El presidente Javier Milei afirmó que “el kirchnerismo nos operó y nos plantó pruebas con los servicios de inteligencia”, una declaración que no solo carece de sustento sino que contradice la estructura del propio Estado que él conduce. Mientras el mandatario insiste en teorías conspirativas, la Justicia avanza sobre los vínculos comprobados entre su aliado José Luis Espert y el empresario detenido por narcotráfico Federico “Fred” Machado.
Cuando un presidente acusa a la oposición de haberlo “operado” y de haberle “plantado pruebas”, el peso de sus palabras no se mide por su enojo sino por su responsabilidad institucional. Javier Milei sostuvo que el kirchnerismo utilizó los servicios de inteligencia para perjudicar a su gobierno, pero lo que no dice es que esos mismos servicios —reconfigurados por decreto— hoy dependen directamente de la Casa Rosada. Desde julio de 2024, la Agencia Federal de Inteligencia fue disuelta y reemplazada por la llamada Secretaría de Inteligencia del Estado, una estructura que responde al presidente y cuyo control político está concentrado en su entorno más cercano. Acusar a los “servicios” de operarlo equivale, por lo tanto, a acusarse a sí mismo o a admitir que no controla el aparato que maneja.
La frase de Milei no es una excentricidad aislada. Encaja en una narrativa más amplia, construida desde la campaña, en la que el líder libertario se presenta como víctima permanente de conspiraciones que nunca logra probar. Este relato tiene una función política clara: mantener a su base movilizada bajo la lógica de la persecución. Sin embargo, cuando la acusación sale de los márgenes del discurso y se instala en boca del jefe de Estado, deja de ser un gesto retórico para transformarse en un síntoma preocupante de desconexión con la realidad.
El problema no es solo que el presidente mienta deliberadamente. Es que, al hacerlo, erosiona los cimientos institucionales del país. Pretender que una “inteligencia kirchnerista” lo espía mientras esa misma estructura depende de su firma y de su presupuesto, es una contradicción que ningún analista serio puede sostener. Es, en términos simples, un argumento delirante o un intento calculado de desviar la atención de los escándalos que golpean al propio oficialismo.
Y allí aparece el caso más explosivo: el de José Luis Espert, diputado y figura cercana al presidente. Las pruebas no son rumores ni operaciones mediáticas. Están documentadas en causas judiciales, contratos y registros de vuelo. La Justicia confirmó que Espert viajó treinta y cinco veces en aviones vinculados al empresario Federico “Fred” Machado, procesado por narcotráfico, lavado de dinero y fraude. En uno de los allanamientos realizados por la justicia federal, se encontró en la casa del diputado un contrato por un millón de dólares firmado entre ambos. No se trata de una “campaña sucia” ni de un “inventario del kirchnerismo”: son documentos incautados por el Poder Judicial, con validez probatoria.
El escándalo creció cuando se conoció que Espert también recibió una transferencia de doscientos mil dólares provenientes de una empresa ligada al mismo Machado. Los registros de los vuelos y los contratos fueron publicados por distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos El País, Clarín, Infobae y Periodismo de Izquierda. Las evidencias son tan contundentes que el domicilio del diputado fue allanado y su nombre figura en la causa que investiga a una red financiera transnacional. A pesar de ello, Milei no solo evita pronunciarse sobre el tema sino que intenta instalar la idea de que todo se trata de una “operación” del kirchnerismo.
La estrategia es vieja: convertir las pruebas en persecución, y la rendición de cuentas en un acto de victimización. Pero en este caso el argumento se derrumba con facilidad, porque los hechos son verificables y porque los servicios de inteligencia —los mismos que supuestamente “plantaron pruebas”— están bajo la órbita presidencial. Si realmente existiera una conspiración dentro del aparato estatal, el responsable de desarticularla sería él mismo. No hay margen lógico posible para culpar a un enemigo externo de algo que depende de su propia estructura de gobierno.
En cambio, lo que sí se puede comprobar es que Milei ha concentrado el poder de la inteligencia en manos de su círculo más íntimo, eliminando mecanismos de control y transparencia. En agosto del año pasado, el Congreso bloqueó una partida de cien millones de dólares destinada a esos servicios justamente por falta de rendición de cuentas. Desde entonces, la opacidad en el manejo de fondos reservados se convirtió en una marca registrada del actual gobierno. Mientras se acusa a los anteriores de “operar”, se profundiza una discrecionalidad inédita sobre los propios organismos de espionaje.
El doble discurso es evidente. Por un lado, el presidente se presenta como cruzado moral contra la corrupción ajena. Por otro, encubre a un aliado investigado por lavado y narcotráfico. Al hacerlo, revela que el discurso anticasta no era más que un instrumento electoral. Los hechos demuestran que la nueva casta no solo existe, sino que vuela en jets privados con empresarios del crimen organizado.
La mentira deliberada se vuelve política de Estado cuando quien la pronuncia ocupa el sillón de Rivadavia. Negar los hechos no los borra, pero sí degrada la confianza pública. Un presidente que acusa sin pruebas a un sector político y que al mismo tiempo encubre las pruebas que involucran a su entorno inmediato no ejerce liderazgo, sino manipulación. Y cuando esa manipulación se ampara en el aparato de inteligencia, el peligro deja de ser simbólico para convertirse en institucional.
En este escenario, el discurso de Milei funciona como espejo invertido: acusa a otros de lo que él mismo hace. Habla de operaciones mientras sus funcionarios operan sobre la justicia y los medios. Invoca la transparencia mientras su propio gobierno niega la publicación de contratos, gastos reservados y vínculos financieros de sus legisladores. Se victimiza mientras concentra el poder y silencia a los organismos de control.
La gravedad de la acusación presidencial no radica solo en su falsedad, sino en lo que revela sobre su concepción del Estado: un territorio personal donde todo se subordina a su relato. Cuando un jefe de Estado afirma que su propia inteligencia lo “opera”, lo que está diciendo es que ya no distingue entre el poder y la paranoia. Y cuando al mismo tiempo protege a un diputado señalado por la justicia y los medios internacionales, confirma que el problema no es una operación externa sino la corrupción interna de su propio espacio.
La Argentina necesita menos discursos de complot y más rendición de cuentas. Porque mientras Milei grita “operaciones” y culpa al kirchnerismo, los hechos —duros, comprobables, judicializados— muestran que las pruebas no fueron plantadas: estaban en su propia casa.
Fuentes verificadas:
El País – “El principal candidato de Milei en Buenos Aires, denunciado por vínculos con el narcotráfico”
https://elpais.com/argentina/2025-09-30/el-principal-candidato-de-milei-en-buenos-aires-denunciado-por-vinculos-con-el-narcotrafico.html
El País – “El candidato de Milei en Buenos Aires admite que recibió 200.000 dólares de un empresario preso por narcotráfico”
https://elpais.com/argentina/2025-10-04/el-candidato-de-milei-en-buenos-aires-admite-que-recibio-200000-dolares-de-un-empresario-preso-por-narcotrafico.html
Infobae – “Allanan la casa de José Luis Espert en la causa que investiga sus vínculos con Fred Machado”
https://www.infobae.com/judiciales/2025/10/09/allanan-la-casa-de-jose-luis-espert-en-la-causa-que-investiga-sus-vinculos-con-fred-machado
Clarín – “El contrato firmado por José Luis Espert y Fred Machado por un millón de dólares fue encontrado en un allanamiento”
https://www.clarin.com/politica/contrato-firmo-jose-luis-espert-fred-machado-1-millon-dolares-encontraron-allanamiento_0_mEv6agHbEm.html
El País – “La oposición a Milei en el Congreso tumba una partida de 100 millones de dólares para los servicios de inteligencia”
https://elpais.com/argentina/2024-08-21/la-oposicion-a-milei-en-el-congreso-tumba-una-partida-de-100-millones-de-dolares-para-los-servicios-de-inteligencia.html




















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