En nombre de la «eficiencia», el gobierno de Javier Milei continúa profundizando su ofensiva privatizadora: ahora pone en venta uno de los inmuebles más emblemáticos del Correo Argentino, el Centro Postal Internacional de Retiro, un lugar que millones de argentinos recuerdan por ser el punto donde retiraban sus compras del exterior. El edificio, ubicado sobre la Avenida Antártida Argentina y Comodoro Py, será rematado al mejor postor por la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), bajo la nueva lógica de un Estado “agilizado” que entrega su patrimonio al mercado.
El terreno a subastar no es menor: 12.800 metros cuadrados, una zona privilegiada a pasos de los tribunales federales y en una zona de desarrollo inmobiliario codiciada por las grandes constructoras. Con una tasación que ronda los 17 millones de dólares, el Estado busca sacarse de encima otro pedazo de historia, como ya hizo con las oficinas del INTA en Palermo (vendidas en abril por 18,5 millones), y como planea hacer con otros 300 inmuebles estatales, en el marco del decreto 70 y el DNU 950/24.
El negocio del siglo: vender barato lo que costó construir con décadas de inversión pública
Mientras la motosierra mediática promete ajuste sobre “la casta”, en los hechos el gobierno libertario se comporta como un desarrollador inmobiliario más: vende tierras públicas a precio de liquidación, favorece la concentración en manos privadas y deja sin uso público espacios que fueron claves para la logística estatal. El Centro Postal Internacional, donde hasta 2014 se gestionaban las compras del exterior, es otro ejemplo de cómo se desarma el aparato estatal sin ningún proyecto productivo a cambio.
Según el plan de la AABE, la subasta todavía no tiene fecha ni precio base oficial, pero forma parte de una estrategia más amplia con la que el Gobierno espera recaudar unos 800 millones de dólares, plata que no irá a fortalecer servicios esenciales como educación, salud o ciencia, sino a tapar el agujero fiscal que el propio Milei agranda con su política de transferencia de recursos al sector financiero.
Privatizar por ideología, no por necesidad
Bajo el discurso de la «racionalidad económica», lo que se oculta es una decisión ideológica profunda: desmantelar el Estado como actor territorial y simbólico. Cada edificio estatal que se remata es también una derrota del interés colectivo frente al interés privado. No es sólo ladrillo y cemento: es memoria, función pública, soberanía logística. En este caso, el predio también forma parte del Correo Argentino, una de las empresas que Milei busca privatizar en su cruzada por achicar lo público y ampliar el margen de negocio de los privados.
Un Estado que se achica, pero sólo para los de abajo
Mientras se ajustan universidades, se congelan salarios, se recortan medicamentos y se cierran programas de asistencia social, Milei profundiza su perfil de rematador serial del patrimonio público. La AABE se ha convertido en su inmobiliaria de lujo, dispuesta a entregar al mercado lo que tardamos décadas en construir entre todos. Ni siquiera durante el menemismo hubo una liquidación tan acelerada de bienes del Estado.
Los discursos sobre “eficiencia” suenan vacíos cuando los únicos ganadores son los mismos de siempre: los desarrolladores inmobiliarios, los especuladores y los grupos económicos que ven en cada venta una oportunidad de multiplicar sus ganancias a costa del esfuerzo colectivo.
El remate del histórico edificio del Correo no es una excepción, sino una muestra más de cómo el gobierno de Milei convierte al Estado en un botín. Una administración que no gobierna, sino que liquida; que no planifica, sino que remata. Y mientras tanto, el patrimonio de todos se convierte en la ganancia de unos pocos.
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