El derrumbe político de Javier Milei: seis de cada diez argentinos creen que el país va hacia el fracaso

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El gobierno de Javier Milei se encuentra atrapado en un laberinto de desgaste político y rechazo social que parece no tener salida. La última encuesta de la consultora Zuban Córdoba y Asociados, realizada entre el 15 y el 17 de septiembre, muestra con crudeza el deterioro de la figura presidencial: su imagen positiva cayó al 39,5%, perforando por primera vez el piso de los 40 puntos, mientras que la negativa trepó al 59,6%. La desaprobación de su gestión alcanzó un inédito 61,6%. Estos números son mucho más que estadísticas frías: son el retrato de un país que se siente estafado, traicionado y cada vez más empobrecido.

El dato que golpea con más fuerza es que el 60,9% de los argentinos considera que la Argentina va en la dirección incorrecta. Esa percepción refleja un malestar social extendido, donde la bronca ya no se limita a los sectores históricamente opositores, sino que empieza a horadar a quienes alguna vez le dieron crédito al discurso libertario de Milei. Lo que se prometía como un shock de libertad terminó traduciéndose en ajuste brutal, corrupción obscena y una improvisación que cuesta carísimo.

La derrota electoral en la provincia de Buenos Aires marcó un antes y un después para La Libertad Avanza. El estudio confirma que el 60,2% de los consultados atribuye esa caída al “voto castigo por la corrupción y el mal momento económico”. En un país asfixiado por la inflación, los tarifazos y la recesión, la palabra corrupción no se tolera. El “Coimasgate” —como ya se lo bautizó— hundió la credibilidad del oficialismo: el 68,6% considera que debilitó al Gobierno de manera determinante. Y no se trata solo de Javier Milei, también su hermana, Karina Milei, vio dispararse su imagen negativa al 68,2%. El círculo íntimo del Presidente, lejos de blindarlo, parece arrastrarlo hacia el fondo.

El descontento ciudadano se expresa en un reclamo que no deja lugar a dudas. Más de la mitad de los encuestados, un 57,4%, sostiene que el Gobierno debería cambiar de rumbo político y económico. Un contundente 63,8% cree que, si no lo hace, volverá a perder las elecciones de octubre. Incluso, un 60% va más allá y opina que Milei debería pedir la renuncia a su hermana y a los Menem. En otras palabras, la sociedad no solo desconfía del Presidente, sino también de su núcleo más íntimo de poder, al que ve como responsable directo de la crisis.

El derrumbe se extiende a la base electoral. Lo que hasta hace poco se llamaba “mileísmo” empieza a desvanecerse. En mayo de 2024, el 42,3% de los argentinos se identificaba como mileísta. Hoy esa cifra se desplomó al 25,8%. El desbande no es homogéneo: Milei perdió fuerza entre los jóvenes, los trabajadores y los sectores humildes, los mismos que alguna vez le creyeron la promesa de que con él venía “la casta al paredón”. Su base actual se concentra en los sectores económicamente altos, los menos afectados por el ajuste y los que, en definitiva, siempre tuvieron más espalda para resistir. Es decir, Milei se convirtió en lo que decía combatir: el presidente de los privilegiados.

El panorama electoral para octubre es desolador para el oficialismo. El 57% de los encuestados afirma que votará para castigar a Javier Milei. La provincia de Buenos Aires, termómetro histórico de la política nacional, parece sellar la suerte del gobierno: Jorge Taiana, candidato de Fuerza Patria, concentra el 41,8% de intención de voto frente al 31,9% de José Luis Espert, el representante de Milei en territorio bonaerense. La diferencia de casi diez puntos muestra que el desgaste del oficialismo no es un rumor de café, sino una tendencia consolidada.

El deterioro es tan rápido como brutal. A menos de un año de haber llegado al poder con la promesa de dinamitar privilegios, Milei se encuentra devorado por las mismas prácticas que juró combatir. La corrupción lo corroe, la economía se hunde, la pobreza se dispara y la bronca social se expande. El discurso libertario ya no entusiasma: suena vacío, repetitivo, incapaz de dar respuestas a una realidad cada vez más insoportable para millones de argentinos.

Es cierto que ningún gobierno está exento de altibajos y que las encuestas, aunque potentes, no son bolas de cristal. Pero la magnitud del derrumbe no puede relativizarse. En democracia, la legitimidad de un proyecto político se sostiene en la confianza social. Cuando esa confianza se erosiona hasta el extremo, el poder se vuelve frágil, vulnerable, casi insostenible. Milei enfrenta hoy ese abismo. No lo inventaron sus opositores, no lo construyó la prensa crítica: lo dicen los números duros de una encuesta que refleja la voz de la sociedad.

El problema de fondo es que este malestar no se reduce a un rechazo pasajero. Lo que expresa la ciudadanía es un cuestionamiento profundo al rumbo elegido. Cuando un 60% de los argentinos asegura que el país marcha en la dirección incorrecta, no habla de una diferencia menor, sino de un consenso amplio y transversal. El fracaso del modelo libertario se exhibe con crudeza. Ni el marketing agresivo ni los insultos a la “casta” logran ocultar el vacío de un proyecto que parece haberse agotado mucho antes de lo esperado.

En este contexto, la figura de Javier Milei se achica. Ya no es el outsider disruptivo que canalizaba bronca, sino el responsable directo de una crisis que golpea en la mesa de cada familia. La caída de la autoidentificación mileísta al 25,8% refleja que la gente no solo se decepcionó, sino que empieza a desprenderse de esa identidad política. Ese desencanto es quizás el dato más letal, porque una vez que la adhesión se transforma en vergüenza, es muy difícil reconstruir confianza.

La política argentina está acostumbrada a giros abruptos y a liderazgos que se consumen rápidamente, pero el caso de Milei es alarmante incluso para esos estándares. El desgaste acelerado que enfrenta no solo amenaza su gobernabilidad, sino que deja al país a la deriva, sin certezas ni horizonte claro. Y lo más preocupante: con un presidente más preocupado por defender a su hermana y a su círculo íntimo que por dar respuestas a la crisis social.

En definitiva, los resultados de la encuesta son una radiografía descarnada de un experimento político que se derrumba a toda velocidad. Los argentinos ya no creen en las promesas de Milei. Lo ven como parte de la casta que decía odiar, lo asocian a la corrupción que juraba combatir y lo responsabilizan por un presente cada vez más insoportable. Lo que está en juego en las próximas elecciones no es solo un resultado coyuntural, sino la continuidad de un proyecto político que llegó al poder con ínfulas de refundación y hoy se desangra por su propia incapacidad.

El tiempo dirá si Milei logra un giro inesperado o si queda reducido a una nota al pie en la historia política argentina. Pero lo que la encuesta revela con crudeza es que, para una mayoría social contundente, el libertario ya perdió el rumbo y arrastra al país consigo. Y esa percepción, una vez instalada, es muy difícil de revertir.

Fuente:

.https://noticiasargentinas.com/politica/encuesta-acuciante-para-javier-milei–el-60–cree-que-el-pais-va-en-la-direccion-incorrecta_a68d07f19e18ff9d7dc7ca240

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