Mientras el gobierno de Javier Milei huele a sangre política, la detención en prisión común de Nelson Periotti —exdirector de Vialidad Nacional de 80 años con severos problemas de salud— desata una protesta extensa de legisladores, organizaciones y La Cámpora, que tildan la medida de “persecución política” y acusan al fiscal Diego Luciani de “ensañamiento” y de jugar a la prensa.
El episodio se convirtió en un escándalo político: diputados, senadores, gremios y agrupaciones de derechos humanos se concentraron este sábado frente al penal de Ezeiza para denunciar la violación de garantías constitucionales en un caso que huele a revancha. Desde La Cámpora, Máximo Kirchner disparó con dureza: “El cagón de Luciani”. En definitiva, una pulseada jurídica y política en plena administración libertaria.
Un octogenario tras rejas: el símbolo de una pulseada
Nelson Guillermo Periotti, 80 años, con afecciones de salud que lo convierten en un preso vulnerable, sigue en una cárcel común, con barrotes y no con tobillera eléctrica, a la espera de que el cuerpo médico forense decida si corresponde prisión domiciliaria. Mientras tanto, diputados y senadores como Juliana Di Tullio, Paula Penacca o Oscar Parrilli, junto a referentes gremiales, religiosos y defensores de derechos humanos, se apostaron en la puerta de Ezeiza para manifestar su repudio a lo que consideran un atropello a derechos elementales.
¿Por qué reclaman “detención ilegal”? La defensa denuncia que Periotti cumple todos los requisitos legales para ser excarcelado: edad, estado de salud y condena firme sin antecedentes previos de fuga. Aun así, el fiscal Luciani demoró su pronunciamiento, enviándolo directamente a prisión, en un episodio que la defensa considera motivado por cálculo mediático, acusándolo de “desesperado por salir en los diarios”.
La Cámpora al ataque: entre el reclamo judicial y la chicana política
La agrupación juvenil que responde a Máximo Kirchner no se guardó nada. Calificaron al fiscal Luciani como un “cagón” y lo acusaron de “ensañamiento” contra Periotti —por su lealtad política a Cristina Kirchner— cuando “está encerrado en una cárcel común por una causa sin pruebas” .. El reclamo no es aislado: “La ley le reconoce el derecho a cumplir su condena de forma domiciliaria. Pero el fiscal incumplió el plazo legal de tres días hábiles”, subrayaron.
Para colmo, acusan al Poder Judicial de actuar con doble rasero: mientras genocidas consiguieron prisión domiciliaria antes de los estudios médicos, a Periotti —por la misma morbilidad— lo mandaron directo tras las rejas . La exigencia de tobillera electrónica y el traslado inmediato se convirtieron en la evidencia de un trato desigual.
Un exfuncionario fiel, preso por no traicionar a Cristina
Durante más de 12 años, Periotti fue clave en Vialidad Nacional bajo Néstor y Cristina Kirchner; no solo por su función técnica, sino por su lealtad política. En los fundamentos que revelan su defensa, se sugiere que su condena no es por lo hecho, sino por lo que se negó a hacer: declarar contra la expresidenta.
El 18 de junio, se presentó voluntariamente para notificarse de la condena, al mismo tiempo que miles marchaban en Plaza de Mayo en apoyo a Cristina. El gesto lo pinta como obediente, consecuente, y sin temor, pese a estar ante un tribunal que confirma su procesamiento.
Milei en el centro del circo: ¿es esta la “mano dura” que ofreció?
El episodio encarna lo que muchos críticos del gobierno llaman la cara feroz del cambio: una justicia que castiga no solo actos, sino lealtades, ideologías y símbolos políticos. En un volantazo curioso, el Ejecutivo de Milei respiraría aliviado si Periotti, ejemplo de militancia vieja-escuela, respaldara a los libertarios… pero lo contrario ocurre: la movilización popular y orgánica ante su detención recuerda que hay jerarquías de fidelidad que la Casa Rosada no puede quebrar.
Que un octogenario enfermo quede en una cárcel común y su caso sea calificado por fiscales como “oportunista” y “mediático”, levanta incógnitas sobre el uso selectivo del Estado judicial. Y sobre todo, interpela a un gobierno que se jacta de mano firme: ¿nos van a meter presos por mantener la lealtad política?
Contradicciones graves: cómo la causa devino instrumento de disciplinamiento
El contraste es fuerte: mientras genocidas obtienen ventajas procesales —como prisión domiciliaria sin esperar estudios médicos—, Periotti, con mayor vulnerabilidad, queda de rehenes del calendario judicial. ¿Equidad de género? ¿Federalismo? ¿Estricto apego a la ley? Todo eso se diluye cuando la justicia se maneja con prismáticos políticos.
El rasgo más inquietante: los plazos vencidos. Según La Cámpora, el fiscal ignora términos legales y dilata el trámite, en un despliegue que tiene más de estrategia de tablero que de función judicial. Se trata, aseguran, de una presión política disfrazada de derecho legal, que golpea más fuerte que cualquier sentencia.
La ley y la emoción: ¿dónde estamos?
En medio de esta pulseada, quienes denuncian la detención ilegal saben que no están solos: los grandes signos periodísticos advierten que la justicia pierde legitimidad cuando actúa selectivamente. Cuando se usan expresiones como “persecución política” y se califica a fiscales de “cagones” y “ensañados”, se activa algo más allá del expediente: se mengua la fe pública en la Justicia y se amplifica la grieta política.
Al mismo tiempo, hay espacio para lo humano: un hombre de 80 años, con problemas de salud y sin riesgo de fuga, encerrado en una cárcel común. Esa escena —emotiva, conmovedora— expone la fragilidad del sistema judicial cuando la ley se adapta al poder, y no al revés.
Conclusión: más que una cárcel, la señal de una grieta
La movilización de legisladores, gremialistas, religiosos, defensores de derechos y La Cámpora frente a Ezeiza no es casual. Resuena en el contexto de un gobierno que promete limpieza, orden y manos firmes; pero en su camino, atropella garantías elementales en casos signados por fidelidad a Kirchnerismo. Ese contraste debe interpelarnos.
Por un lado, la justicia debe ser imparcial. Por el otro, el libre ejercicio de la protesta y el derecho a la domiciliaria deben ser respetados. Lo que pasó con Periotti revela, así, una grieta que no avanza por caminos institucionales sino por pasiones políticas: y puede ser mucho más profunda que cualquier reforma libertaria. El miedo a la lealtad, no a la impunidad, es el mensaje que deja esta detención.
Fuentes:
- https://www.pagina12.com.ar/836064-diputados-y-senadores-denuncian-la-detencion-ilegal-del-exdi
- https://www.perfil.com/noticias/politica/la-campora-exige-prision-domiciliaria-para-nelson-periotti-y-ataca-al-fiscal-el-cagon-de-luciani.phtml
- https://am530somosradio.com/reclamo-frente-al-penal-de-ezeiza-por-la-detencion-ilegal-del-ex-director-de-vialidad-nacional-nelson-periotti/
Daniel Benito Silva Molina
Es importante que una publicación opositora como en Orsai obtenga nuestra colaboración. Yo lo he hecho con Página 12 con el seudónimo de «En Famiglia 2017» que es el norme de un libro de mi autoría sobre los primeros quince meses de gopbierno de Mauticio Macri.Daniel Silva Molina