Porteños Truchos: Los candidatos del PRO que no pueden votar donde se candidatean

Silvia Lospennato y Hernán Lombardi, cabezas de lista del PRO en la Ciudad de Buenos Aires, no podrán votar en las elecciones legislativas: siguen figurando en el padrón de la provincia de Buenos Aires. ¿Son porteños de ocasión o simplemente oportunistas seriales?

(Por Walter Onorato) En una muestra de torpeza política, desprolijidad administrativa o simplemente oportunismo puro, los dos principales candidatos del PRO en la Ciudad de Buenos Aires no podrán votar en la elección porteña. Silvia Lospennato y Hernán Lombardi, que encabezan la lista de legisladores de Juntos por el Cambio, no tienen domicilio registrado en CABA. Ambos figuran aún en la provincia de Buenos Aires, donde ejercen sus bancas actuales.

El hecho, más que anecdótico, deja al desnudo una lógica de reciclaje político que roza el cinismo. Cambian de distrito como quien cambia de remera. Se presentan como vecinos de Villa Urquiza o Caballito, pero no figuran en los padrones. Hablan de representar a los porteños, pero no tienen ni el derecho de meter su sobre en la urna.

Porteños de cartón

Lospennato, que se autopresenta como “vecina de Villa Urquiza”, es en realidad diputada nacional por la provincia de Buenos Aires. Su nombre, durante años, estuvo asociado al armado bonaerense del PRO. Para presentarse en la Ciudad, tuvo que renunciar a su cargo en la mesa ejecutiva del PRO bonaerense. En su declaración jurada, aclara que tiene propiedades en CABA —dos departamentos y una casa—, pero eso no basta: lo que cuenta es el domicilio electoral, y ahí perdió.

Lombardi tampoco zafó. Es diputado nacional por la provincia desde 2021, en la lista de Diego Santilli. Intentó cambiar su domicilio, al igual que Lospennato, pero no llegó con los tiempos legales. La Cámara Nacional Electoral fue clara: el cierre del padrón fue en abril, y nadie puede colarse después por más recursos que presente.

El resultado de esta desprolijidad política es grotesco: los dos principales candidatos no podrán tener la clásica foto en el cuarto oscuro, ese momento de alto simbolismo democrático. No habrá imagen de Lospennato votando por sí misma ni de Lombardi saludando con su sobre en la mano. En cambio, eligieron convocar a la prensa a las 8.15 de la mañana en el Café Tortoni. Puro marketing. Mucho símbolo, cero sustancia.

¿No sabían o no les importó? Lo que está en juego

La pregunta que sobrevuela es simple: ¿no sabían que había que cambiar el domicilio a tiempo, o simplemente no les importó? La primera opción revela incompetencia; la segunda, desprecio por las reglas. En ambos casos, el mensaje que dan es el de una casta que se cree por encima de la ley, que se acomoda a conveniencia y que espera que nadie les cuestione nada.

En medio de una campaña signada por el uso de inteligencia artificial para hacer videos falsos —como el escandaloso deepfake donde Macri supuestamente pedía votar por Adorni—, este nuevo episodio profundiza la idea de una política desarraigada, virtual, sin compromiso real con el territorio ni con la ciudadanía. Es el PRO versión Milei: candidatos importados, campañas truchas, manipulación digital y desprecio por lo mínimo que exige una república seria.

Silvia Lospennato y Hernán Lombardi no podrán votar porque no viven, al menos formalmente, en el distrito que dicen representar. ¿Y si eso es exactamente lo que son: representantes de una clase política errante, que se acomoda según el viento, sin raíces, sin coherencia, sin vergüenza? Si la democracia se vacía de contenido, no será por culpa de la apatía ciudadana, sino por la frivolidad de quienes se presentan como su élite dirigente.

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