El Reino Unido avanza con una nueva maniobra de apropiación ilegítima sobre territorio argentino. Bajo el ropaje de la “producción sustentable”, el gobierno colonial que ocupa ilegalmente las Islas Malvinas impulsa la instalación de ocho granjas salmoneras que buscarán producir 50.000 toneladas anuales.
Con una inversión inicial de 5 millones de libras esterlinas —unos 6,6 millones de dólares— el proyecto pretende transformar al archipiélago en un polo industrial de cría de salmón, diversificando la economía isleña bajo control británico y sumando ingresos al erario del enclave colonial. La empresa Unity Marine, resultado de la alianza entre Fortuna Ltd. y la consultora danesa F-Land ApS, lidera esta avanzada comercial disfrazada de progreso.
Lejos de ser un simple emprendimiento económico, el proyecto debe leerse como una continuidad del modelo colonial extractivo que Londres aplica sobre las islas desde 1833. A la pesca del calamar, la explotación petrolera y la militarización sistemática del Atlántico Sur, ahora se suma una industria acuícola con el objetivo declarado de crear “prosperidad” para la comunidad kelper.
Pero lo que no se dice es que el Reino Unido promueve esta “prosperidad” en un territorio usurpado, desconociendo todas las resoluciones de la ONU que instan a negociar con Argentina la soberanía de las Islas Malvinas. En este caso, se trata de concesionar licencias a actores extranjeros, erigiendo un régimen legal ilegítimo que entrega recursos naturales de un territorio que no les pertenece.
James Wallace, Director General de Unity Marine, declaró que utilizarán “tecnología avanzada y métodos sostenibles” para el cultivo de salmón. También anticipó la instalación de turbinas eólicas, el uso de “redes antidepredadores” para alejar leones marinos y el desarrollo de centros de cría con sistemas de recirculación (RAS).
El discurso de Wallace está cuidadosamente diseñado para seducir a la opinión pública internacional con un relato de sustentabilidad, mientras se naturaliza la ocupación militar británica. Habla de jóvenes isleños que regresan tras estudiar en el extranjero, como si Puerto Argentino fuera una comunidad soberana, y no una colonia anacrónica sostenida por una de las potencias militares más grandes del planeta.
El silencio del gobierno nacional frente a esta nueva avanzada colonial es ensordecedor. Mientras las autoridades británicas despliegan millonarias inversiones sobre suelo argentino, la cancillería argentina permanece paralizada. Ningún pronunciamiento, ninguna protesta diplomática. Ni siquiera una denuncia formal ante la ONU.
En este contexto, resulta aún más grave el apoyo explícito del presidente Javier Milei al Reino Unido. Su negacionismo histórico sobre la soberanía argentina en Malvinas, sus guiños públicos a Margaret Thatcher y su desprecio por la causa nacional lo convierten en cómplice pasivo de este despojo.
No se trata solo de salmones. Se trata del futuro de nuestros recursos, del control de nuestros mares y de la defensa de nuestra integridad territorial. Lo que está en juego en Malvinas es el modelo de país: uno que se planta frente al colonialismo o uno que lo celebra.
El Reino Unido lo tiene claro: mientras en Argentina se debaten recortes, deudas y privatizaciones, en las Malvinas se proyectan polos industriales con infraestructura de punta y perspectiva a largo plazo. Y lo hacen desde un territorio robado.
El desafío es doble: resistir el saqueo y reconstruir un consenso nacional en torno a la soberanía. Porque la soberanía no se declama: se defiende.
Fuente:
- https://agendamalvinas.com.ar/noticia/reino-unido-busca-producir-50-000-toneladas-de-salmon-en-las-islas-malvinas
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