El líder libertario, lejos de consolidar un apoyo estable, se enfrenta a una creciente desconfianza de votantes y aliados. La volatilidad de su gestión y la percepción de improvisación política amenazan con minar cualquier capital político que pueda haber acumulado.
La campaña electoral mostró fisuras evidentes: la falta de claridad en sus promesas y la dependencia de discursos confrontativos dejaron a muchos adherentes cuestionando la viabilidad de sus propuestas. Incluso dentro de su propio espacio, surgen señales de tensión y dudas sobre la capacidad de Milei de mantener unidad y liderazgo.
Analistas coinciden en que, independientemente del resultado electoral, el escenario que se abre para el gobierno libertario será de enorme incertidumbre. La credibilidad, que ya se percibe erosionada, podría convertirse en el principal obstáculo para implementar políticas económicas y sociales, especialmente en un contexto marcado por inflación y creciente malestar social.
Mientras tanto, la oposición observa atentamente cada movimiento, esperando capitalizar cualquier signo de debilidad. La estabilidad política y económica del país podría depender, más que nunca, de la habilidad de Milei para reconectar con la ciudadanía y demostrar gestión concreta más allá de la retórica.
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