La brutal confesión de Karen Reichardt: la candidata de Milei pide dividir el país entre pobres y ricos

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La candidata de La Libertad Avanza propuso levantar un “muro” entre “los que quieren progresar” y “los que viven en casillas y prefieren la asistencia”. Su frase, que evoca los peores discursos de odio de la ultraderecha, deja al descubierto el ADN clasista y violento del proyecto político que encabeza Javier Milei.

La candidata de La Libertad Avanza, Karen Reichardt, volvió a encender la polémica con una declaración que podría haber salido del manual más crudo del desprecio social. En una entrevista reciente, propuso literalmente “construir un muro” que divida “a quienes quieren progresar” de “aquellos que viven en casillas y prefieren la asistencia social”.

El mensaje, cargado de estigmas y prejuicios, no fue una metáfora inocente ni un exabrupto improvisado: es la condensación más explícita del pensamiento libertario que gobierna hoy Argentina. Una ideología que clasifica a las personas según su nivel de consumo, su cuenta bancaria o su dirección postal.

Reichardt habló de “gente de bien”, esa categoría moral inventada por las derechas para autojustificarse, y citó como ejemplos a Espert, Karina Milei y Cristian Ritondo, nombres que, según ella, encarnan el orden, el esfuerzo y la meritocracia. Del otro lado, ubicó a los “negros y planeros”, esa expresión brutal que vuelve a sonar con total impunidad en boca de funcionarios, candidatos y comunicadores libertarios.



Detrás de esa frase late un proyecto político que no propone unir a la sociedad, sino fracturarla, reduciendo la desigualdad a una cuestión de voluntad individual. La pobreza, para Reichardt y compañía, no es el resultado de políticas injustas, concentración económica o exclusión estructural, sino una elección personal. Una narrativa que exonera al poder y criminaliza la necesidad.

El “muro” de Reichardt no es físico, pero es igual de violento. Es el muro simbólico que separa a los argentinos entre “dignos” e “indignos”, entre los que merecen vivir y los que deben sobrevivir. Una frontera moral que recuerda demasiado a las ideas más oscuras de la historia reciente, donde la pureza social se invocaba para justificar la persecución y la miseria.

No sorprende, entonces, que este tipo de declaraciones surjan en el ecosistema discursivo que Javier Milei y su hermana Karina fomentan a diario. La “batalla cultural” de La Libertad Avanza no busca transformar el país, sino dividirlo entre los que aplauden al líder y los que estorban su relato.

Reichardt, con su muro imaginario, no hizo más que poner en palabras lo que muchos en su espacio piensan pero disimulan. En una Argentina atravesada por el hambre, la desigualdad y la violencia institucional, el muro que proponen los libertarios no es una solución: es la confesión más brutal de su fracaso moral y político.

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