Crimen previsional: gobernadores cómplices de Milei sabotean el aumento a los jubilados

Jubilaciones congeladas: Llaryora, Jalil y Zamora jugaron para Milei.

Cinco diputados faltaron. Cinco. No fue casual: fue una orden. Gobernadores que se dicen opositores, como Martín Llaryora, Gerardo Zamora y Raúl Jalil, se alinearon con Javier Milei para vcrimen previsional: gobernadores cómplices de Milei sabotean el aumento a los jubiladosoltear la sesión que buscaba aumentar las jubilaciones. Una traición institucional con nombre, apellido y precio.

Un gobierno sin mayoría propia en el Congreso sólo puede sobrevivir a fuerza de acuerdos o extorsiones. Javier Milei eligió la segunda opción, y la aplicó con precisión quirúrgica para evitar lo que más le molesta: que los jubilados cobren un poco más.

El miércoles 21 de mayo, la Cámara de Diputados estuvo a punto de tratar un paquete de proyectos urgentes: un aumento en los haberes jubilatorios, la restitución de la moratoria previsional, la declaración de emergencia para regiones devastadas por el temporal y la definición de autoridades clave para la Auditoría General de la Nación y la comisión investigadora del escándalo “Criptogate”.

Pero la sesión fracasó. No por falta de voluntad de la oposición. No por mal clima. No por casualidades técnicas. Fracasó porque cinco bancas vacías impidieron el quórum. Solo cinco. Y esas ausencias fueron cuidadosamente planificadas por la Casa Rosada, con la colaboración activa de gobernadores que no gobiernan: obedecen.

Gobernadores por encargo

Los nombres no sorprenden, pero duelen: Martín Llaryora (Córdoba), Raúl Jalil (Catamarca) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero) encabezan la lista de quienes ordenaron a sus diputados pegar el faltazo. Los cordobeses Ignacio García Aresca, Alejandra Torres y Carlos Gutiérrez desaparecieron del recinto justo después de que el Ministerio de Economía accediera a girarle $5.000 millones mensuales a la caja previsional cordobesa. Un favor bien pagado.

Por su parte, Zamora sólo permitió que tres de sus siete legisladores se sentaran a debatir, y Jalil directamente dejó afuera a Fernanda Ávila y Dante López Rodríguez. La Casa Rosada, mientras tanto, no escondió la estrategia: llamados, promesas, presiones. La vieja política en su versión libertaria.

Menem, el garante del sabotaje

Martín Menem, presidente de la Cámara baja, cerró la sesión a las 12:31 con precisión suiza. No dio la hora extra que solicitaban los diputados demorados por vuelos provinciales. No abrió la posibilidad de flexibilizar tiempos ante la urgencia social. Su papel fue el de enterrador del debate: tapó con tierra el último intento institucional de mejorar las jubilaciones.

La jugada también le evitó al oficialismo un riesgo: la definición de la presidencia de la comisión investigadora del escándalo Libra-Criptogate, donde La Libertad Avanza aparece salpicada por manejos oscuros de criptomonedas. No era el momento para que Monzó y Forlón asumieran la conducción de una investigación con posibles derivaciones penales.

Pichetto, Martínez y las recriminaciones

En el recinto, Germán Martínez fue directo: “Están hasta las manos por el caso Libra”. Miguel Pichetto también se sumó al repudio: “Esta Cámara se pasó el año esperando la carroza. No sabíamos qué pasaba con un sector de la vida política argentina”. Ambos señalaron lo mismo: la parálisis parlamentaria no es una fatalidad, es una estrategia de impunidad.

Incluso el bloque de la Coalición Cívica —muchas veces funcional al gobierno— se sentó a dar quórum. Pero los gobernadores aliados de Milei jugaron su carta. Ganaron tiempo, impidieron una mejora para los sectores más golpeados, y protegieron la impunidad financiera del oficialismo.

Jubilaciones: un botín político

Mientras los jubilados pierden hasta el 40% de su poder adquisitivo, los gobernadores especulan con transferencias, pactos fiscales y “autonomía” que se reduce a obedecer órdenes de un presidente que desprecia el federalismo y la justicia social. La jubilación no es una moneda de cambio, pero fue tratada como tal.

La traición tiene cara y firma. Tiene gobernador, bancada y operador. La sesión no cayó: fue derribada con alevosía por quienes prefirieron un favor de Caputo a una dignidad para sus mayores.