En el Chaco de Leandro Zdero, las paradojas no son un accidente, sino una forma de gobierno. El domingo a la noche, mientras su equipo celebraba con un acto en pleno microcentro de Resistencia —justo donde su discurso punitivista prohíbe las manifestaciones—, el mandatario festejaba una victoria legislativa que apenas le alcanza para sostener su frágil hegemonía. “Reafirmamos el rumbo”, exclamó con tono triunfalista. Pero, ¿hacia dónde?
Chaco Puede, el frente oficialista, alcanzó el 45% de los votos. Un número que parece robusto en titulares, pero que se desinfla al revisar el contexto: el justicialismo dividido cosechó un 44% entre sus listas. En la suma total, la oposición le respira en la nuca. Lo que Zdero no dice es que ese 45% se sostiene por una alianza con el gobierno nacional, La Libertad Avanza, cuya política de ajuste brutal destruye el tejido productivo y social de provincias periféricas como Chaco.
Mientras habla de “dignidad” y “transparencia frente a las corrupciones”, su gobierno se dedica a recortar programas sociales, desfinanciar hospitales, paralizar obras públicas y tercerizar servicios esenciales. La “recuperación de la dignidad” se traduce, en la práctica, en mayor precarización laboral, tarifazos, aumento de la pobreza y una represión creciente contra las protestas sociales.
El gobernador se jacta de una supuesta mayoría legislativa. Pero en realidad, con 16 bancas sobre 32, el oficialismo no logra consolidar una superioridad indiscutible. Lo que sí muestra la elección es la incapacidad del justicialismo de presentar un frente unificado, lo que indirectamente beneficia al proyecto libertario-progresista de Zdero. La fragmentación opositora no es un mérito del gobierno, sino un déficit de construcción política del peronismo chaqueño.
Zdero, en su discurso, volvió a echar culpas al pasado, personificado en Jorge Capitanich. “No hemos visto humildad del otro lado”, disparó, en una muestra de la política de antagonismos vacíos, pero eficaces en lo electoral. Sin embargo, no dijo una palabra de los indicadores sociales que empeoran día a día, ni de las denuncias por manejos irregulares en la distribución de alimentos o el abandono de comedores escolares en zonas rurales.
Su alianza con La Libertad Avanza no es sólo electoral, es ideológica. Y eso se traduce en una gestión donde prima el relato sobre la gestión. Donde se invierten millones en propaganda oficial, pero se reducen presupuestos esenciales para la salud, la educación y la obra pública. Las “palmadas de aliento” que menciona Zdero no son otra cosa que marketing político para encubrir un ajuste salvaje que golpea, sobre todo, a los sectores populares.
En lugar de gobernar con diálogo y planificación, Zdero prefiere el estilo Milei: redes sociales, frases hechas, enemigos internos y promesas vacías. La victoria electoral es, sin dudas, una bocanada de oxígeno para un gobierno que ya muestra signos de desgaste. Pero el festejo dura poco cuando la heladera está vacía y la dignidad no se recupera con slogans, sino con políticas públicas reales.
Fuente:
- https://www.eldiariodelaregion.com.ar/articulo/zdero-reafirmamos-el-rumbo/
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