Intrusión en el Congreso: Identifican a ciudadanos chilenos como responsables del ingreso forzado a las oficinas de Monzó y Massot
Un hecho inusual y alarmante sacudió al bloque Encuentro Federal en el Congreso de la Nación. Las oficinas de los diputados Emilio Monzó y Nicolás Massot, ubicadas en el edificio contiguo al Anexo de la Cámara de Diputados, fueron violentadas el pasado 20 de abril en un episodio aún envuelto en misterio y sospechas políticas. La justicia ya identificó a los presuntos autores: dos hombres y una mujer, todos de nacionalidad chilena, aunque hasta el momento no se ha concretado ninguna detención.
La causa está en manos del juez Ariel Lijo, quien notificó recientemente a los legisladores Monzó y Massot –ahora querellantes en la causa– que se logró individualizar a las personas que ingresaron por la fuerza en sus despachos durante ese fin de semana. El dato más llamativo: no se sustrajo ningún objeto de valor, pero los cajones de los escritorios aparecieron forzados y todo fue revuelto. La violencia sobre el mobiliario, pero la ausencia de robos, encendió las alarmas sobre posibles motivaciones que van más allá de un simple intento de hurto.
Sospechas y versiones cruzadas
En el entorno de Encuentro Federal no se descarta que los implicados hayan sido utilizados por los servicios de inteligencia locales como “mano de obra desocupada”, una práctica que remite a métodos oscuros ya conocidos en la historia reciente del país. La hipótesis cobra fuerza por el perfil de las víctimas: Monzó y Massot fueron impulsores de la caída de fondos extras destinados a la ex SIDE a través de un DNU del Poder Ejecutivo, lo que habría generado incomodidades en sectores del oficialismo.
Además, el momento elegido para la intrusión genera aún más suspicacias: ocurrió a horas del inicio de la interpelación de funcionarios nacionales en la Cámara baja por el escándalo del caso $Libra, y en las oficinas de uno de los bloques que impulsaba con mayor fuerza la creación de una comisión investigadora. ¿Casualidad o advertencia?
Un ataque en territorio vigilado
La gravedad del episodio se potencia al considerar la ubicación del edificio: está frente a una de las entradas principales del Congreso, en una zona de alta custodia. En ese mismo inmueble conviven oficinas de La Libertad Avanza, la Coalición Cívica, el presidente de la UCR Martín Lousteau, y hasta viviendas particulares. Sin embargo, el único espacio violentado fue el de Encuentro Federal, lo que refuerza la idea de un blanco dirigido y premeditado.
El bloque, liderado por Miguel Ángel Pichetto, emitió un comunicado donde expresó su preocupación y solicitó una investigación exhaustiva. “Esperamos una pronta respuesta por parte de las autoridades para que se identifique a los responsables del hecho y el mismo se esclarezca pronto”, señalaron.
Expectativa por avances judiciales
La causa sigue su curso en el juzgado de Ariel Lijo. Mientras tanto, Massot y Monzó aguardan nuevas medidas, con la esperanza de que se ordenen pronto las detenciones de los tres ciudadanos chilenos ya identificados. Se trata de un caso sin precedentes recientes en el Congreso: un ataque directo a las oficinas de un bloque legislativo, en medio de un clima de creciente tensión política e institucional.
El episodio dejó al descubierto fisuras en la seguridad del Congreso y abrió interrogantes sobre el accionar de estructuras clandestinas que, bajo la sombra del Estado, podrían estar operando para intimidar o condicionar a legisladores incómodos.
En un contexto de creciente autoritarismo, ajuste y espionaje interno, la intrusión en las oficinas de Encuentro Federal no es un hecho menor. Más bien, podría ser la señal de que ciertas prácticas del pasado están intentando colarse nuevamente en la vida política argentina. La sociedad merece respuestas, y la democracia exige que se sepa quién dio la orden.
Violentaron el despacho de Massot y Monzó después de frenar fondos extras para la ex SIDE

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