Feinmann incomodó a Milei al recordarle que «el experto en crecimiento económico con o sin dinero es usted»

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“¿Y cómo quiere que lo arregle?”: el sincericidio de Milei ante la pobreza y el endeudamiento social. La respuesta del presidente fue contundente, no tiene un plan para resolver el problema social.

En una entrevista con Eduardo Feinmann, el propio presidente Javier Milei dejó al descubierto su desconexión con la realidad económica: frente a la advertencia de que “el 80 % de la gente está endeudada”, respondió con irritación y sin soluciones. La escena, capturada en video, se viralizó y reavivó el debate sobre el fracaso de su modelo de “ajuste eterno”.


La entrevista entre Eduardo Feinmann y Javier Milei, emitida en los últimos días, dejó una de las escenas más reveladoras de la era libertaria. Frente a un periodista históricamente alineado con la derecha mediática, el presidente perdió la compostura cuando se le mencionó una verdad que ningún relato puede disimular: “El 80 % de la gente está endeudada, nadie tiene plata”.

La respuesta presidencial fue inmediata, seca, casi un grito de impotencia: “¿Y cómo quiere que lo arregle?”. Feinmann, sorprendido, replicó con ironía y precisión quirúrgica: “No sé, el experto en crecimiento económico con o sin dinero es usted”.

La frase recorrió las redes sociales en cuestión de horas. No solo por la tensión del momento, sino porque sintetiza el abismo entre la retórica de “recuperación” que difunde el Gobierno y la realidad cotidiana de millones de argentinos que ya no logran llegar a fin de mes.

Milei intentó recomponer su discurso apelando a su dogma habitual: que no va a “emitir papelitos”, ni “tomar deuda”, ni “subir impuestos”, porque —según él— eso arruinaría la economía. En esa enumeración, el presidente repitió los mismos argumentos que usa para justificar la parálisis del mercado interno y el deterioro del poder adquisitivo. Lo paradójico es que, al negarse a cualquier mecanismo de alivio social, el Gobierno termina profundizando la crisis que dice querer resolver. Los precios siguen dolarizados, los salarios se licúan y el consumo interno se desploma, mientras Milei se refugia en promesas de inversiones que nunca llegan.

Durante la misma entrevista, el mandatario mencionó el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y habló de “20.000 millones de dólares ya aprobados y otros 60.000 en carpeta”, pero sin mostrar ningún documento, contrato o avance real. También citó supuestos proyectos de OpenAI y YPF-ENI, de montos igualmente astronómicos y de dudosa concreción. La respuesta de Feinmann, más allá del tono, evidenció que incluso en los medios aliados empieza a calar una pregunta que atraviesa a toda la sociedad: ¿qué pasa cuando el presidente, el “experto en crecimiento”, admite abiertamente que no sabe cómo sacar al país del pozo?

El exabrupto de Milei tiene un valor simbólico que excede la anécdota mediática. Durante meses, el Gobierno construyó un relato de “heroísmo liberal”, donde el sufrimiento social sería un sacrificio necesario para alcanzar la prosperidad futura. Pero en el rostro del propio presidente, en ese “¿y cómo quiere que lo arregle?”, asoma el agotamiento de un modelo que ya no ofrece respuestas, ni siquiera teóricas. El problema no es solo la falta de recursos, sino la ausencia de estrategia. El libertarismo argentino —en su versión más dogmática— se reduce a un manual de prohibiciones: no gastar, no emitir, no intervenir. Una ortodoxia que, aplicada a una economía en depresión, se convierte en un freno mortal para el empleo, la industria y la vida cotidiana.

Mientras Milei defiende su “plan de estabilización”, la realidad avanza en otra dirección: el endeudamiento familiar ya supera niveles récord, los créditos personales crecen al 20 % mensual y los salarios reales retroceden a valores previos a 2003. Frente a eso, el presidente opta por la retórica del “yo no puedo hacer nada”, trasladando la responsabilidad al “mercado” o al “riesgo político” que, según él, impide la recuperación.

Feinmann, lejos de ser un crítico opositor, suele funcionar como vocero del propio oficialismo mediático. Que un periodista de su perfil lo enfrente con la realidad es, en sí mismo, un síntoma del desgaste del discurso libertario. El intercambio televisivo no solo fue incómodo: fue un espejo en el que Milei se vio reflejado sin el maquillaje del relato. Porque si el presidente se presenta como un economista capaz de “reconstruir el país desde las ruinas”, no puede reaccionar con furia o sarcasmo cuando se le recuerda que esas ruinas siguen ahí, y que cada día son más profundas.

La escena —que ya circula como meme, clip y material de análisis— se inscribe en una serie de gestos que muestran a un Milei cada vez más aislado, rodeado de ministros que repiten consignas, pero incapaces de ofrecer respuestas concretas a una sociedad exhausta. El problema de fondo es político. Un gobierno que se define por lo que no hará —no emitir, no subsidiar, no intervenir— termina desdibujando su función misma. El Estado se convierte en un espectador del hambre y el endeudamiento, mientras las familias argentinas financian con tarjetas, préstamos o fiado la supervivencia cotidiana.

El sincericidio de Milei ante Feinmann, lejos de ser un lapsus, es la expresión más honesta de su proyecto: un país sin Estado, donde la pobreza se naturaliza como “ineficiencia individual”. Pero incluso sus propios votantes esperaban algo más que una confesión de impotencia. Esperaban, al menos, un plan.

“¿Y cómo quiere que lo arregle?” no es solo una frase desafortunada: es la síntesis brutal de un modelo que no puede —ni quiere— resolver el drama social que generó. El propio presidente, autoproclamado “genio económico”, terminó reconociendo que no tiene respuestas frente a la miseria. Y cuando hasta Eduardo Feinmann, su entrevistador más indulgente, le recuerda que “el experto en crecimiento con o sin dinero es usted”, lo que queda en el aire no es una chicana: es la constatación de que el experimento libertario ya no sabe cómo sostenerse.


Tags: Javier Milei, Eduardo Feinmann, Economía Argentina, Crisis Social, Endeudamiento

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