Durante una visita a Villa Ocampo, el gobernador santafesino Maximiliano Pullaro protagonizó un tenso intercambio con una periodista y docente que le reclamó por los bajos salarios y el abandono de las escuelas públicas. “No argumentes como docente”, le dijo el mandatario. La respuesta generó indignación y dejó al descubierto la distancia entre el discurso de la “modernización” y la realidad de los trabajadores del aula.
El gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, volvió a mostrar su incomodidad frente a la crítica social. Ocurrió en Villa Ocampo, al norte de la provincia, donde una periodista y docente, Yolanda Arriola, lo interpeló durante una actividad oficial por la situación salarial de los maestros y el abandono de las escuelas públicas.
La respuesta del mandatario fue tan reveladora como ofensiva: “No argumentes como docente”.
La frase, breve pero cargada de desprecio, provocó una ola de repudios en redes y en medios locales. Lo que podría haber sido un diálogo democrático se transformó en un ejemplo de intolerancia política y clasismo institucional. Pullaro, que se muestra cómodo en los estudios de televisión porteños —ya sea en la mesa de Mirtha Legrand o charlando con Carlos Pagni—, pareció perder la compostura cuando la interpelación vino desde su propia provincia, desde una trabajadora de la educación que habló con conocimiento y con dignidad.
> “Qué bueno sería que nuestros representantes argumenten un poco más como docentes, como trabajadores, como médicos. Quizás así serían un poco menos crueles y entenderían la situación trágica que atraviesa la mayoría de la gente”, reflexionó Arriola tras el episodio.
La escena fue registrada por varios medios locales y reproducida por portales como Página/12, Apropol y ReconquistaHOY, que dieron cuenta del maltrato institucional y de la reacción de la comunidad educativa, que repudió la actitud del gobernador.
Organizaciones docentes señalaron que la frase de Pullaro resume la mirada de una gestión que desprecia la pedagogía, el conocimiento y la crítica, valores fundamentales para construir ciudadanía.
Mientras Pullaro insiste en mostrarse como un gestor “dialoguista” y “republicano”, su comportamiento en Villa Ocampo revela otra cara: la del poder que no tolera la palabra del que enseña, del que cuestiona, del que no se calla. En tiempos de ajuste educativo y precarización laboral, el pedido de la maestra no fue una provocación, sino una descripción de la realidad que el gobierno intenta tapar.
El mandatario radical, aliado de Javier Milei en el Congreso en varias votaciones clave, ha sostenido políticas de ajuste presupuestario en el área educativa, reduciendo partidas y dilatando las negociaciones paritarias. Los gremios AMSAFE y SADOP ya advirtieron que el conflicto salarial podría escalar si no hay una recomposición acorde con la inflación.
Detrás de la frase “no argumentes como docente” hay algo más que una falta de empatía: hay una visión política que busca deslegitimar la voz del trabajo y del conocimiento, relegando la experiencia de quienes día a día sostienen el sistema educativo público.
Esa distancia entre el gobernante y la sociedad se vuelve insoportable cuando la precariedad se vive en las aulas, en los comedores escolares, en los hospitales, y los funcionarios parecen más cómodos frente a las cámaras de televisión que ante la realidad de sus provincias.
Lo ocurrido en Villa Ocampo no es un hecho aislado: es el reflejo de un país donde los gobernadores se alinean con el discurso de ajuste del gobierno nacional mientras sus pueblos soportan los efectos del desempleo, los tarifazos y la caída del salario real. Pullaro no sólo despreció a una docente: despreció a la educación pública y al pueblo que dice representar.





















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