El plan Milei en la cornisa: sin confianza, sin dólares y con la soga corta

“Cuando el respaldo externo se agota, y la realidad golpee, será el propio experimento libertario el que enfrente el juicio más duro.”
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(Por Javier El Profe Romero) La economía argentina atraviesa tiempos de aparente calma, pero a costa de una tensión estructural que amenaza con quebrarse en cualquier momento.

Desde su asunción en diciembre de 2023, el presidente Javier Milei ha impulsado un programa de shock que apuntó, en tiempo récord, a desactivar el régimen inflacionario con de fuerte ajuste fiscal, anclaje y reformas desregulatorias.

Todo bajo una bandera de estabilización que, más allá del relato oficial, enfrenta límites cada vez más evidentes.

El corazón del plan que diseñó el ministro Luis Caputo se basó en una combinación de elementos clásicos del recetario ortodoxo: superávit financiero, contención del gasto, freno a la emisión monetaria y un tipo de cambio pisado.

Si bien estas herramientas lograron una desaceleración inicial de la inflación —que pasó del 25% mensual en diciembre a registros cercanos al 5% hacia mayo— el escenario actual muestra fisuras difíciles de ocultar.

Las metas presupuestarias para 2025, por ejemplo, han dejado de ser vistas como realistas por la mayoría de los analistas.

El gobierno proyecta una inflación de 22,7% para el año próximo, lo que implicaría tasas mensuales de entre 1 y 1,5% a lo largo del segundo semestre de este año.

Sin embargo, la mediana del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), publicada por el Banco Central, ya anticipa un 25%, mientras que consultoras privadas elevan esa cifra hasta el 27% o incluso más.

Este desfase entre proyección oficial y consensos de mercado se explica por varias razones.

En primer lugar, el gobierno ha postergado aumentos tarifarios para mantener la “sensación térmica” de baja de precios dentro de lo políticamente tolerable.

Segundo, mantiene un descenso del dólar oficial de apenas 2% mensual —el llamado tipo de cambio móvil— lo cual ha producido una apreciación real del peso que compromete la competitividad y fomenta la expectativa de corrección brusca en el futuro cercano.

Pero, sobre todo, lo subyacente es un proceso de ajuste que en la práctica ha sido recesivo y de altísimo costo social.

El superávit logrado en los primeros meses del año se sustentó principalmente en la licuación del gasto social, la caída real de salarios y jubilaciones, la paralización de la obra pública y el corte abrupto de transferencias a provincias.

Este bajo gasto ayudó a mostrar resultados contables, pero no es sostenible en el tiempo sin consecuencias sociales.

De hecho, la actividad económica se contrajo cerca del 3,5% en el primer semestre, el consumo descontó los niveles más bajos desde la pandemia y la pobreza ya supera el 50%, según estimaciones privadas.


Al borde de la cornisa

En este contexto, la estabilidad cambiaria se sostiene con alfileres. El tipo de cambio oficial se mantiene contenido gracias a la intervención del Banco Central ya una brecha acotada por controles, pero sin reservas netas positivas y con un mercado escéptico, el riesgo de una nueva corrida es latente.

Los exportadores retrasan liquidaciones esperando un salto cambiario, mientras el ingreso genuino de divisas se ve afectado por la combinación de precios internacionales más bajos y una cosecha que, aunque mejor que la anterior, sigue lejos de niveles históricos.

Frente a este panorama, el verdadero sostén del modelo no es interno sino externo. El gobierno logró cerrar, a principios de año, un paquete financiero de asistencia internacional sin precedentes recientes: alrededor de 32.000 millones de dólares para 2025 , con unos 20.000 millones provenientes del FMI y el resto distribuidos entre el Banco Mundial y el BID.

Esta inyección es lo que permite financiar los vencimientos y contener tensiones en el corto plazo, pero no obedecer a un voto de confianza pleno por parte del mundo: organismos multilaterales, gobiernos aliados y fondos de inversión entienden que un nuevo colapso argentino este año tendría costos políticos regionales incalculables.

Esa es la razón detrás del oxígeno que Milei todavía respira. Sin esa asistencia, el modelo se desfinanciaría en cuestión de semanas.


Tic Tac, Tic Tac

A esta fragilidad económica se suma un desgaste político acelerado. La figura de Caputo, vinculada al fracaso del endeudamiento durante la era Macri, sigue despertando el rechazo entre inversores y funcionarios extranjeros.

El oficialismo, además, carece de mayorías legislativas y enfrenta una oposición que, aunque fragmentada, crece en protagonismo a medida que las tensiones sociales se acumulan.

Así, Milei llegó a la mitad de su primer año en el poder sostenido más por la inercia del financiamiento externo que por consensos duraderos.

Su apuesta es llegar a salvo hasta las elecciones presidenciales de 2025, evitar una crisis cambiaria y mostrar algún grado de recuperación.

Pero el plan, tal como está concebido, tiene fecha de vencimiento. La combinación de recesión, atraso cambiario, desequilibrios sociales y emergencia fiscal no podrá mantenerse indefinidamente.

Lo que viene dependerá, en buena parte, de la paciencia del Fondo Monetario y del humor de los mercados.

En medio de este delicado equilibrio, la pregunta ya no es si el modelo podrá sostenerse en el largo plazo, sino si logrará sobrevivir sin sobresaltos hasta el próximo turno electoral.

Porque cuando el respaldo externo se agota, y la realidad golpee, será el propio experimento libertario el que enfrente el juicio más duro: el de una sociedad empobrecida, con confianza rota, a la que se le prometió prosperidad y cambio recibió ajuste.


📊 “¿Cuánto tiempo puede aguantar el plan Milei?”

1. Comparación de inflación:

  • Inflación mensual promedio:
    • Diciembre de 2023: 25%
    • Mayo de 2024: 5%
  • Proyección oficial 2025: 22,7% anual
  • Mercado: 25% – 27% anual

2. Paquete financiero 2025:

  • Total: USD 32.000 millones
    • FMI: USD 20.000 millones
    • Banco Mundial: USD 6.000 millones
    • OFERTA: USD 6.000 millones

3. Costo social:

  • Caída del PBI: -3,5% en el primer semestre
  • Pobreza: +50% (estimaciones privadas)
  • Salarios reales: caída del 15%

4. ¿Qué pasa si se acaban los dólares?

  • Riesgo de corrida cambiaria
  • Fin del gateo
  • Retorno de la inflación alta
  • Crisis de confianza

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