Jorge Macri clausuró una estación del subte porteño para que se juegue un torneo de Counter Strike

La estación Facultad de Derecho de la línea H fue cerrada al público para convertirse en sede de un torneo de videojuegos organizado por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

(Por Sofia Arregui) El absurdo macrista se impone: se bloquea el transporte público para los pasajeros, pero se criminaliza a quienes cortan una calle para protestar por sus derechos. La lógica del Mileismo se expande como un virus: si no sos gamer promercado, no molestes. ¿Gobierna Jorge Macri o es un streamer con presupuesto.

El sábado 27 de abril, mientras miles de trabajadores y estudiantes intentaban moverse por la Ciudad de Buenos Aires en medio del caos de transporte, se encontraron con una sorpresa insólita: la estación Facultad de Derecho del subte H estaba cerrada. No por obras, no por razones de seguridad, sino por un evento privado disfrazado de política pública: el torneo de videojuegos “Copa Metropolitana” organizado por el propio gobierno de Jorge Macri. Sí, el mismo que ajusta en salud, educación y cultura, ahora convierte el subte en una LAN party financiada por el Estado.

La indignación no tardó en explotar en redes sociales. Decenas de críticas que señalaban el contraste entre la represión a manifestantes que cortan una calle para reclamar por salarios o derechos, y la tolerancia con un grupo de jugadores que impide el uso del transporte público para entretenimiento. “La estación no está disponible para el pueblo, pero sí para los pibes libertarios que juegan al Counter con recursos del Estado”, ironizó un usuario en X. Otro replicó: “¡Ojo con cortar una calle para protestar! Pero si sos un gamer, te dan una estación entera”.

Las imágenes de chicos con auriculares, luces LED y pantallas gigantes en el hall de la estación fueron difundidas por el propio GCBA con tono triunfalista. “Promovemos el gaming como parte de la innovación tecnológica de la Ciudad”, publicó el área de Cultura Joven. Sin embargo, ni una palabra sobre los cientos de usuarios que ese día no pudieron acceder a una de las principales estaciones de la línea H, que conecta con la Facultad de Derecho de la UBA, una institución que, paradójicamente, hoy es blanco de recortes brutales por parte del gobierno nacional aliado de Jorge Macri.

El episodio no es anecdótico. Refleja una forma de ejercer el poder: frivolizar la gestión, priorizar el marketing sobre las necesidades reales, y construir una lógica de exclusión elitista. Porque el torneo no fue en un polideportivo o en un centro cultural: fue en un espacio público esencial para el funcionamiento de la ciudad. En la narrativa libertaria, si cortás la calle por hambre o por falta de presupuesto educativo, sos un “vago” o un “zurdo violento”; pero si bloqueás una estación del subte para jugar al Counter Strike, sos “el futuro”.


No es solo una contradicción discursiva. Es una definición de clase. La criminalización de la protesta contrasta con la romantización del “emprendedor techie” que juega con fondos públicos. Las fuerzas de seguridad actúan rápido ante cualquier piquete, pero brillan por su ausencia cuando se vulnera el derecho al transporte. Todo esto bajo la excusa de una supuesta “modernidad” que, en realidad, es puro decorado para una gestión que desfinancia la salud pública, recorta subsidios, cierra programas sociales y reprime a estudiantes y docentes.

El silencio del Jefe de Gobierno frente al descontento ciudadano no es nuevo. Jorge Macri no explicó por qué se clausuró la estación ni ofreció alternativas. Tampoco se difundió cuánto costó el evento, ni quiénes se beneficiaron económicamente. Porque detrás del cosplay gamer, hay empresas de marketing, sponsors tecnológicos y licitaciones opacas. La misma lógica que se ve en la gestión nacional de Javier Milei: un Estado que se dice “ausente” para lo social, pero presente y generoso con lo privado.

Así, la ciudad más rica del país se convierte en una maqueta donde se celebra el individualismo digital y se castiga la organización colectiva. Donde se aplaude al gamer, pero se reprime al manifestante. Donde el subte no es para quienes trabajan o estudian, sino para quienes entretienen al algoritmo. La pregunta final ya no es retórica: ¿Esto lo gobierna Jorge Macri o es Santoro disfrazado de parodia para advertirnos hacia dónde vamos?

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