El presidente llegó a Tierra del Fuego para encabezar un acto con candidatos locales, pero fue recibido por marchas, pintadas y consignas que lo declararon “no bienvenido”. La ciudad lo había declarado persona no grata meses atrás.
Movimientos sociales, gremios y vecinos de Ushuaia salieron a la calle para rechazar la presencia de Javier Milei, mientras Gendarmería y la Policía Federal desplegaron un operativo inédito. La consigna dominante fue clara: “La Patria no se vende, fuera Milei”.
El desembarco de Javier Milei en Ushuaia estuvo lejos de ser un acto de normalidad institucional. Apenas pisó suelo fueguino, el presidente se topó con un clima social enardecido y una ciudad empapelada con consignas de repudio. No es un dato menor que el Concejo Deliberante lo haya declarado “persona no grata” meses atrás, en respuesta a sus declaraciones sobre la Guerra de Malvinas, un tema profundamente sensible para la identidad nacional y, especialmente, para la soberanía de Tierra del Fuego.
Mientras el mandatario se preparaba para encabezar un acto junto a los candidatos libertarios locales, las calles se llenaban de carteles y pintadas con mensajes directos: “Patria o Milei”, “Alta coimera 3%” en alusión a Karina Milei y la Agencia Nacional de Discapacidad, y críticas al regreso de figuras recicladas como Luis Caputo, Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich. La bronca popular no se limita a consignas: vecinos y vecinas convocaron a movilizarse en defensa de la industria, los jubilados, los trabajadores y los estudiantes, denunciando el vaciamiento de la soberanía provincial y el modelo de ajuste que Milei impulsa con el aval del FMI.
El operativo de seguridad también se volvió parte de la postal. La Gendarmería y la Policía Federal rodearon los puntos clave de la capital fueguina para contener las protestas, que tuvieron varias convocatorias en simultáneo: la CGT frente al hotel donde se alojaba Milei, una concentración vecinal en la Plaza Cívica y otra en la Plaza Malvinas. La tensión fue inevitable: la llegada de un presidente que recorta derechos, desfinancia la educación y desprecia la memoria histórica solo podía despertar resistencia.
Lejos de mostrarse autocrítico, Milei intentó desviar la atención con declaraciones altisonantes en una radio local. Acusó al sindicalismo de estar “politizado” y de ser “parte del partido del Estado”, volviendo a su discurso repetitivo de culpar a 80 años de historia por la crisis actual. También se permitió disquisiciones absurdas sobre la economía, negando la diferencia entre macro y micro, como si la complejidad de la vida real pudiera reducirse a una consigna de manual libertario.
Lo que sí parece innegable es el contraste: mientras Milei se mostraba sorprendido por la tecnología de una planta de electrodomésticos de Newsan, en las calles los fueguinos advertían que ese entramado productivo está en riesgo por el ajuste y la entrega al capital financiero internacional. La paradoja es evidente: un presidente que dice maravillarse por la industria nacional al mismo tiempo que la empuja al abismo con políticas de apertura y desregulación.
La jornada en Ushuaia expuso, una vez más, el divorcio creciente entre Milei y amplios sectores de la sociedad. No se trata de un malestar aislado, sino de un rechazo estructural a un modelo que, bajo el disfraz de la libertad de mercado, no hace más que profundizar la desigualdad, hipotecar la soberanía y poner en venta los intereses de la Nación. Tierra del Fuego, última frontera del sur argentino, le dejó un mensaje claro al presidente: acá no hay margen para la entrega ni para la indiferencia.
Fuente
.https://www.pagina12.com.ar/861627-ushuaia-amanecio-con-pintadas-y-carteles-en-rechazo-a-la-lle





















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