El gobierno de Javier Milei enfrenta un nuevo escándalo que involucra a una de las figuras de la ultraderecha internacional. La denuncia de que Laura Belén Arrieta, representante de la CPAC (Conferencia de Acción Política Conservadora), ingresó a Argentina con múltiples valijas sin ser sometida a control aduanero «por orden de arriba» ha desatado una ola de interrogantes. La revelación, realizada por el periodista Carlos Pagni en LN+, ha generado un pedido de acceso a la información pública impulsado por el diputado Maximiliano Ferraro, de la Coalición Cívica, quien exige explicaciones oficiales.
Sin embargo, hasta el momento, ningún funcionario del gobierno libertario ha dado respuesta ni la justicia ha intervenido para esclarecer los hechos. La Casa Rosada, una vez más, opta por el silencio ante un caso que pone en duda la transparencia de sus prácticas.
La conexión con la ultraderecha global
La CPAC es una cumbre que reúne a los principales exponentes de la ultraderecha mundial, incluyendo a Donald Trump, Elon Musk, Jair Bolsonaro, Santiago Abascal y, por supuesto, Javier Milei. En diciembre pasado, Buenos Aires fue sede de uno de estos encuentros, en el que participaron dirigentes nacionales e internacionales.
Laura Arrieta, la mujer en el centro del escándalo, habría sido clave en la organización del evento. Días atrás, al arribar al país con una cantidad inusual de equipaje, personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y de la Aduana intentó realizar un control de rutina. Pero según la denuncia de Pagni, recibieron una orden tajante: «No hay que mirar nada acá».
La frase no es menor. En el contexto de un gobierno que se autoproclama defensor de la transparencia, la existencia de una “zona liberada” en el ingreso de equipajes despierta todo tipo de suspicacias. ¿Qué contenían esas valijas? ¿Quién autorizó su paso sin control? ¿Responde este privilegio a la relación de Milei con la CPAC y los intereses que representa?
Las preguntas sin respuesta y la presión de la oposición
El diputado Ferraro no tardó en reaccionar y presentó un pedido de acceso a la información pública para que el gobierno explique el episodio. Desde la oposición, exigen conocer:
Quién dio la orden de liberar el equipaje de Arrieta.
Qué tipo de vuelo la trajo al país y en qué aerolínea.
Cuál es la matrícula del avión en el que viajó.
Si existen registros fílmicos de su ingreso.
Qué personal de la PSA y de la Aduana estuvo involucrado en el procedimiento.
Ferraro fue contundente: “Si el gobierno de Milei predica la transparencia, debería esclarecer de inmediato este episodio”. También advirtió que la discrecionalidad en los controles aduaneros no solo pone en riesgo la seguridad del comercio exterior, sino que deja en evidencia un doble estándar.
La preocupación no es menor. Un gobierno que se jacta de luchar contra la “casta” y la corrupción no puede permitirse silencios en casos como este. Si la justicia y los organismos de control no actúan, el mensaje es claro: las reglas solo rigen para algunos, mientras otros operan con impunidad.
Un modus operandi con antecedentes
No es la primera vez que el gobierno de Milei queda en la mira por manejos turbios con figuras del exterior. Desde su asunción, el mandatario ha tejido relaciones estrechas con sectores ultraconservadores que promueven una agenda de desregulación extrema, privatización y ataques a los derechos laborales y sociales.
El episodio de las valijas sin control recuerda otros escándalos donde el oficialismo ha intentado beneficiar a aliados internacionales sin rendir cuentas. La connivencia entre Milei y la CPAC no es un dato menor: implica una apertura a la influencia directa de sectores que buscan imponer su agenda en Argentina, sin pasar por los mecanismos institucionales tradicionales.
El silencio oficial y la sombra de la impunidad
Mientras la denuncia crece y la presión aumenta, el gobierno de Milei mantiene una estrategia de evasión. Ningún funcionario ha salido a dar explicaciones y el caso sigue sin una investigación judicial en curso.
El silencio oficial no hace más que reforzar las sospechas: ¿se trató de un caso aislado o de una práctica sistemática? ¿Qué contenían esas valijas que debían pasar sin control?
La falta de respuestas solo profundiza la sensación de que el país está gobernado bajo una lógica de impunidad, donde los amigos del poder tienen privilegios que el resto de los ciudadanos jamás podría soñar.
Si Milei realmente quiere diferenciarse de la “casta” que tanto critica, debería empezar por rendir cuentas sobre este escándalo. De lo contrario, quedará claro que su discurso de transparencia es solo una máscara para encubrir el mismo tipo de corrupción que dice combatir.
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