La pluma al servicio del lawfare, un análisis del panfleto judicial de Morales Solá y su furia disfrazada de crónica judicial
El artículo firmado por Joaquín Morales Solá en La Nación, titulado “La decadencia política de Cristina Kirchner”, no es una crónica imparcial ni un análisis político riguroso, sino un panfleto revestido de periodismo de opinión que responde a una lógica discursiva cargada de furia antikirchnerista, desprecio por el peronismo popular y presión política encubierta sobre el Poder Judicial.
Una narrativa de odio con destinataria explícita
Desde el título, Morales Solá instala una premisa que guía todo el texto: la “decadencia” de Cristina Fernández de Kirchner. No hay intención de comprender la dinámica electoral ni de contextualizar los movimientos dentro del universo del peronismo, sino de ridiculizar, estigmatizar y deslegitimar políticamente a una figura central de la historia argentina reciente. Esa insistencia en denigrar no es ingenua: opera como herramienta discursiva para presionar públicamente a la Corte Suprema a que “haga lo que tiene que hacer”, es decir, que la proscriba cuanto antes.
El autor se permite incluso marcarle a la Corte los tiempos institucionales: “La Corte debería decidir antes del 19 de julio”, escribe, como si fuera un actor político que puede condicionar al máximo tribunal. ¿Desde cuándo un periodista impone plazos a la Justicia? Esta actitud no es neutral: es funcional a sectores del poder económico, mediático y judicial que buscan resolver en los tribunales lo que no pueden ganar en las urnas.
¿Periodismo o extorsión política disfrazada de análisis?
El texto de Morales Solá no se limita a describir hechos, sino que formula una serie de exigencias solapadas a los jueces de la Corte, bajo la amenaza de que si no actúan rápido, sufrirán un “repudio social severo”. ¿De qué sociedad habla? ¿Quién le delegó esa representación? Este tipo de advertencias recuerda a aquellos sectores civiles que históricamente promovieron el derrocamiento de gobiernos populares en nombre del “orden republicano”.
La democracia argentina tiene cicatrices por esos empujones civiles que habilitaron golpes militares. Hoy, esa misma lógica se expresa en la judicialización de la política: si no se puede derrotar a Cristina Kirchner en elecciones, hay que eliminarla como posibilidad política. Morales Solá, como otros editorialistas de su línea, actúa como vocero no de una posición crítica, sino de un plan de proscripción con motivaciones económicas, ideológicas y geopolíticas.
Deshonestidad intelectual y manipulación del derecho
El periodista insiste en que Cristina busca “fueros para no ir presa”, omitiendo que aún no hay condena firme, que la causa conocida como “Vialidad” está plagada de irregularidades, y que el uso del artículo 280 del Código Procesal no es, como él sugiere, una “treta” sino una herramienta habitual del máximo tribunal para rechazar recursos sin fundamentos suficientes. Morales Solá no busca explicar el derecho: lo manipula para instalar una condena anticipada en la opinión pública.
Además, su razonamiento parte de una falacia deliberada: la equiparación entre candidatura e impunidad. ¿Por qué aceptar que cualquier figura política tenga derecho a competir, salvo Cristina Kirchner? ¿Por qué sus fueros deberían ser considerados sospechosos y los del resto no? La narrativa que Morales Solá instala no es jurídica, es ideológica: no se trata de defender la República, sino de impedir la existencia de una alternativa política al proyecto neoliberal que él representa.
Silencios significativos: Macri, espionaje y lawfare
En ningún momento el artículo menciona el espionaje ilegal, las mesas judiciales macristas, la persecución con fines electorales o la connivencia entre sectores del Poder Judicial y el gobierno de Mauricio Macri, que construyó un aparato de lawfare sin precedentes en democracia. Morales Solá no dice ni una palabra sobre eso. Su silencio es complicidad.
¿Habla en nombre propio? ¿De La Nación? ¿De los intereses que financiaron la persecución judicial contra el kirchnerismo? ¿O es simplemente un nostálgico vocero del macrismo que necesita borrar del mapa político a quien todavía conserva un núcleo duro de representación popular?
El periodismo como trinchera del poder fáctico
El texto de Morales Solá es más un edicto que una columna de opinión. Representa el punto de confluencia entre el poder económico concentrado, los medios hegemónicos y un sector del Poder Judicial cooptado por intereses que nada tienen que ver con la democracia. Reclama una proscribilidad de facto como forma de limpieza política.
Detrás de sus palabras no hay preocupación por la institucionalidad, sino un profundo desprecio por las formas democráticas, por el voto popular y, sobre todo, por el peronismo como representación de los sectores subalternos. Morales Solá no teme a Cristina Kirchner como persona: teme a lo que representa. Y por eso su furia es tan desesperada como peligrosa.
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