Durante la preparación del futuro Museo de la Corte Suprema, se descubrieron 83 cajas con material de propaganda nazi, ocultas durante más de 80 años en el subsuelo del Palacio de Tribunales. Este hallazgo no solo revela una historia enterrada, sino que también expone las complicidades y silencios institucionales que persisten hasta hoy. (La foto que ilustra la nota es una reunión de simpatizantes del Partido nacionalsocialista en Argentina y pertenece a la Comisión Especial Investigadora de Actividades Antiargentinas del Congreso de la Nación que funcionó entre 1941 y 1943)
(Por Walter Onorato) En el corazón del Palacio de Tribunales, donde se supone que la justicia debe brillar con luz propia, un hallazgo reciente ha arrojado una sombra inquietante sobre la historia y el presente de la institución. Mientras se realizaban tareas de organización para la creación del Museo de la Corte Suprema, funcionarios judiciales descubrieron 83 cajas que contenían material de propaganda nazi, ocultas en el sótano del edificio desde 1941.

Libretas de afiliación con símbolos nazis encontradas dentro de las cajas.
El contenido de estas cajas, que incluye postales, fotografías y miles de libretas pertenecientes al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán y a la Unión Alemana de Gremios, fue enviado al país por la embajada alemana en Tokio a bordo del vapor japonés “Nan-a-Maru”. Aunque en su momento la Aduana y la Comisión Especial Investigadora de las Actividades Antiargentina detectaron la naturaleza propagandística del material y ordenaron su incautación, el caso fue remitido a la Corte Suprema, donde aparentemente quedó en el olvido durante más de ocho décadas.
Dicha comisión se crea con el propósito de investigar y combatir la penetración de ideologías extremistas en el país fundamentalmente aquellas de inspiración Nazi-fascista. Su periodo de actividad está comprendida entre los años 1941 y 1943. Según detalla el informe del sitio web del Archivo de la Cámara de Diputados de la Nación, en ese tiempo realiza una actividad febril que se plasma en cuatro informes que entregan a la consideración de la Cámara y la Nación.

Cajas de madera rotuladas como de champagne Crillón, donde se almacenaban los documentos.
En 1941, la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina estaba integrada por los ministros: Justo Lucas Álvarez Rodríguez, Ricardo Longhi, Felipe Pérez, Rodolfo Guillermo Valenzuela y Antonio Casares. recordemos que por aquel año el presidente de la Nación era Jaime Gerardo Roberto Marcelino María Ortiz, un porteño que había nacido en 1886 y que va a fallecer en 1942. Era abogado, había sido diputado nacional por la entonces Capital Federal entre 1920 y 1924, se desempeño como ministro de Obras Públicas entre 1925 y 1928, y ministro de Hacienda (lo que hoy sería Ministro de economía) entre los años 1936 y 1937. Como presidente de la Nación, asumió el 20 de febrero de 1938 y renunció por cuestiones de salud en 1942.
Este descubrimiento no solo tiene un impacto histórico, sino que también plantea preguntas incómodas sobre las omisiones y complicidades institucionales que permitieron que este material permaneciera oculto durante tanto tiempo. ¿Cómo es posible que documentos de tal relevancia hayan sido ignorados por la máxima autoridad judicial del país? ¿Qué otras verdades incómodas podrían estar enterradas en los archivos de nuestras instituciones?
El presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, ha ordenado un exhaustivo relevamiento del material encontrado, en colaboración con el Museo del Holocausto de Buenos Aires. Sin embargo, este gesto, aunque necesario, llega con décadas de retraso y no puede borrar las huellas de una historia de silencios y omisiones.

Ejemplares de libretas pertenecientes a organizaciones vinculadas al nazismo.
La Argentina tiene una historia compleja con respecto al nazismo. Durante y después de la Segunda Guerra Mundial, el país se convirtió en refugio para numerosos criminales de guerra nazis, como Adolf Eichmann y Josef Mengele, que encontraron aquí un lugar donde ocultarse y vivir impunemente. Este hallazgo en el sótano de la Corte Suprema no hace más que confirmar la profundidad de las redes de complicidad que permitieron y facilitaron esta impunidad.
Además, este descubrimiento se produce en un contexto político preocupante. Bajo el gobierno de Javier Milei, se han tomado decisiones que parecen minimizar la importancia de la memoria histórica y los derechos humanos. La reciente designación de genocidas en cárceles con condiciones privilegiadas, como la Unidad Penitenciaria 34 de Campo de Mayo, es un ejemplo de ello.

Libreta de la Unión Alemana de Gremios.
En este sentido, el hallazgo de las cajas con propaganda nazi en la Corte Suprema no solo es un recordatorio de los horrores del pasado, sino también una advertencia sobre los peligros de la desmemoria y la indiferencia en el presente. La justicia no puede permitirse el lujo de mirar hacia otro lado o de enterrar las verdades incómodas bajo capas de polvo y olvido.
Es imperativo que este descubrimiento sirva como catalizador para una revisión profunda de los archivos y prácticas institucionales, no solo en la Corte Suprema, sino en todas las esferas del Estado. La transparencia, la rendición de cuentas y el compromiso con la verdad deben ser pilares fundamentales de nuestra democracia.

Entre los documentos hay postales, fotografías y material propagandístico del régimen nazi.
El pasado no puede cambiarse, pero sí puede y debe ser comprendido y enfrentado con honestidad y responsabilidad. Solo así podremos construir un futuro donde la justicia no sea una palabra vacía, sino una realidad tangible para todos.
El hallazgo de estas cajas es una oportunidad para reflexionar sobre nuestra historia y nuestras instituciones, y para reafirmar nuestro compromiso con la memoria, la verdad y la justicia. No dejemos que esta oportunidad se pierda en el olvido.
Fuentes:
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