Si la tocan a Cristina, paramos el país: Los gremios se plantan frente al lawfare

Los sindicatos no se callan ante la posible ratificación de la condena a Cristina Kirchner por parte de la Corte Suprema, tres gremios clave anuncian un paro nacional. No es amenaza: es una advertencia democrática.

La UOM, SMATA y ATE Capital, junto a trabajadores de ANSES y universidades públicas, trazan una línea firme en defensa de la exmandataria. La presión sobre la Corte se vuelve política, pero el trasfondo es institucional: los gremios se plantan frente al lawfare con una decisión histórica que interpela al gobierno de Javier Milei y al Poder Judicial.

En un país donde la Justicia suele mirar hacia donde sopla el viento político, la decisión de los gremios de anunciar un paro nacional en caso de que la Corte Suprema confirme la condena a Cristina Fernández de Kirchner marca un antes y un después. No es sólo una medida de fuerza: es un grito colectivo, una forma de resistencia democrática frente al avance implacable de una maquinaria judicial que muchos consideran al servicio del poder real. Y, por qué no decirlo, también del gobierno de Javier Milei.

La UOM (metalúrgicos), SMATA (mecánicos) y ATE Capital (estatales porteños) fueron los primeros en dar el paso. A ellos se sumaron trabajadores de ANSES y universidades nacionales. Todos con una consigna que ya resuena como un rugido en las calles: “Si la tocan a Cristina, paramos el país”. Y no es una consigna vacía. Es una advertencia firme, legítima, encarnada en la historia de la defensa de los derechos colectivos frente a los abusos institucionales.

Lo que está en juego no es sólo el futuro judicial de una ex presidenta, sino el concepto mismo de democracia. Porque cuando un fallo judicial puede cambiar el mapa electoral, silenciar a una figura política y cercenar el derecho del pueblo a elegir libremente, entonces la justicia deja de ser ciega para transformarse en un instrumento de disciplinamiento.

Los gremios lo saben. Por eso se plantan. Por eso hablan de “paro nacional” y no de “solidaridad simbólica”. Porque están viendo con claridad lo que se viene: un intento de proscripción enmascarado en tecnicismos legales, impulsado por un Poder Judicial desacreditado y funcional al plan de demolición institucional de Javier Milei.

Cristina Kirchner fue condenada en 2022 a seis años de prisión e inhabilitación perpetua en la causa Vialidad. Un fallo cuestionado incluso por juristas independientes, plagado de irregularidades procesales, con pruebas manipuladas y testigos dudosos. La Corte Suprema tiene ahora en sus manos la última palabra. Y los gremios lo tienen claro: ese fallo no será “neutral”. Si la condena se confirma, será leído —con razón— como una movida política, un acto de censura judicial que busca despejar el camino a las derechas más autoritarias.

¿Es una exageración? Basta mirar los gestos del gobierno libertario. Javier Milei, que ha demostrado desprecio absoluto por la institucionalidad, ha intentado meter mano en la Justicia, recortó fondos a la educación y salud públicas, y eliminó derechos laborales conquistados con décadas de lucha. Su ofensiva contra el Estado se completa ahora con una ofensiva judicial contra el campo popular. Y Cristina, con su figura disruptiva, sigue siendo el blanco más visible.

En ese contexto, la reacción sindical no es sólo comprensible: es necesaria. La UOM y SMATA representan sectores industriales claves. ATE Capital nuclea a los trabajadores del Estado en el corazón del aparato público. Los empleados de ANSES administran la seguridad social, y los universitarios sostienen uno de los últimos bastiones del pensamiento crítico. Si ellos paran, no es por capricho ni por consigna partidaria. Es porque están viendo cómo se desmantela, pieza por pieza, el edificio democrático argentino.

La Corte, por su parte, camina por la cornisa. Podría ratificar la condena, modificarla o incluso revocarla. Cada opción tiene implicancias políticas que trascienden lo judicial. Pero hay algo claro: el fallo llegará en medio de un calendario electoral que tiene a Cristina como precandidata a diputada provincial por la provincia de Buenos Aires. Y si la Corte se inclina por confirmar la inhabilitación, impediría su participación. ¿Casualidad? ¿O estrategia?

Mientras tanto, el gobierno de Milei observa, especula, sonríe. No dice nada, pero deja que la máquina avance. El silencio oficial frente al anuncio de los gremios es también una forma de complicidad. No se trata ya de un Poder Ejecutivo respetuoso de la división de poderes, sino de un gobierno que alienta el uso del aparato judicial para eliminar a sus adversarios políticos.

Y ahí radica la valentía de los sindicatos. En un país donde el miedo paraliza, donde la persecución es moneda corriente y la represión acecha, estos gremios decidieron poner el cuerpo. Asumen el costo político, el riesgo mediático, la demonización asegurada por parte de los grandes medios. Pero también asumen la responsabilidad histórica de defender la democracia. No la democracia formal, esa que se reduce a elecciones vacías y gestos protocolares. Sino la democracia real, la que garantiza pluralismo, equidad y justicia social.

Muchos sectores acomodaticios —incluso dentro del peronismo— eligen mirar para otro lado. Esperan que la tormenta pase, que la Corte “no se atreva”, que la candidatura de Cristina se caiga sola. Pero los gremios no esperan. Saben que cuando se pierde una batalla sin darla, lo que se entrega no es sólo una persona, sino el derecho de todo un pueblo a decidir.

Por eso este anuncio de paro no es un hecho aislado ni un exabrupto sindical. Es parte de una disputa mayor por el sentido de la política y la legitimidad democrática. Si la Corte falla contra Cristina, no estará condenando a una dirigente: estará condenando el derecho popular a la representación. Y si el pueblo no puede elegir a quienes lo representan, entonces estamos frente a una democracia amputada.

Frente a eso, la actitud de los gremios no solo es valiente: es ejemplar. Porque en tiempos de tibieza, levantar la voz y poner el cuerpo es un acto revolucionario. Porque en tiempos de ajuste, miseria y represión, salir a la calle por una dirigente política es un gesto de conciencia histórica. Porque en tiempos de Milei, donde el Estado es arrasado y los derechos son dinamitados, defender a Cristina Kirchner es también defender la posibilidad de otro país.

Los gremios lo saben. Y esta vez, no van a esperar sentados.

Fuentes:

  • https://www.infobae.com/politica/2025/06/09/tres-gremios-anunciaron-un-paro-si-la-corte-suprema-confirma-la-condena-a-cristina-kirchner/
  • https://www.perfil.com/noticias/amp/actualidad/en-caso-de-fallo-inminente-de-la-corte-suprema-el-kirchnerismo-prepara-paro-nacional-en-defensa-de-cristina-kirchner.phtml
  • https://damenoticias.com/nota/606557-sindicatos-amenazan-con-paro-nacional-si-se-ratifica-la-condena-a-cristina-kirchner

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