“Es mejor tener el pelo libre, que la libertad con fijador. ¡Marcha de la Bronca!”: La aplanadora resucita la bronca en tiempos del ajuste libertario

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La aplanadora del rock volvió a hacer lo que mejor sabe: dinamitar silencios. Con un post cargado de energía y memoria, Divididos encendió nuevamente la llama de uno de los himnos más potentes del rock argentino, “Marcha de la bronca”, y lo hizo con una frase que condensa décadas de resistencia cultural: “Es mejor tener el pelo libre, que la libertad con fijador”. No solo es una línea insoslayable de la canción original; es también un mensaje directo para un presente que, igual que aquel pasado, intenta moldear cabezas a fuerza de disciplina, control y miedo.

El post, publicado pasada la medianoche por la cuenta oficial de @DivididosOK, ya explotó en interacciones: miles de likes, cientos de reposts y un video de poco más de cinco minutos que circula como un fogonazo eléctrico entre fans del rock y nostálgicos de la protesta. En el clip —de sonido crudo, vibrante, auténtico— se adivina lo que parece una performance en vivo con invitados de lujo: Miguel Cantilo, Andrés Ciro Martínez, Noe Recalde, Seba Andersen, Willi Piancioli y Daniel Marcó. Una alineación que arma, al menos por un rato, un supergrupo destinado a reactivar el pulso de un clásico que nunca terminó de dormirse.

Que la voz de Cantilo vuelva a sonar en esta canción tiene el peso simbólico de una bocanada de memoria. Él mismo escribió “Marcha de la bronca” hace más de medio siglo, cuando Argentina transitaba una dictadura que perseguía cabezas, ideas y pelos largos. Aquella bronca de 1970, nacida de una juventud que se cansó de obedecer sin preguntar, vuelve a bajar como un latigazo ahora que los discursos autoritarios resurgen, que el descontento social se profundiza y que el poder vuelve a pedir “orden” mientras achica derechos. Divididos, siempre atentos a la temperatura del país, elige este momento para amplificar ese mensaje: no es nostalgia, es advertencia.

La canción, que Pedro y Pablo convirtieron en un símbolo de resistencia durante la “Revolución Argentina” y, más tarde, en los años de plomo, nunca perdió vigencia. Su crítica a los que “compran derechos”, su burla a la moralina represiva de los que pedían “cortar el pelo sin razón” y su estribillo que denuncia “tanta mentira organizada”, funcionan como un espejo incómodo del presente. En un país atravesado por desigualdades, crispación política y discursos que intentan reducir la protesta a un capricho, vuelve a rugir aquello de que es mejor tener el pelo libre que volverse esclavo del fijador. Más claro, imposible.

La elección de invitados no es casual. Andrés Ciro Martínez aporta su tono callejero, esa garganta curtida que sabe gritar bronca popular sin impostaciones. Noe Recalde suma un registro que le da aire fresco a un clásico históricamente masculino. Seba Andersen, guitarrista de sonido barrial y rockero, dialoga con la potencia eléctrica que siempre caracterizó a Divididos. Y la base histórica de la banda —Willi Piancioli en bajo y Daniel Marcó en batería— sostiene ese pulso que define a la aplanadora desde los años noventa: contundencia, precisión y espíritu de combate.

Mientras el video circula, las redes se llenan de respuestas que mezclan furia, emoción y humor. Algunos celebran que la bronca vuelva a tener banda sonora; otros recuerdan que Divididos ya había versionado la canción en otras épocas, siempre en momentos donde el clima social pedía gritar. También proliferan memes que reversionan la letra con problemas cotidianos: el dólar blue, los precios en el supermercado, la precarización laboral, los discursos de odio que se multiplican sin pausa. Si algo demuestra el efecto viral del post es que Marcha de la bronca sigue siendo un termómetro tan preciso como implacable.

En tiempos donde la cultura del rock muchas veces parece relegada al nicho o al revival, Divididos vuelve a torcer la historia y coloca a una canción de protesta en el centro de la conversación pública. No como mercancía vintage sino como arsénico poético para un presente que exige volver a marchar, volver a cantar, volver a decir lo que incomoda. En cinco minutos de música, se condensa una genealogía de desobediencia que un país entero conoce de memoria.

La bronca no pasa de moda. Lo que cambia es el momento en que vuelve a explotar. Y esta vez, lo hace de la mano de Divididos, esa banda que nunca necesitó permiso para prender la mecha.

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