El show del odio de Jonatan Viale: cuando el “periodismo” se convierte en provocación política

En el país del lawfare, donde la verdad suele ser menos importante que el espectáculo, el pseudoperiodista Jonatan Viale volvió a cruzar los límites. Esta vez lo hizo con un gesto pequeño pero cargado de intención: aparecer al aire en el canal de noticias TN, exhibiendo una taza que mostraba una frase tomada de la sentencia judicial contra Cristina Fernández de Kirchner. Una taza, sí. Una taza como símbolo del goce reaccionario, del odio encapsulado en merchandising, del discurso punitivista devenido souvenir de redacción.

La imagen se volvió viral. En redes sociales no tardaron en aparecer las capturas, los posteos indignados, los aplausos de trolls libertarios y los repudios de militantes, periodistas y ciudadanos que aún creen en la democracia como disputa racional, no como escarnio permanente.

☕ ¿Una taza o un arma simbólica?

La taza en cuestión no fue un descuido ni una casualidad. Fue un gesto deliberado, construido como mensaje político disfrazado de ironía televisiva. Un objeto cotidiano convertido en dispositivo de disciplinamiento, una provocación que sintetiza el modelo comunicacional de Viale: simplificación brutal, espectáculo constante, y un odio direccionado contra todo lo que huela a peronismo, justicia social o memoria.

Pero esto no es nuevo. Jonatan Viale viene construyendo hace años su carrera sobre un falso pedestal de objetividad mientras se convierte, cada vez más, en operador mediático de los sectores más reaccionarios. Su narrativa gira en torno a una Cristina demonizada, culpable de todo, incluso de lo que no se prueba. La taza no fue otra cosa que la versión decorativa del fallo judicial, un “souvenir del odio”.

📺 Del periodismo al adoctrinamiento mediático

Mientras el gobierno de Javier Milei desmantela políticas públicas, destruye universidades, pulveriza salarios y subordina la soberanía nacional al capital financiero, el foco de Viale sigue clavado en CFK. No en los tarifazos, ni en el vaciamiento del CONICET, ni en los 35.4% de pobreza. No. Su cruzada es con Cristina, incluso cuando ya no está en el poder.

En su afán de “mostrar la verdad”, Viale se convierte en ejemplo vivo del doble estándar mediático: denuncia adoctrinamiento en las universidades pero hace propaganda en horario central. Se escandaliza por el “gasto público” mientras cobra suculentos honorarios desde una señal sostenida por los negocios del Grupo La Nación y la pauta concentrada. Y ahora, con esta taza, consuma una puesta en escena donde el juicio a CFK se transforma en meme de escritorio.

💥 Reacciones en redes y silencio en los medios hegemónicos

Mientras portales como El Destape, Página/12 y C5N evitaron entrar en el juego, las redes sociales estallaron. El nombre de Jonatan Viale fue tendencia en X (ex Twitter) durante horas. Usuarios lo acusaron de banalizar el rol de la justicia, de convertir la persecución política en un “chiste de taza”, y de seguir azuzando la grieta como método de supervivencia mediática.

En contraste, el silencio del ecosistema mediático afín al oficialismo libertario fue ensordecedor. Ninguna autocrítica, ningún llamado a la moderación. Para ellos, una taza con una sentencia es parte del “show de la libertad de expresión”.

Un mensaje más profundo: el poder judicial como souvenir

Detrás de la taza hay algo más grave: la naturalización de un Poder Judicial que no busca verdad ni justicia, sino venganza y disciplinamiento. Si una condena —todavía apelable— se puede imprimir en cerámica y poner al aire como si fuera una remera de banda de rock, entonces ya no estamos ante una república, sino ante un régimen mediático-judicial que reduce el estado de derecho a propaganda.

La “taza de Viale” podría estar en un stand de feria, junto a los gorros de LLA, las remeras con frases de Milei y los mates con el rostro de Macri. Es el símbolo de una época donde el sentido común se construye con operaciones, el periodismo se hace con acting y la justicia se imprime a color.

Lo de Jonatan Viale no es periodismo: es militancia de derecha camuflada de objetividad. Es una ofensiva cultural que busca deshumanizar, ridiculizar y perseguir a quienes representan otro modelo de país. Su taza no es inocente: es un recordatorio de que el poder real no necesita uniformes ni tanques. Le alcanza con una cámara, una pantalla, y ahora, una taza.

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