Peter Lamelas ¿es el nuevo Braden que impulsará el regreso de Cristina como respuesta al intervencionismo yanqui?

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El embajador de EE.UU. se posiciona como figura central en el nuevo ciclo político argentino, repitiendo el libreto de Spruille Braden. Pero esta vez, el contrapeso no es un coronel: es una mujer que ya hizo historia. ¿Es Lamelas el anuncio involuntario del retorno de Cristina?

La omnipresencia del embajador norteamericano en los negocios, los medios y la política local recuerda a la intromisión de Spruille Braden en los años 40. En ese entonces, el resultado fue la irrupción de Perón. Hoy, mientras el lawfare se oxida y el pueblo se empobrece, crece la certeza de que la vuelta de Cristina Fernández de Kirchner será tan o más épica que la de Perón. Lamelas, sin saberlo, alimenta el clima de época que anuncia su retorno inevitable.

En la Argentina de las repeticiones históricas, Peter Lamelas aparece como un personaje demasiado familiar. Embajador de los Estados Unidos, operador de las grandes corporaciones y figura cada vez más activa en la escena local, su rol recuerda al del célebre Spruille Braden, el diplomático que intentó torcer el rumbo nacional en los años cuarenta y terminó siendo superado por un contrincante inesperado: el pueblo peronista.

Pero la historia, aunque cíclica, no se repite como calco: se reconfigura. Hoy no hay un coronel en la arena. Hoy hay una mujer. Y su nombre no es una incógnita: Cristina Fernández de Kirchner.

La aparición pública y constante de Lamelas, sus reuniones con CEOs, su sonrisa diplomática ante cada medida entreguista del gobierno de Javier Milei y su silencio cómplice frente al saqueo de los recursos estratégicos nacionales, no hacen más que robustecer la narrativa del lawfare. Porque si hay un poder extranjero operando a plena luz del día, ¿qué queda de aquel relato que acusaba a Cristina de “atentar contra las instituciones”?

El lawfare ya no se disimula. El poder real nunca se fue: simplemente cambió de traje. Y ahora, frente a su obscena visibilidad, cada día lo hacen más épico. Cada ataque, cada acusación, cada maniobra de persecución no hace más que sumar argumentos para lo que ya es inevitable: el regreso de Cristina.

En 1973, tras 18 años de proscripción, el pueblo argentino escribió una página monumental de la historia: el regreso de Juan Domingo Perón. Hoy, medio siglo después, los tiempos parecen girar hacia una nueva gesta. Pero esta vez, la protagonista es una mujer que ha resistido golpes judiciales, mediáticos, políticos y personales como ninguna otra. Su única “culpa”: defender un proyecto de país soberano, inclusivo, con memoria social y justicia distributiva.

¿Y si Lamelas es el Braden que nos faltaba para terminar de encender esa llama?

¿Y si su injerencia, su torpe sobreactuación diplomática, es la antesala del regreso más esperado de la historia democrática argentina?

Porque si algo nos enseñó la historia es que, cada vez que los hilos del imperio se tensan demasiado, el pueblo argentino responde con liderazgo, con dignidad, con memoria. Y hoy, el nombre que resuena en cada rincón del país no es el de un coronel, sino el de una expresidenta: Cristina Fernández de Kirchner.

Su vuelta no es sólo posible: es inevitable. Y será tan, o más, emocionante que la de Perón. Porque somos testigos de la historia de resiliencia más grande que haya protagonizado una mujer en la política argentina. Porque no hay destino más lógico —ni más justo— que la Casa Rosada.

El Lamelas de hoy, como el Braden de ayer, cree que maneja los tiempos. Pero no entiende que está alimentando una épica que lo desbordará. Y quizás, sin proponérselo, esté firmando con sus propias manos el acta de retorno de Cristina.

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