienes la caminan todos los días. De sus estudiantes, docentes y trabajadores que no están dispuestos a callar. Que seguirán gritando, marchando, ocupando facultades y enfrentando cada intento de domesticación ideológica.

Porque mientras haya estudiantes y docentes dispuestos a incomodar al poder, la historia no estará escrita del todo. Y la dignidad, aunque no haya mayoría en el Consejo, seguirá teniendo voz en la UBA.

Fuente:

  • https://www.infobae.com/politica/2025/06/11/el-consejo-superior-de-la-uba-rechazo-un-proyecto-de-apoyo-a-cristina-kirchner-tras-la-confirmacion-de-su-condena/?outputType=amp-type

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