Desde el Polo Saldías, la expresidenta lanzó un discurso demoledor contra el gobierno de Javier Milei, al que calificó como un «desgobierno» sin proyecto de país. Homenaje a Néstor, crítica al RIGI y llamado a la militancia política real.
Mientras Buenos Aires amanecía nublada y fresca, el termómetro marcaba 15,8°C y el pronóstico extendido anticipaba una semana fría. Pero en el Polo Cultural y Deportivo Saldías, el clima político era todo menos templado. Cristina Fernández de Kirchner volvió a ocupar el centro de la escena con un discurso encendido que buscó desmontar lo que definió como “el relato de la derrota”, en clara alusión al oficialismo libertario que encabeza Javier Milei.
La fecha elegida no fue casual: un 25 de mayo cargado de simbolismo patrio y a 22 años de la asunción presidencial de Néstor Kirchner, su compañero de vida y proyecto. Organizado por el Instituto Patria y la Comisión de Cultura, el «Encuentro de la Cultura Popular» fue mucho más que un acto conmemorativo: se trató de una interpelación directa al presente, con tono urgente y definiciones políticas de alto voltaje.
Cristina no ahorró en calificativos. Llamó a la gestión de Milei un «desgobierno» que, según su diagnóstico, repite los errores de los ’90 con la receta del “dólar barato” y promesas vacías. “Nos quieren hacer creer que encontraron la fórmula de la Coca Cola, pero eso ya lo vivimos con la convertibilidad”, disparó.
Pero el ataque más profundo fue contra el modelo de país que propone el gobierno. En palabras directas, advirtió que “de seguir este endeudamiento, el décimo default no es una fantasía lejana” y denunció que el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) podría llevar al país a no percibir un solo dólar de exportación. “¿Territorio, tal vez? ¿Les darán un pedazo de Ushuaia para hacer alguna base, como Zelenski le dio al otro payaso?”, ironizó con crudeza.
Como era de esperarse, el denominado Pacto de Mayo no se salvó del fuego discursivo. Lo calificó de “bomba de humo” y ridiculizó la propaganda oficial con una frase que ya comenzó a viralizarse: “Tus dólares, tu decisión. Un pastelito está dos lucas, ¿qué te pasa?”
Pero la crítica no fue solo hacia afuera. Cristina también apuntó hacia el interior del peronismo. Llamó a «dejar de ser militantes electorales para volver a ser militantes políticos», dejando atrás «egos y mezquindades» que –según dijo– provocaron una fragmentación inútil. Sin mencionarlo directamente, el mensaje pareció dirigido al gobernador Axel Kicillof y a los sectores que todavía dudan en salir del repliegue táctico.
¿Qué hacer frente al mileísmo? Cristina propuso repensar el modelo económico del peronismo “sin prejuicios ni clichés”, pero con una premisa clara: “Tenemos que ver cómo logramos un Estado eficiente, porque seguir hablando del ‘Estado presente’ no alcanza si no entendemos lo que hoy está pasando en la sociedad”.
En una lectura aguda del tablero electoral, la ex mandataria destacó que Milei perdió en los barrios populares en la última elección porteña. «Ahí donde primero pega la crisis, donde se terminan las changas y no se puede pagar ni a la niñera ni al jardinero. Este modelo sirve al 30%, el otro 70% queda afuera», aseguró.
En otro tramo que generó aplausos y risas, apuntó contra el relanzamiento de Paka Paka: “A Zamba me lo quieren poner más clarito, no morocho, me lo maquillaron. En cualquier momento aparece con ojos celestes”.
La frase que sintetizó su balance fue una verdadera cachetada al mileísmo: “No construyeron nada, ni una puta escuela, un puto edificio ni un puto monumento. Su única obra es cambiarle el nombre a lo que otros hicieron, o denostar. ¿Quién se va a acordar de estos tipos dentro de 20 años?”.
Con la épica kirchnerista al fondo y el recuerdo de Néstor como telón emocional, Cristina Kirchner dejó claro que está dispuesta a volver al centro del ring. No necesariamente como candidata, pero sí como referencia indiscutida para reorganizar a una fuerza política que, según sus propias palabras, aún debe “recomponer su narrativa” frente a una sociedad golpeada y un país en riesgo de desintegración económica y simbólica.
Este 25 de mayo no solo se recordó la Revolución de 1810. También se buscó encender una nueva: la del pensamiento crítico frente al ajuste brutal, la entrega de soberanía y la banalización de la política. Cristina, una vez más, eligió hablar. Y cuando habla, incomoda. A propios y ajenos.
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