Ajuste sin freno: Start_ cerró todos sus locales y despidió a sus empleados

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La cadena de tecnología y electrodomésticos, que prometía ser el “Apple Store argentino”, cesó operaciones en sus 26 locales. Alega “fuerza mayor”, pero el trasfondo revela el colapso de un modelo de negocios en un país devastado por el ajuste.

Start_ nació en 2021 con la ambición de revolucionar la experiencia de compra en tecnología. Cuatro años después, el silencio de sus locales vacíos se suma al murmullo ensordecedor de un país que se desangra. Mientras el gobierno de Javier Milei celebra “el fin de la casta”, el país real acumula desempleados, persianas bajas y un tejido social roto.

El cierre de Start_ no es una simple noticia empresarial. Es un grito seco en medio del estruendo del ajuste. Un nuevo capítulo en el catálogo de catástrofes cotidianas que padece la Argentina bajo la conducción libertaria. En apenas cuatro años, esta cadena de electrodomésticos y tecnología pasó de promesa a escombro. Lo que empezó como un proyecto ambicioso impulsado por dos emprendedores argentinos, Nicolás Osta y Esteban Isorna, terminó con 26 locales cerrados y cientos de trabajadores despedidos, sin más explicación que una frase que ya suena hueca por repetida: “motivos de fuerza mayor”.

Start_ no era una improvisación. Era el brazo minorista de Intermaco, un mayorista con más de 60 años en el rubro. Contaban con experiencia, trayectoria, respaldo y una apuesta fuerte al futuro: locales con diseño moderno, asesoramiento personalizado, foco en el universo gamer, laboratorios para armar PCs a medida, y hasta una alianza estratégica con Lenovo en pleno Abasto Shopping. Invirtieron medio millón de dólares en un nuevo centro logístico en Sarandí, duplicando capacidad operativa. Proyectaban duplicar también la cantidad de locales. Pero ese futuro, que parecía escrito con tinta indeleble, fue arrasado por la tormenta perfecta: recesión, desplome del consumo, política económica sin red, y un modelo que abandona a quienes producen y a quienes trabajan.

El anuncio del cierre fue tan frío como brutal. Un correo electrónico del área de Capital Humano del Grupo Omni, holding que nucleaba a Start_, dio el mazazo: “Nos vemos obligados a comunicar el cierre masivo de la operación de Start_”, reza el mensaje, al que accedió el diario Clarín. Ni una palabra más. Ni una explicación económica clara, ni una conferencia de prensa, ni una rendición pública de cuentas. Apenas una notificación que los empleados debían esperar en sus casas: las cartas documento con la finalización de sus vínculos laborales.

Todo esto en medio de un contexto que ya estaba plagado de señales rojas. La caída abrupta del consumo interno fue horadando las bases de la empresa. Sin demanda, no hay ventas. Sin ventas, no hay rentabilidad. Sin rentabilidad, no hay empleo. Así de cruel y así de simple. Pero lo verdaderamente escandaloso es la naturalización de este proceso. En un país normal, cada empresa que cierra es una tragedia colectiva. En la Argentina de Milei, es apenas una más. Otra que se suma a Garbarino, en agonía judicial. Otra que engorda el conteo de desempleados. Otro bache en la ruta del derrumbe.

El silencio oficial frente a esta situación resulta tan alarmante como revelador. Mientras el Presidente se dedica a posar con multimillonarios, vender libros con títulos distópicos y denigrar al Estado en cada foro internacional, en el país real las empresas cierran, los comercios caen, y las familias entran en la desesperación. La utopía anarcocapitalista tiene consecuencias. No son teóricas ni simbólicas. Son concretas, reales y devastadoras.

La dirigencia del Grupo Omni agradeció en el mismo mail “el compromiso, la dedicación y el profesionalismo” de sus empleados. Palabras amables que suenan cínicas cuando vienen acompañadas de despidos masivos. Porque no es solo una estructura empresarial lo que colapsa: son personas, proyectos de vida, familias que hoy se despiertan con el cartel de “sin trabajo” colgado en la puerta de sus casas. No hay frase de LinkedIn que cure ese golpe.

La experiencia Start_ fue, al mismo tiempo, un caso testigo de cómo se pueden hacer las cosas bien y, sin embargo, fracasar cuando el contexto es hostil. A diferencia de muchos jugadores del mercado, esta empresa apostó por un modelo innovador, con foco en la atención personalizada, productos de gama media y alta, y una fuerte pata digital —de hecho, el 40% de sus ventas provenía del e-commerce—. Pero ni la omnicanalidad, ni las alianzas estratégicas, ni la inversión logística alcanzaron para sobrevivir en una economía en picada libre.

Hay algo profundamente perverso en cómo el gobierno de Javier Milei observa estos procesos con indiferencia o, peor aún, con entusiasmo. La idea de que el “mercado se regula solo” resulta una sentencia de muerte para los sectores más vulnerables y para la clase trabajadora. La “libertad” que proclaman desde el Ejecutivo es, en los hechos, la libertad para despedir, para cerrar, para acumular mientras otros caen.

La situación de Start_ es también una advertencia para todos los que aún sobreviven en el rubro. El mensaje es claro: no importa cuánto te esfuerces, cuánto inviertas, cuán creativo seas. Si el contexto macroeconómico está destruido por políticas de ajuste salvaje, la quiebra es solo cuestión de tiempo. Y el gobierno, lejos de tender una red, te empuja al abismo.

En última instancia, lo que queda es un tendal de locales cerrados, empleados despedidos y un nuevo recordatorio de que el modelo libertario, más que liberar, esclaviza. Se burla del esfuerzo, castiga al emprendedor genuino y condena al trabajador. Y como suele pasar en la Argentina, nadie se hace cargo. Nadie da la cara. Solo queda la postal: persianas bajas, carteles arrancados, silencio de muerte. Y un país que se desangra sin que nadie en el poder parezca dispuesto a coserle las heridas.

Fuente:
https://www.elonce.com/economia/cierra-cadena-de-electro-y-tecnologia-mas-trabajadores-sin-empleo.htm

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