El gobierno anunció “alianzas estratégicas”, “ayuda financiera” y “promesas de inversión”, pero hasta ahora todo se reduce a gestos políticos y declaraciones de intención. No existe ningún documento, memorando ni compromiso real entre Buenos Aires y Washington.
A 48 horas de la reunión entre Javier Milei y Donald Trump, el balance es pura retórica. Ni el Ministerio de Economía ni la Cancillería publicaron documentos oficiales que respalden los anuncios difundidos por el propio presidente argentino. Los mercados reaccionaron con desconfianza y las promesas de apoyo de Trump quedaron atadas a futuros resultados electorales.
Pasaron dos días desde el encuentro que el presidente Javier Milei presentó como un “hito histórico” en la relación con los Estados Unidos. Sin embargo, al cierre de esta semana no existe un solo acuerdo firmado, comunicado conjunto o documento oficial que dé sustento a las promesas de apoyo económico y político que el mandatario difundió desde Washington.
De acuerdo con lo publicado por Reuters, AP, El País, Clarín, Infobae y La Nación, la reunión con Donald Trump se limitó a una conversación privada y a una sesión de fotos que el gobierno argentino aprovechó para construir un relato de “respaldo internacional”. La supuesta línea de swap de 20 mil millones de dólares, mencionada en varios portales, no figura en ningún documento ni fue confirmada por el Tesoro estadounidense. Se trata, como mucho, de una expresión de deseo o un compromiso verbal sujeto a negociaciones futuras.
Tampoco se anunció un acuerdo comercial concreto. Milei aseguró que Trump le ofreció “ventajas arancelarias” y un “acceso privilegiado al mercado norteamericano”, pero ninguna dependencia oficial de EE. UU. ni la Cancillería argentina comunicaron cambios en las condiciones de exportación o tratados bilaterales. Las “ventajas comerciales” existen solo en los titulares del gobierno libertario.
En los hechos, lo más notorio tras el encuentro fue la reacción negativa de los mercados. Las acciones y los bonos argentinos cayeron, el dólar volvió a subir y la desconfianza se amplificó luego de que Trump condicionara su eventual ayuda al resultado de las elecciones legislativas argentinas: “Si Milei no gana, no seremos igual de generosos”, declaró el expresidente norteamericano. Esa frase, reproducida por El País, Reuters y La Nación, expuso el carácter político —y no económico— del supuesto “respaldo estadounidense”.
El propio Milei intentó desmentir el condicionamiento al afirmar que “mientras yo sea presidente, el apoyo lo tenemos”. Pero la aclaración no hizo más que confirmar que todo depende de la voluntad personal del líder norteamericano, y no de un compromiso institucional entre naciones soberanas.
De hecho, ni la Casa Blanca ni el Departamento de Estado publicaron una nota de prensa oficial sobre la reunión, algo habitual cuando se produce un entendimiento bilateral. El encuentro Trump–Milei fue, más que un evento diplomático, una operación de marketing político destinada al consumo interno, en un momento de fuerte desgaste económico y social para el gobierno argentino.
Mientras el Ejecutivo insiste en hablar de “un nuevo eje occidental”, las condiciones materiales del país siguen deteriorándose: inflación alta, caída del salario real, paralización industrial y fuga de capitales. En ese contexto, el viaje a Washington sirvió para mostrar fotos y titulares, pero no generó ningún ingreso, inversión ni beneficio concreto para la población.
El contraste entre el discurso y la realidad es abrumador. El presidente construye anuncios de magnitud épica sin ningún correlato verificable, en una estrategia que ya se volvió costumbre: primero el tuit, después el titular, y nunca el resultado. Los portales internacionales fueron contundentes: “No hubo acuerdos firmados”, “todo está en etapa preliminar”, “las negociaciones siguen abiertas”.
Así, el “respaldo histórico” que Milei vendió a los argentinos se desdibuja con el paso de las horas. Lo que queda es una imagen: dos líderes de ultraderecha abrazados frente a las cámaras, y detrás, una Argentina que sigue esperando anuncios reales que alivien su economía.





















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