Molinos despide trabajadores después de repartir $81.800 millones entre sus accionistas

Mientras el gobierno de Javier Milei ajusta sin piedad y el consumo se desploma, Molinos Río de la Plata –una de las principales alimenticias del país– anunció despidos masivos en su planta de Esteban Echeverría, al tiempo que reparte más de $81.000 millones en dividendos entre sus accionistas. En un país donde comer se ha vuelto un lujo, los patrones del supermercado juegan con la mesa de millones de argentinos y con la salud de sus trabajadores.

La empresa –controlada por la familia Pérez Companc, uno de los clanes más ricos del país con una fortuna de USD 4.200 millones– justificó la decisión argumentando que los salarios eran «altos», mientras las ganancias netas de 2024 alcanzaron los $32.687 millones, con una rentabilidad que ya querrían la mayoría de los sectores productivos del país.

La contradicción es brutal: despiden porque “no hay ventas”, pero reparten ganancias récord. La empresa no sólo posee un virtual monopolio en rubros clave como fideos (79% del mercado), arroz (45%) y aceites (36%), sino que además es parte del núcleo duro de oligopolios que fijan precios y condiciones de consumo para el conjunto de la sociedad. Molinos está presente en el 98% de los hogares argentinos: los alimentos que todos compramos, los venden ellos… y los encarecen ellos.

Ajuste empresarial con complicidad oficial

Según denunció la Comisión Interna de la planta de Esteban Echeverría, la empresa comenzó a reducir dotaciones unilateralmente, modificando tareas y exigiendo mayor producción con menos personal, lo que ya generó accidentes de trabajo que la empresa intenta ocultar, como lo informó recientemente Gestión Sindical. La motosierra también entró a las fábricas, y no por orden del presidente, sino por decisión directa del empresariado, amparado por el clima político.

Además de recortar personal, Molinos pretende avanzar sobre derechos adquiridos: quiere eliminar adicionales por convenio sin ninguna discusión en el Comité Mixto de Seguridad e Higiene, violando la legislación laboral vigente. Para los trabajadores, esto representa no sólo la pérdida de puestos laborales, sino también un retroceso brutal en condiciones de trabajo y seguridad.

“La empresa avanza más allá de lo que incluso las reformas de Milei permiten”, denunció Luciano Grecco, delegado de la planta, quien también recordó que durante la pandemia “pusimos el cuerpo para que la empresa siguiera ganando plata mientras nosotros arriesgábamos nuestra salud y la de nuestras familias”.

La estafa moral del capitalismo argentino

El caso de Molinos es el espejo más claro de la estafa moral del modelo económico que Milei busca profundizar: empresarios que se enriquecen aún en la recesión, concentran poder en la góndola, aumentan los precios incluso con inflación en descenso, y despiden trabajadores con la excusa de una “crisis” que no existe para ellos.

Porque plata hay: además del fabuloso reparto de dividendos de diciembre, Molinos posee reservas de ganancias acumuladas que le permiten seguir pagando sin siquiera tocar las utilidades del ejercicio actual. Pero en lugar de sostener los empleos, deciden que la variable de ajuste sea la clase trabajadora.

Los trabajadores denuncian además que la reducción de personal sobrecarga los ritmos de producción, genera más riesgos de accidentes, y afecta directamente a su salud. En una línea donde trabajaban cuatro compañeros ahora ponen a tres. Esa ecuación no cierra, a menos que se asuma que la vida del obrero vale menos que el dividendo del accionista.

Comer es un derecho, no un privilegio

En diciembre de 2024, los alimentos que Molinos domina en el mercado –fideos, arroz y aceites– tuvieron aumentos de hasta 74% interanual, según datos del INDEC. Estos incrementos se produjeron incluso en un contexto de baja inflacionaria producto de la recesión, lo que demuestra que las alimenticias no bajan los precios aunque la inflación ceda. El mecanismo es simple: remarcan fuerte, consolidan ese piso, y luego maximizan ganancias a costa del hambre de la población.

Mientras tanto, desde los medios dominantes poco se habla de la concentración empresaria, y mucho menos del hecho de que, bajo el primer año del gobierno libertario, las principales alimenticias ganaron más de $310.000 millones, siendo Molinos una de las grandes beneficiadas del ajuste.

La resistencia crece: ¡abajo los despidos!

Este miércoles, los trabajadores de Molinos y del gremio de la alimentación saldrán a las calles para defender sus puestos de trabajo, denunciar el vaciamiento y exigir condiciones laborales dignas. La lucha por salarios igual a la canasta familiar, como miden los trabajadores de ATE-INDEC, y contra los despidos, es también una lucha contra el modelo de saqueo empresarial y complicidad estatal.

No se trata sólo de un conflicto gremial. Se trata de la discusión de fondo: ¿quién paga la crisis? ¿Los trabajadores o los dueños de todo? Mientras los Pérez Companc acumulan millones y reparten fortunas, cientos de familias pueden quedarse sin trabajo, sin salario y sin comida. En un país donde ya cuesta llenar la olla, permitir que las empresas despidan con ganancias récord es una obscenidad.

Los trabajadores lo saben, y por eso luchan. Porque la comida no puede ser un negocio, y el trabajo no puede ser una variable de ajuste.

Fuentes:

  • https://gestionsindical.com/gremio-alimentacion-denuncio-despidos-rebajas-salariales-molinos-rio-plata/
  • https://www.laizquierdadiario.com/Molinos-anuncia-despidos-tras-repartir-81-mil-millones-entre-accionistas-crisis-para-unos-ganancias

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