La infantil excusa del Gobierno para ocultar el desmantelamiento de Vaca Muerta. Axel Kicillof acusó al Gobierno de Milei de negar la existencia de la planta de GNL como forma de encubrir la decisión política de frenar uno de los proyectos estratégicos de desarrollo energético nacional.
Mientras Javier Milei profundiza su agenda de desguace del Estado y entrega de recursos estratégicos, el gobernador bonaerense denuncia el intento del oficialismo de borrar de la agenda pública el megaproyecto de Gas Natural Licuado en Vaca Muerta. La estrategia: negarlo todo, incluso lo evidente.
En una Argentina sacudida por el ajuste brutal y la demolición sistemática del aparato productivo nacional, las declaraciones de Axel Kicillof sobre la planta de Gas Natural Licuado (GNL) en Vaca Muerta vuelven a poner en el centro de la escena el cinismo con el que el gobierno de Javier Milei maneja la política energética. “La mejor idea que tuvo el Gobierno para no reconocer que la planta de GNL no se va a hacer es decir que nunca existió ese proyecto. Es como un niño que se tapa la cara y piensa que entonces desaparece”, afirmó el gobernador bonaerense durante una conferencia de prensa que rápidamente se viralizó en redes sociales y medios.
No se trata de una metáfora exagerada. En su cruzada libertaria, Milei ha optado por negar lo tangible antes que hacerse cargo de sus decisiones. El megaproyecto de GNL, que preveía una inversión de 10.000 millones de dólares en alianza con YPF y Petronas, tenía el objetivo de transformar a la Argentina en un actor relevante del mercado internacional de gas, generando miles de empleos y divisas. El anuncio fue realizado con bombos y platillos durante el gobierno de Alberto Fernández y contaba con amplio consenso técnico, político y empresarial.
Sin embargo, desde la asunción de Milei, el proyecto quedó paralizado. El desinterés del Gobierno en sostener una política energética soberana quedó en evidencia con la renuncia forzada de Horacio Marín a seguir liderando las negociaciones en YPF, así como con la salida de equipos técnicos que venían trabajando hace años en la planificación del proyecto. El modus operandi ya es conocido: primero se desfinancia, luego se desmantela, y finalmente se niega.
Lo que Kicillof denuncia con crudeza no es sólo la cancelación de una obra clave, sino el intento deliberado del Gobierno de borrar de la historia reciente cualquier iniciativa que no encaje con su dogma antiestatal. La estrategia es infantil pero peligrosa: negar la realidad para imponer una versión ideológica a fuerza de desinformación. Así como se intenta ocultar la catástrofe educativa, el hambre creciente o la paralización de la obra pública, ahora se borra del discurso oficial una obra estratégica con impacto económico y geopolítico.
Según informó el portal Ámbito Financiero, desde el entorno de YPF reconocen que el proyecto quedó congelado por «falta de decisión política» y «falta de garantías jurídicas» por parte del Ejecutivo. A su vez, Página/12 reveló que desde el Gobierno se evalúa redireccionar la producción de Vaca Muerta hacia la exportación vía Chile, lo que dejaría al país sin la posibilidad de convertirse en un nodo energético con infraestructura propia. En redes sociales, usuarios y especialistas energéticos como el ingeniero Pedro Saborido —referente en temas de hidrocarburos— manifestaron que «la cancelación del GNL es un acto de traición a la soberanía energética». La tendencia #VacaMuertaNoSeToca fue impulsada esta semana en X (ex Twitter) por colectivos sindicales y técnicos.
Detrás del capricho de Milei no hay solo ideología, sino también intereses. Frenar el proyecto del GNL implica abrirle las puertas a capitales extranjeros dispuestos a llevarse el gas argentino sin invertir en infraestructura nacional. Es la misma lógica con la que se pretende privatizar los trenes, vender Aerolíneas Argentinas o desguazar la Casa de Moneda: entregar soberanía a cambio de nada, bajo la excusa de «achicar el Estado».
La frase de Kicillof resuena porque desenmascara el infantilismo con el que el Gobierno intenta justificar lo injustificable. No reconocer el proyecto del GNL es más que una negación: es una declaración de principios. No se trata solo de borrar el pasado inmediato, sino de impedir cualquier futuro posible donde el Estado argentino sea protagonista del desarrollo.
Mientras tanto, los trabajadores, las provincias productoras y los sectores industriales observan con estupor cómo se disuelve una oportunidad histórica. Y lo hacen sin respuestas oficiales, solo con silencios, evasivas y negaciones que rozan lo ridículo. Un país que se tapa los ojos y repite «no pasa nada» mientras la pobreza crece, la industria se apaga y la energía se entrega.
En tiempos donde se impone la verdad como mercancía y la mentira como programa de gobierno, lo dicho por Kicillof no es solo una crítica. Es un diagnóstico urgente de una gestión que prefiere negar que asumir, destruir antes que construir, y borrar antes que debatir.
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Fuentes consultadas:
Ámbito Financiero (abril 2025), Página/12 (abril 2025), redes sociales X y Facebook, declaraciones públicas de Axel Kicillof, informes de YPF sobre el proyecto GNL.
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