Mientras el gobierno de Milei profundiza el desencanto social, la provincia marcó una leve mejora en la concurrencia a las urnas.
El ministro Jorge Gómez destacó que el voto chaqueño podría rozar el 70 %, un repunte respecto de mayo. Pero la cifra contrasta con el desgaste institucional, la crisis económica y la desconfianza que atraviesan las elecciones legislativas nacionales de 2025.
En una jornada electoral marcada por la incertidumbre y la fatiga social, el Chaco logró un dato que desentona con el clima general del país: una participación superior al 60 %. El ministro de Gobierno, Jorge Gómez, y el subsecretario de Seguridad, Juan de la Cruz González, informaron desde Casa de Gobierno que el porcentaje de votantes en las legislativas nacionales superó las cifras de las primarias de mayo, cuando apenas se había cruzado el umbral del 50 %.
Gómez habló de un repunte “muy importante” y hasta se permitió cierto optimismo al estimar que la participación podría alcanzar el 70 %. Lo dijo con tono celebratorio, pero sin ocultar el trasfondo: la necesidad de recuperar algo de legitimidad democrática en un contexto de descrédito político y descomposición institucional. “En la medida que vayamos mejorando la participación ciudadana, mejoramos la calidad democrática también”, subrayó. La frase suena a verdad de Perogrullo, pero en la Argentina de Milei, donde la política parece haber sido convertida en un reality, suena casi revolucionaria.
La mejora en la asistencia a las urnas, sin embargo, no puede ser leída como un signo de entusiasmo hacia la oferta electoral actual. Más bien parece una reacción de la sociedad chaqueña frente a la sensación de abandono que se extiende desde el centro del poder hacia el interior profundo. En un país gobernado por la lógica del ajuste, la desindustrialización y el desprecio por las instituciones federales, el simple hecho de votar se convierte en un acto de resistencia cívica.
El contraste es inevitable. Mientras en Buenos Aires los discursos presidenciales giran en torno a la “guerra cultural” y los ataques a la prensa, en provincias como el Chaco se intenta sostener la vida democrática con lo básico: garantizar la participación, cuidar las escuelas donde se vota, mantener el orden y que la policía llegue antes de los problemas. En ese marco, el subsecretario de Seguridad provincial, Juan de la Cruz González, informó que la jornada transcurrió con normalidad, salvo un incidente aislado en el barrio Guiraldes, donde se halló un casquillo de arma de fuego. Una metáfora perfecta de lo que atraviesa la Argentina: un país donde el ruido de las balas se escucha más fuerte que las palabras.
El gobierno provincial buscó transmitir calma y mostrar un operativo electoral eficiente. No es poco en tiempos donde el caos es parte del discurso oficial a nivel nacional. González remarcó que “todo ha salido conforme a lo preparado en el operativo, en todo el ámbito de la provincia”. En otras palabras, el Chaco demostró que todavía se puede organizar una elección sin convertirla en un espectáculo mediático ni en una pulseada ideológica permanente.
A las 21 horas, se esperaba la difusión de los primeros resultados oficiales. Pero más allá de los números, lo que quedó claro en la jornada chaqueña fue que, en un país empobrecido y crispado, la ciudadanía todavía encuentra razones para participar. No son los candidatos ni las promesas lo que moviliza, sino la necesidad de reafirmar un derecho que parece estar en retroceso: el de elegir, el de hacerse oír frente a un poder que gobierna desde la soberbia y la confrontación.
El gobierno de Javier Milei, en su cruzada por destruir lo que llama “la casta”, ha logrado algo más profundo: desarticular los lazos de confianza entre el Estado y la sociedad. En nombre de la libertad, el Ejecutivo ha promovido la indiferencia, y en nombre de la eficiencia, ha cercenado derechos básicos. Por eso, cuando en el Chaco la participación crece del 50 al 60 por ciento, la noticia trasciende lo estadístico. Es un síntoma de que todavía queda ciudadanía dispuesta a no rendirse al cinismo ni a la resignación.
El dato de participación puede parecer menor en un país donde la inflación, la desocupación y el hambre ocupan los titulares. Pero en política, los números son también símbolos. Cada punto de aumento en la concurrencia representa un desafío al desánimo, una respuesta silenciosa a la prédica antipolítica que desde el propio gobierno nacional se alimenta día tras día. No es casual que los funcionarios chaqueños subrayen la importancia de la “calidad democrática”: la expresan como un valor en extinción.
La jornada electoral en el Chaco, pacífica y ordenada, se convierte así en un espejo de lo que podría ser la Argentina si la política dejara de ser un campo de batalla permanente. Sin incidentes relevantes, sin discursos de odio, sin provocaciones mediáticas, solo ciudadanos ejerciendo su derecho. Un escenario que, paradójicamente, hoy parece excepcional.
Mientras tanto, en Buenos Aires y en las redes sociales, los voceros libertarios siguen repitiendo que el “sistema” está podrido, que los políticos son el enemigo, que el pueblo debe desconfiar del Estado. Y sin embargo, son los mismos que se aferran al poder del Estado para disciplinar, censurar y manipular. La democracia sobrevive a pesar de ellos, no gracias a ellos.
Cuando se conozcan los resultados oficiales, la lectura política será inevitable: una mayor participación en una provincia históricamente golpeada por la desigualdad no habla de esperanza en el rumbo nacional, sino de una resistencia silenciosa. El pueblo chaqueño vota no porque crea en Milei, sino porque todavía cree en sí mismo.
En definitiva, la noticia del día no es el porcentaje exacto ni el ganador de la elección, sino el hecho de que, contra todo pronóstico, una parte del país decidió no rendirse al desánimo. En tiempos de desesperanza programada, salir a votar es un acto profundamente político.
Y mientras la Casa Rosada celebra las cifras del ajuste y los mercados aplauden el sufrimiento popular, en el norte del país todavía se sostiene una llama distinta: la de la democracia cotidiana, esa que no sale en cadena nacional pero que sigue viva en cada mesa de votación.
Fuentes:
Diario Norte (Chaco) https://www.diarionorte.com/318045-el-gobierno-provincial-estima-que-el-porcentaje-de-participacion-superara-el-60-por-ciento
El Chaco superó el 60 % de participación pese al clima de apatía nacional





















Deja una respuesta