La figura de Javier Milei parece moverse entre la huida y la sobreactuación. Mientras en Argentina estallan las denuncias por coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad y los audios comprometen incluso a su hermana Karina Milei, el Presidente arma valijas para viajar a Estados Unidos. Allí se reunirá con empresarios multinacionales, lejos del barro político local y a contrarreloj de unas elecciones bonaerenses que podrían marcar un duro golpe para La Libertad Avanza. Pero la foto de Milei en el exterior choca de frente con la realidad: un país hundido en la recesión, jubilados obligados a elegir entre remedios o comida y familias que sobreviven a crédito, tal como advirtió Cristina Fernández de Kirchner en Mar del Plata, al calificarlo de “lunático” y responsabilizarlo por el “fracaso más estrepitoso y trágico” de la macroeconomía.
El viaje, confirmado por Casa Rosada tras días de rumores, comenzará con un cierre de campaña en Moreno para luego partir hacia Los Ángeles el 4 de septiembre y Las Vegas el 5. La agenda incluye encuentros privados con unos 50 empresarios, invitados por el economista Michael Milken, y reuniones con directivos de cadenas hoteleras. Nada de conferencias abiertas esta vez, solo charlas cerradas donde Milei pretende repetir su mantra de siempre: más capitalismo, menos Estado. El regreso está previsto para el sábado, en la víspera de las elecciones bonaerenses. Una jugada arriesgada, casi irresponsable, cuando el oficialismo se juega la vida en el distrito más poblado del país.
En este contexto, la ausencia de Karina Milei en la comitiva suena demasiado fuerte. La secretaria general de la Presidencia quedó salpicada en los audios de las presuntas coimas en la ANDIS, y aunque se especuló con su presencia, finalmente no será parte del viaje. En su lugar podrían acompañar al mandatario el ministro de Economía, Luis Caputo, y el canciller Gerardo Werthein. Sin embargo, la propia Casa Rosada dejó trascender que no está definido. La incertidumbre sobre quién integra la comitiva oficial parece ser apenas un síntoma más de la improvisación que caracteriza a este gobierno.
La gira norteamericana se produce con una oposición envalentonada. Cristina Fernández de Kirchner, en un mensaje transmitido durante un acto de campaña de Fernanda Raverta en Mar del Plata, lanzó un ataque frontal contra el Presidente. Lo acusó de provocar una catástrofe social, con un modelo económico que hunde a los hogares en deudas con la tarjeta para comer, que obliga a los jubilados a sacrificar medicamentos y que castiga cruelmente a las personas con discapacidad. “El fracaso más estrepitoso y trágico se está dando en la macroeconomía”, remarcó la exmandataria, recordando que Milei se presentaba como un iluminado de la economía en los sets televisivos y hoy naufraga en la gestión real.
El contraste es brutal: mientras la ex presidenta denuncia la precariedad y la humillación de miles de argentinos, el libertario prefiere posar en Las Vegas y hasta aprovecha la escala para asistir a una obra teatral de su expareja, Fátima Florez. Una frivolidad que roza lo obsceno en medio de una crisis que empuja a millones al límite de la subsistencia. La imagen que proyecta no es la de un jefe de Estado abocado a resolver una tormenta, sino la de un dirigente obsesionado con mostrarse en escenarios internacionales, como si los problemas de los argentinos pudieran esperar.
El oficialismo, sin embargo, reconoce que la campaña en la provincia de Buenos Aires está cuesta arriba. Sin estructura territorial, sin candidatos competitivos y con la sombra de los audios de la ANDIS sobrevolando cada acto, La Libertad Avanza enfrenta a un peronismo que despliega todo su aparato con intendentes, militancia y maquinaria electoral aceitadísima. La gira internacional, en lugar de fortalecer la imagen presidencial, expone la desconexión entre el gobierno y la calle. Milei parece más interesado en sumar guiños del partido Vox en España o en codearse con empresarios extranjeros que en encarar la debacle social que atraviesa el país.
Cristina, desde su prisión domiciliaria, no dejó pasar la oportunidad de señalar también el abandono de las personas con discapacidad, obligadas a peregrinar kilómetros para defender sus pensiones frente a un Estado que debería protegerlas. La mención no fue casual: el escándalo por las coimas en la ANDIS es hoy una bomba de tiempo dentro del oficialismo, con nombres cercanos al Presidente bajo sospecha. La estrategia de Milei de huir hacia adelante, de distraer con viajes y shows internacionales, no hace más que agrandar la grieta entre el relato de éxito que intenta vender y la realidad desesperante que se vive en los barrios y en los hogares.
La pregunta de fondo es si el electorado bonaerense comprará la imagen de un líder global o castigará la desconexión brutal de Milei con la vida cotidiana. Los próximos comicios provinciales serán un termómetro crucial: si el oficialismo sufre una derrota fuerte, el impacto puede replicarse en la elección nacional de octubre. Y ahí los viajes, las selfies y las reuniones privadas con empresarios no alcanzarán para ocultar el fracaso.
Hoy, la foto más clara del gobierno de Milei es la de un presidente en fuga, que prefiere refugiarse en foros extranjeros antes que enfrentar la tormenta en su propio país. Un líder que habla de capitalismo triunfante mientras millones de argentinos se endeudan para comer. Un hombre que promete libertades mientras su entorno queda bajo sospecha de corrupción. Y, sobre todo, un mandatario que se autoproclama salvador pero que, como bien dijo Cristina, ya carga sobre sus espaldas el fracaso más estrepitoso y trágico de la macroeconomía reciente.
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